La pandemia trajo a la agenda nuevos temas en materia social: la deserción escolar, la desmejora en el cuidado preventivo de la salud (caída de índices de vacunación y controles), el estrés y depresión en adolescentes, la crisis del cuidado intrafamiliar, la violencia de género y el maltrato infantil, la crisis ambiental y acceso insuficiente al agua.

Muchas de estas nuevas necesidades o demandas se sobreimprimen a las de las últimas décadas, agravadas por el deterioro social generalizado que, como punto de partida, dejó la gestión de Cambiemos.

1. La desigualdad es la pandemia del siglo XXI. La brecha entre la riqueza y la pobreza perjudica al desarrollo. Hay que ir más allá de la reducción de la pobreza para reducir la desigualdad. La mirada hegemónica aún asocia el desarrollo al crecimiento estrictamente económico. 

Se necesita tornar hegemónico el enfoque de los derechos, desde las brechas y las desigualdades. Apuntar a la desigualdad implica incidir en los determinantes del problema de la pobreza. 

Los enfoques actuales se centran en la medición de cosas de las que las personas carecen, a costa del entendimiento de porqué carecen de ellas. Partir de un enfoque que considere las desigualdades y brechas de partida es central para que las intervenciones den en el blanco.

2. La pandemia afecta más a los niños y las niñas y a las adolescentes y jóvenes. La desigualdad tiene edad y género. El 42 por ciento de la población tiene hasta 24 años y gran parte de ellos vive en situación de pobreza. 

Se debe incorporar su derecho a la seguridad social a través de una prestación universal, suficiente, sostenible financiera y políticamente. Según el documento de trabajo de Infraestructura del Cuidado del Ministerio de Obras Públicas publicado este año, el 30 por ciento de las jóvenes de 18 a 30 años son mal denominados “ni ni”, que no estudian ni trabajan. Cuando se analiza al interior de este grupo, el 76,3 por ciento ciento se declara como ama de casa.

3. La alimentación es un derecho y los alimentos cumplen una función social. El hambre es un problema de distribución, como ya lo decía Amartya Sen. 

Los ingresos se deterioran por factores coyunturales pero la desigualdad de partida es un problema estructural. Se debe intervenir en el aumento especulativo de la cadena de precios, tanto como desacoplar el precio local de los alimentos del internacional. La pobreza urbana está asociada a las posibilidades de consumo pero también a la lucha por la distribución.

4. Las políticas sociales son indisociables de las económicas. Ambas deben estar interrelacionadas. El colapso en los ingresos laborales de los sectores más vulnerables, generalmente informales es insoslayable. 

Aunque la mejora en los niveles de actividad es desde hace meses una tendencia sostenida es probable que la recomposición de los ingresos se demore. Se requerirá, mientras tanto, mayor presencia estatal.

5. La infraestructura del cuidado no es sólo un tema de ingresos. El cuidado es un componente central del bienestar de las personas, además de representar el 15,9 por ciento del PIB, como se señaló en el documento sobre 10 motivos para invertir en infraestructura del cuidado

Las infancias, las adolescencias, las juventudes y los géneros deben ser considerados en la planificación y la provisión de infraestructura, pero suelen ser dejados de lado. Abordar este eje es central para las políticas pospandemia para la reducción de la pobreza y la desigualdad porque el cuidado es un derecho y porque, además, esto genera empleo directo e indirecto en las obras que se construyen y en la puesta en marcha, por ejemplo, de los Centros de Desarrollo Infantil.

6. Necesidad urgente de mayor federalismo. No basta con atender a los promedios para saber cómo esta toda la población. Hay realidades muy disímiles que requieren soluciones y estrategias diferentes para alcanzar metas diferentes, y también de un abordaje interseccional.

* Directora Nacional de Transparencia del Ministerio de Obras Públicas y Coordinadora Académica del Diploma Superior de Desigualdades y Políticas Públicas Distributivas de Flacso Argentina.