Pasó el feminismo, pasó una pandemia y hay cosas que muy a nuestro pesar, no pasan. Esa vieja y odiosa costumbre de obsesionarse con la vida sexual de una mujer. No es necesario que reponga los hechos ni los nombres de las personas involucradas, pues no pretendo hablar de lxs protagonistas, sino de nosotrxs, ustedes. ¿Qué tipo de poder narcótico tiene la vida sexual pública de una mujer? Personas, espacios, medios, memeros, que se nombran feministas, que han portado los pañuelos como quien lleva una pulsera, hoy están ejerciendo un escarnio público y gozoso por el deseo sexual de una mujer.

Analistas del deseo por celular, escribiendo manuales del buen desear, erigiéndose en los viejos pilares que intentamos desestabilizar desde siempre, policías de la moral, pánico sexual explícito, la sororidad se presenta como una toma de posición o estás del lado de una o de la otra, de nuevo de él no se habla, porque es hombre y “los hombres viste cómo son…”

Me quedo con dos frases, una decía: “me gustaría tener la libido de la C…” y otra que decía “C… yo también estoy casado”. Se está castigando a una mujer por deseante. ¿Los límites del deseo tienen que ser discutidos públicamente? El cuerpo de esta actriz es hoy el territorio de nuestras cruzadas morales.

Todo transcurre en un mundo muy ajeno, lejano al nuestro, vidas millonarias, personas que ostentan caprichos y modos de vida con los que una no puede ni soñar, son parte de la élite de este planeta, futbolistas, modelos, vedettes, actrices, actores, farándula blanca y rubia, con muchos niños blancos y rubios, familias ensambladas enormes, vuelos privados, zapatillas que son el salario de 5 años, al menos, de un trabajador promedio en la Argentina. Sin embargo, los sentimos cercanos, consumimos su imagen, sus formas de vida, sus tips, de eso viven, esa cercanía nos hace creer que les conocemos, que podemos decir algo sobre sus vidas, como si fuesen nuestros vecinos. Pero no lo son.

La familia unida, heteronormada, uniformada e impoluta: la imagen

El "pacto de caballeros" y la "rompe hogares", dos estereotipos vigentes

¿Qué pasa cuando esas vidas perfectas muestran una fisura en su maquinaria? ¿Qué fisuras se vuelven mediáticas y caníbales? Sin lugar a dudas las infidelidades ocupan el primer puesto, sin embargo, vemos cómo una vez más el odio recae sobre el cuerpo de una mujer. Un programa televisivo hizo un Excel, compartiendo las personas con las que una de las mujeres involucradas supuestamente había estado. De la vida sexual del muchacho en cuestión no sé nada, salvo que existe un verbo con su apellido, el cual no refiere a su promiscuidad sino a haber roto “un pacto de caballeros”. ¿Será lo que representa de esta mujer, fría, despiadada, rompe hogares, máquina deseante, la nueva figura de la mala víctima?

¿Qué es ese dispositivo que se despliega tan eficazmente y nos tiene a todes consumiendo un escrache público? ¿Qué diferencia hay entre la mujer apedreada en la plaza por adulterio, de la que ya nos hablaba la Biblia hace siglos y ésto que estamos viendo todo el día, por más que no veamos tele? De hecho, aquí la mujer vapuleada es soltera, sin embargo es quien debe dar explicaciones, como hace siglos. Las piedras siguen golpeando los mismos cuerpos.

¿Qué es ese afecto que se contagia tan rápidamente entre las personas cuando hablamos de la sexualidad de una mujer deseante? ¿Será que esto era el deseo? Deseo de tener su libido, su vida sexual, deseo de que me deseen, deseo de depositar mis fantasías, porque al fin y al cabo todo lo que circula en la televisión en estos días son fantasías sexuales de esta patética humanidad que sobrevivió a una pandemia.

La orgía que pudimos conseguir

En medio del encierro, hace solo algunos meses, circulaban por las redes sociales -a modo de consuelo- la referencia a un acontecimiento de la edad media, según la cual el final de una terrible peste se celebró con una gran orgía pública. ¿Será ésta la orgía que pudimos?

Cada une, desde sus celulares, computadoras, casas, opinando, juzgando, tomando por vedad todo lo que se dice. ¿Y el feminismo? ¿Dónde quedo la sororidad y la zorroridad? ¿Por qué la violencia recayó solo en el cuerpo de una mujer y no en el cuerpo de él? ¿Por qué los hombres son intocables en estos escándalos? Si esto no es el patriarcado, no es la heterosexualidad obligatoria funcionando impecablemente, ¿qué es?

Es la política anti sexo de siempre, pero sobre todo, es la fantasía sexual de una nación, que no sabe cómo lidiar con las mujeres que exponen sus deseos sexuales, que tienen una vida sexual pública, que se corren del buen guión de la sexualidad que puede ser visible y habitable. Y también es el feminismo hegemónico que hoy guarda silencio o analiza banalmente como un “conflicto de pareja” la violencia desplegada. Si algo aprendimos en todos estos años es que la distinción entre público y privado solo le sirve a los violentos, y va en detrimento de las libertades de las mujeres. Este escándalo, que se pretende presentar como privado porque compete a la vida de personas determinadas, es público, y la manera de abordarlo socialmente nos compete a todxs.

Lo que están haciendo con la deseante, en todos los formatos, es recordarnos las bases sociales y afectivas sobre las que se erige nuestro mundo: la familia como excusa para soportar y ejercer cualquier tipo de violencia, los acuerdos de pareja como algo íntimo y privado, la tan famosa fidelidad como una promesa de felicidad. El disciplinamiento no es solo para quien hoy no dejan de nombrar, es para toda mujer que tenga una vida sexual pública, que se presente como deseante.

Este poder aleccionador que se desplegó tiene su propio lenguaje, más allá de los eufemismos, decir zorra es decir puta, y ser puta en el 2021, al parecer, sigue siendo un insulto. Cuando una mujer indica como puta a otra públicamente, ¿qué hacemos?

Vivan las putas del mundo, que todxs somos adultxs y aquí nadie fue abusadx, y mientras escribo esto se está discutiendo cómo poner un freno a la suba del precio de la comida. ¿Fueron al súper?