Buenas noticias para los cinéfilos: después de un año en que la pandemia obligó a llevar adelante la edición de forma virtual, el DocBuenosAires vuelve a su sede histórica, la Sala Leopoldo Lugones, aunque no prescindirá de las proyecciones online que, al parecer, llegaron para quedarse. A partir de este miércoles y hasta el domingo, la 21 edición de la muestra reunirá una selección de las mejores producciones nacionales e internacionales de cine documental de autor, es decir, películas que reafirman que este cine consiste en una lectura y no una mera captación de la realidad. Éstas se podrán ver en la sala del Teatro San Martín de forma presencial así como online a través de las salas Docbsas.com.ar, Dac.org.ar/docudac y la Sala Lugones Virtual (la programación completa se puede consultar en https://docbsas.com.ar/).
La apertura del DocBuenosAires será con A.I at War, de Florent Marcie, un cineasta independiente que ha hecho de las guerras su tema central y quien desde hace más de 20 años filma, edita y produce él mismo todas sus películas. Como reportero de guerra, filmó conflictos en países como Afganistán, Chechenia o Libia. En su film más reciente regresa a los escenarios bélicos más crudos, como Irak y Siria, pero también observa otra guerra que transcurre a las puertas de su casa, la lucha de los chalecos amarillos en las calles de París. Sin embargo, lo más llamativo de esta película es que en ella interactúa con un robot.
“La obsesión de Marcie por filmar la guerra y haciendo de su propio cuerpo la materia irremplazable de la puesta en escena es algo digno de admiración y merece un estudio”, señaló el director artístico y de programación del DocBuenos Aires, el crítico Roger Koza. “Pero lo que más me interesó de este film es que se trata de una indagación lúcida y libre sobre la inteligencia artificial. El dilema central de la película de Marcie es saber si con el tiempo el robot puede llegar a comprender qué significa la guerra. Puede parecer siniestro, pero es fascinante llegar a pensar que en el futuro la puesta en escena pueda depender de las decisiones de un robot. En esta ocasión, por lo pronto, el robot garantizó la existencia de algunos planos que sin él no hubieran existido”, apuntó.
El cierre de la muestra, en tanto, será con 3Scombros, de Raúl Perrone, quien ya había tenido el privilegio de abrir y cerrar la anterior edición del DocBuenos Aires con dos de sus películas, en una decisión sumamente inusual para un festival. Tanto la película de apertura como la de cierre estarán acompañadas por la proyección de dos cortos del cineasta rumano Radu Jude: Caricaturana y Plastic Semiotic. Mientras el primero es una aproximación al universo de las litografías y sus gestos, el segundo es un ejercicio lúdico relacionado con los juguetes a través del cual se termina revelando su función ideológica.
“Raúl Perrone es el cineasta independiente por antonomasia de nuestro país. Las condiciones menesterosas en las que produce sus películas no lo inhiben para intentar en cada una hacer algo nuevo y probar con el lenguaje del cine”, afirma Koza acerca del cineasta de Ituzaingó. “35combro5 no es un documental; tampoco se trata de una película híbrida, término que me parece entre estéril y conservador, porque para pensar la intersección siempre problemática entre ficción y no ficción el concepto de hibridez clausura cualquier consideración crítica. Aún así, 35combro5 puede ser leída como una glosa estética del estadio de la nación: Argentina se ha convertido en un escombro. En efecto, 35combro5 es una ficción, pero puede ser considerada como una metáfora de una existencia colectiva convertida en demolición”, indicó. En cuanto al director rumano, ganador del Oso de Oro de la Berlinale 2021, Koza señaló: “Jude expresa un tipo de lucidez asociado a la rabia y al inconformismo que está en extinción. Faltan cineastas como él”.
Como todos los años, el DocBuenosAires propone una selección de películas que combina nombres ya conocidos para el público de la muestra, como el israelí Avi Mograbi y el argentino Gustavo Fontán, junto a otros nuevos, como los de las directoras que forman parte de la sección “La política de las autoras” (ver recuadro). “Los nombres consagrados y los ignotos son exactamente lo mismo cuando se examina un plano, una secuencia o la totalidad de una película”, opina Koza, también programador de la Viennale. “Eso no significa que desdeñe buscar un equilibrio dinámico entre lo conocido y lo desconocido. Una de mis mayores satisfacciones de esta edición es contar con el film de Mograbi”, dijo acerca de Los primeros 54 años – Un manual abreviado para la ocupación militar, en donde el cineasta, que en 2008 presentó Z32 en el DocBuenosAires, retoma el tema de aquel film.
