El año pasado, Ludwig Van Beethoven cumplió 250 años. Para entonces, Haydée Schvartz y Sebastián Tellado pensaron en involucrar al Ensamble Tropi en algún homenaje al compositor alemán, intentar un acercamiento posible de parte de una formación instrumental especializada en la interpretación de música de los siglos XX y XXI. Las posibilidades de aproximación eran numerosas y las ideas abundaban, pero la pandemia amainó los ímpetus y el proyecto, como tantos, quedó suspendido. A la espera de tiempos más favorables, las ideas no se quedaron quietas. Siguieron mutando hasta consolidarse en El secreto del cabello de Beethoven, un espectáculo que el jueves y el viernes, a las 20, se estrenará en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Kirchner.
Con dramaturgia, realización y dirección musical de Schvartz al frente del Ensamble Tropi, con ideas que la pianista y directora fue trabajando junto a Tellado, flautista y director, el espectáculo se articula con elaboraciones de músicas de Beethoven y de compositores actuales, sobre las imágenes de Ludwig Van, la película que Mauricio Kagel realizó en 1970, cuando Beethoven cumplía doscientos años. “Sebastián (Tellado) encontró la noticia de la subasta del cabello de Beethoven y enseguida nos vino a la memoria la película de Kagel, que es una crítica a todo lo que es el mal uso de Beethoven, al abuso de la figura del ídolo y a los excesos de la manipulación mercantil que se hace de su vida”, recuerda Schvartz.
En junio de 2019, en una subasta en Sotheby's de Londres, alguien desembolsó 39.000 euros por un mechón de cabellos, entre marrones y grises, atados con hilo de seda y enmarcados en un óvalo con vidrio, atribuidos a Beethoven. La noticia no tardó en dar vuelta al mundo. “El secreto del cabello de Beethoven tiene que ver con este concepto de plantear sus dos vidas: la primera mientras vivió, la otra a partir de su muerte”, interviene Tellado. “En la segunda está la construcción del mito y de alguna manera su banalización a partir de una imagen distorsionada. Kagel lo plantea y nosotros hacemos nuestra lectura 50 años después. Diseñamos una dramaturgia que acompaña la película, la cuestiona, la potencia, dialoga”, agrega el flautista y director.
Fragmentos de la “Séptima” y la “Novena sinfonía”, un movimiento del “Septimino Op.20”, otro del “Trío Op. 11”. Estos son algunos de los momentos que en la partitura de El secreto... se combinan con obras de Erik Satie, Lennon y McCartney, Louis Adriesen y estrenos en Argentina de Carola Bauckholt, Jonas Baes y Erik Oña, entre otros. “La película de Kagel nos guió en el enfoque, pero no necesariamente en la estética”, asegura Schvartz. “Nuestro acercamiento tiene que ver con reformular un guión, interpelando y dejándonos interpelar por la película, pero agregando cierto color local. Por ejemplo, en el comienzo del ‘Kirye’ de la Missa Solemnis de Beethoven hay una frase, ‘De corazón a corazón’, que en la película se repite tres veces. Nosotros lo relacionamos con el tango de Alessio y Yiso, que tiene ese nombre. Del mismo modo relacionamos la escena en la que la vieja pianista empieza a enloquecer tocando la sonata ‘Waldstein’, con Workers Union, de Andriessen”.
“Las músicas que seleccionamos tienen que ver con la historia de Beethoven o con la historia de Kagel”, continua Schvartz. “También hay un guiño a John Cage, el que dijo que el mejor compositor europeo que él conocía era argentino y se llamaba Kagel, cuando intervenimos con las 32 preguntas de su libro Silence. Seleccionamos las músicas y establecimos una dramaturgia con acciones muy discretas, tratando de ser muy cuidadosos en permitir que el público pueda mirar también la película”, sintetiza la pianista. “No se trata de musicalizar la película, sino de entrar y salir de ella con la música del ensamble. Es una hora y media de concierto sobre una hora y media de película”, acota Tellado.
Tanto Schvatrz como Tellado comparten la idea de “una declaración de amor por Beethoven” que movió en su momento a Kagel. También a lo que bien podría interpretarse como la búsqueda de un Beethoven esencial, más allá de cabellos embalsamados. “Me interesa indagar el Beethoven transgresor, pero no desde la metáfora, sino de la escritura misma, de cada gesto que dejó en la partitura”, dice Tellado. “Esta es una obra hecha desde el amor profundo, maravillados por la manera en que Beethoven está presente, se sigue recreando a través de las músicas que lo sucedieron hasta hoy. Beethoven siempre nos sorprende, y hasta creo que sigue burlándose de nosotros”, concluye Schvartz.