Cuando el mundo parecía relajarse y la pandemia aparentaba ingresar en una nueva fase gracias al avance de las campañas de vacunación, Reino Unido vuelve a ser noticia y a encender las alarmas. En el presente, se halla en medio de una nueva ola de covid: el martes –día de mayor carga– registró más de 43 mil casos y 263 fallecimientos. Para llegar a cifras similares hay que remontarse al 3 de marzo; tanto que su tasa de muertes por millón de habitantes triplica los números de Alemania o Francia. Como siempre, lo que sucede en Europa y, sobre en todo en territorio británico, ha funcionado como un reflejo que anticipa lo que puede ocurrir en Argentina. Por este motivo, analizar su situación epidemiológica puede ser útil para no cometer los mismos errores. ¿Por qué afronta un presente complicado si el 68 por ciento de la población está inmunizada con dos dosis?
Daniela Hozbor, bioquímica e Investigadora Principal del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata, ensaya una hipótesis. “A pesar de contar con altas tasas de vacunación, todavía falta población por inmunizar, sobre todo los menores de 17 años. De cualquier manera, el dato positivo es que si se compara con la segunda ola, tenían 60 mil casos y 1600 fallecidos en cada jornada. El éxito de la vacunación es palpable. Los números actuales son mejores pero claro: no es suficiente, la gente sigue muriendo”, subraya.
A pesar de las estadísticas adversas, el gobierno británico no retoma las pautas de cuidado. Tanto la oposición política como la comunidad científica presionan al primer ministro, Boris Johnson, para eliminar las flexibilizaciones y retornar a fases que alienten una menor circulación de la población. La obligatoriedad del uso del barbijo fue levantada en la mayor parte de las situaciones cotidianas y la vacunación adolescente y pediátrica está estancada: dos aspectos en los que Argentina coloca la atención durante estos días. Asimismo, los que se inmunizaron al comienzo de la campaña puede que estén perdiendo protección frente a nuevas infecciones.
“Sabemos que la efectividad de las vacunas para prevenir los contagios disminuye significativamente a partir de los seis meses. Esto puede estar haciendo que se vuelva a infectar gente previamente inmunizada. Particularmente, me parece que se ha subestimado la infección intrahogar. El éxito de las vacunas para prevenir este tipo de contagios es mucho menor. Cuando la persona infectada es el conviviente nos exponemos a una carga viral mucho mayor”, explica Rodrigo Quiroga, bioinformático, docente en la Universidad Nacional de Córdoba e Investigador del Conicet. Y continúa con el abordaje de los factores que, desde su perspectiva, inciden en la situación que afronta Reino Unido: “A esto se suma que demoraron muchísimo la vacunación adolescente. Solo la habían aprobado para personas de 16 y 17 años, después avanzaron con chicos de 12 a 15, pero siempre fueron muy lento, sobre todo teniendo en cuenta sus posibilidades”. Mientras tanto, la protección de menores de 12 años aún no fue autorizada.
Luego, el investigador compara la influencia de la vacunación de acuerdo a la situación habitacional de Reino Unido y Argentina. “Nuestras simulaciones indican que la vacunación pediátrica va a ayudar muchísimo a reducir la transmisión viral, sobre todo, en países como los nuestros en los que tenemos una gran cantidad de hogares intergeneracionales y con mucha gente”. Según Quiroga, mientras el promedio de Reino Unido es de 2.6 personas por hogar (similar a CABA), en Argentina llega a 3.5. La probabilidad de contagio está directamente relacionada con la cantidad de personas no vacunadas con las que cada individuo comparte el techo.
¿Naturalización de la muerte?
Una de las hipótesis que comienzan a esbozar algunos especialistas para comprender el caso británico es el "acostumbramiento de la muerte”. A ello se suma una problemática de comunicación política: a la sociedad se le ha dicho que el retorno a la normalidad se concretaría con la vacunación y tal promesa, al menos en el mediano plazo, resulta imposible de cumplir. Así, referirse a la “postpandemia” resulta apresurado. ¿Será posible, algún día, llegar a cero casos de covid o solo constituye una utopía? ¿Qué objetivos deben perseguir los gobiernos? ¿Alcanza con garantizar que no sature el sistema de salud?
Esta semana, Andrew Pollard, quien está al frente del Comité Conjunto de Vacunación e Inmunización, señaló que la mayoría de las 8.239 personas que se hallan en camas de terapia intensiva no había sido inmunizada y que, por otro lado, los que sí estaban protegidos, en cambio, “afrontaban síntomas leves”. No obstante, hay vacunas disponibles, tanto que Reino Unido ya ha inoculado una tercera dosis a la mitad de los mayores de 50 años. En total, en menos de seis semanas, cuatro millones y medio de británicos se aplicaron su dosis de refuerzo.
El problema en la isla europea es complicado porque, como en todo el planeta, adquiere una lógica circular: si la gente no se inmuniza, corre mayor riesgo de infectarse y de contagiar a más personas, aumentan las posibilidades de emergencia de nuevas variantes que eludan la protección que confieren las vacunas y, de este modo, más ciudadanos vulnerables enfrentan la chance de necesitar una cama de terapia intensiva. Si cada vez más personas necesitan una cama, el sistema vuelve a estar en riesgo de colapso. AY.4.2 (conocida como delta plus) es un sublinaje de delta, representa el 10 por ciento de los nuevos contagios y se advierte que podría ser más transmisible que las precedentes.
Mejor no imitar todo
Tanto Argentina como otros países de la región han estudiado la experiencia británica desde el comienzo de la pandemia. ¿Por qué? Porque lo que sucede de ese lado del Atlántico, luego –con los matices propios de cada contexto– puede replicarse en el ámbito local. Frente a problemas similares, las estrategias de acción imitan coreografías parecidas. "Imitamos el espaciamiento entre la primera y la segunda dosis, buscamos seguirlos y tener más población vacunada con al menos una dosis que la mitad con dos”. Y agrega: “Luego con delta, se modificó la estrategia y también copiamos el requisito indispensable de avanzar hacia el esquema completo. También procuramos, como en Reino Unido, vigilar las fronteras. Y ello retrasó su avance y brindó mejores posibilidades para avanzar con la campaña de inmunización mientras tanto”.
Quiroga destaca que, aunque las acciones británicas en algún momento pudieron haber funcionado como norte para países como Argentina, en el presente, puede que imitarlos no se ofrezca como la mejor opción. “Hoy la estrategia del Gobierno británico es permitir que todo el mundo se infecte. Ya vemos que eso no funciona, desde hace meses tienen una pila de nuevas infecciones y cada vez más fallecidos. A este ritmo se enfermarán prácticamente todos”, comenta. Y remata concentrándose en la situación doméstica: “La lección que tenemos que aprender desde Argentina es que si vamos a relajarnos así, se va a poner otra vez muy complicado, salvo que podamos vacunar a un 85 por ciento de la población. Vamos rumbo a una situación similar: el aumento de casos en CABA está concentrado en la franja de niños de 6 a 11 y de 11 a 17 años. Es urgente acelerar su protección”.