Sin embargo, mientras en Z32 Mograbi se centraba en la figura de un joven ex soldado del ejército israelí traumatizado por la experiencia militar, en su última película se basa en los testimonios de varios ex integrantes de las fuerzas armadas israelíes para dar cuenta del inacabable conflicto palestino-israelí sin renunciar a la autocrítica y al humor.
También forman parte de “Versiones de lo real”, la vidriera internacional del DocBuenosAires, películas de países latinoamericanos como Paraguay, Colombia, Cuba y República Dominicana, así como otros procedentes de España, Alemania, Portugal y Palestina. El país vecino estará representado por Veladores, de Paz Encina, una directora que desde su ópera prima, Hamaca paraguaya, ha trabajado sobre la memoria de su país. Mientras en la primera abordaba la traumática guerra del Chaco y en la segunda, Ejercicios de memoria, los largos años de la dictadura de Alfredo Stroessner, en su último largometraje vuelve sobre este oscuro periodo de 35 años. Realizado por Zoom en plena pandemia, la directora recupera en él la palabra de los militantes del Movimiento Popular Colorado, surgido en oposición al dictador, haciéndole leer a sus nietos las cartas que éstos enviaban desde su exilio en Argentina.
Desde Colombia llega El film justifica los medios, de Juan Jacobo del Castillo, acerca del movimiento iniciado por un grupo de documentalistas colombianos como Carlos Sánchez, Marta Rodríguez y Carlos Álvarez a fines de los 60, volcado hacia las calles, con el cual buscaban denunciar la convulsa realidad de su país. Por su parte, Phillip Hartmann, un cineasta alemán que cuenta con un fuerte vínculo con América Latina, presenta Virar Mar, un ensayo cinematográfico acerca del agua en el que compara, por ejemplo, la falta de ésta en la vasta región del Sertón, en el nordeste de Brasil, con su sobreabundancia en algunas partes del norte de Alemania con la habitual sensibilidad y lucidez que atraviesan su cine.
En tanto, la portuguesa Suzanne Duveau, de Luisa Homen, ofrece una radiografía del siglo XX a través de la voz de esta geógrafa apasionada que recorrió todo Portugal junto a su esposo, uniendo amor y trabajo, mientras que La calle del agua, de Celia Viada Caso, se centra en Benjamina Miyar Díaz, una española antifranquista nacida a fines del siglo XIX que se dedicó a la fotografía profesional en una época en que la mayoría de los hombres prefería ver a las mujeres con una franela más que una cámara de fotos en la mano. Completan esta sección la palestina An Unusual Summer, de Kamal Aljafari, y la colombiana Ventana de tiempo, de Nicolás Ordóñez Carrillo, además de cuatro cortometrajes.
“Jamás selecciono priorizando las temáticas de las películas. Primero que nada, presto atención a las relaciones que las películas establecen con la realidad y al estadio evolutivo de las imágenes, los actuales sistemas de representación y las modalidades cambiantes de montaje. Pero al ser un festival de documentales es inevitable que formas de expresión del malestar contemporáneo irrumpan con vehemencia y resulten ubicuas. The First 54 Years: An Abbreviated Manual for Military Occupation y An Unusual Summer se refieren a la inaceptable situación de los palestinos en Israel, pero en ambos casos son también piezas extraordinarias que permiten pensar el cine hoy”, señaló Koza. “Concibo la programación imaginando series conceptuales que se cruzan y se relevan. Este año, por citar un caso, hay toda una serie en la que se conjugan inquietudes científicas con el feminismo y el siglo XX: Suzanne Daveau y La casa del agua se potencian entre sí. El espectador podría encontrar otras series que proponen una perspectiva y una estética”, completó.
La selección argentina, en tanto, está conformada por trabajos como la emotiva Adiós a la memoria, de Nicolás Prividera, en la que en base a imágenes filmadas por su padre –quien sufre un deterioro en su memoria- el director busca reconstruir el vínculo que los une y de esta forma reflexionar sobre las omisiones de la historia de un país. A esta se suma El piso del viento, de Gloria Peirano y Gustavo Fontán, en la que un piso vacío recién pintado de Buenos Aires por el que desfilan personas de distintas edades se convierte en un espejo en el cual cada uno de ellos proyecta fragmentos de su vida. También se podrá ver Un cuerpo estalló en mil pedazos, de Martín Sappia, sobre el arquitecto, actor y artista conceptual cordobés Jorge Bonino, quien que formó parte de la cosecha artística del Instituto Di Tella de Buenos Aires, así como varios cortometrajes de otros tantos documentalistas nacionales.
Mientras que en su edición previa el DOC Buenos Aires homenajeó al documentalista y productor Marcelo Céspedes, quien falleció el año pasado y fue uno de los fundadores de la muestra junto a Carmen Guarini, su actual directora general, en esta edición será recordado David "Coco" Blaustein. En una suerte de arco temporal perfecto, la muestra exhibirá el primer largometraje del cineasta muerto este año, Cazadores de utopías (1995), en el que reconstruía la experiencia de Montoneros a través de entrevistas con sus integrantes, y el último, Se va a acabar (2021), conformado por los relatos de quienes resistieron a la dictadura de 1976-1983 desde la actividad sindical.
Pero, ¿cuál es el significado del cine documental en tiempos en que las fake news copan cada vez más espacios y la virtualidad ofrece numerosas opciones para alterar la percepción de la realidad? ¿Qué pasa cuando la materia de la que se nutre el documental se vuelve fácilmente distorsionable? “El punto de partida de todo documentalista es reconocer que la realidad no responde ni a los caprichos personales ni a preferencias ideológicas”, opinó Koza. “Dicho esto, se puede afirmar: el cine de no ficción puede doblegar el sentido común que ordena hace un siglo el universo intelectual: el perspectivismo. Hay ciertas películas que perforan el difuso relativismo con el que la mentira pasa por un punto de vista y una operación interesada por un razonamiento lógico. Los planos finales de la película de Mograbi no pueden ser menoscabados como la escenificación de una perspectiva. La impugnación estética del goce de los soldados israelíes tras lanzar gratuitamente un proyectil sobre un barrio no precisa de ninguna hermenéutica. Lo que se ve es suficiente para ver algo más allá de la lógica de un noticiero y el reporte de un corresponsal. Acá la imagen establece una relación con la verdad”.
“La política de las autoras”
Una de las novedades de este DocBuenos Aires es que incluye un apartado titulado “La política de las autoras”, en el que se exhiben películas de tres directoras pendientes de mayor difusión, como la francesa Clarisse Hahn, la canadiense Nisha Platzer y la argentina Tatiana Mazú. “Felizmente, hay un incremento de películas hechas por mujeres, pero la alegría causada por las premiaciones recientes en Cannes, Venecia y San Sebastián de películas dirigidas por mujeres no constituye necesariamente motivo de satisfacción estética. Dicho de otro modo: la política de las autoras requiere antes que nada ceñirse a pensar el cine primero que todo y hacer distinciones cuando sea necesario: una cosa es una película de Chloé Zhao, otra muy distinta una de Kelly Reichardt”, señala el programador Roger Koza.
De Hahn, podrán verse ocho películas, entre ellas Kurdish Lover, en la que la directora viaja con su pareja, quien es kurdo, a visitar la aldea de su familia, y Los desnudos, film en el que retrató las protestas de campesinos mexicanos de 2011, algunos de los cuales se manifestaron desnudos. En tanto, la sección incluirá también cinco trabajos de Mazú, activista feminista y de izquierda, como Río Turbio y La Internacional, en la que la directora entrecruza su vida privada con su militancia para filmar desde una manifestación piquetera hasta la intimidad de una pelea entre su madre y su hermana. Además se exhiben tres cortos de Platzer, una cineasta experimental a la que le gusta trabajar con distintos formatos y técnicas. “Tatiana Mazú puede ser aún demasiado joven, pero sus películas son estéticamente precisas y políticamente rabiosas. Comprende muy bien que la lucha feminista no puede aislarse de un concepto de emancipación que sobrepasa la lógica de las identidades y exige retomar la vieja pero vigente noción de clase para resignificar la conquista de los derechos de la mujer en una historia mayor de justicia”, indica Koza.
“Por su parte, Clarisse Hahn es una cineasta francesa poco vista y bastante alejada del elenco estable que va de festival en festival. Hahn tiene una virtud decisiva para cualquier cineasta, la curiosidad. Y en su caso se aplica a la exploración de contextos lejanos que exceden al racionalismo que define la cultura francesa. A la vez, está convencida de que el cuerpo puede ser concebido como un arma o una magnitud de resistencia. Nisha Platzer recién comienza, pero sus tres cortos programados refuerzan un concepto estético que liga al cine con la percepción y su intensificación”, completa Koza.