De la historieta como (noveno) arte
Algunas de las plumas y pinceles más reconocidos de la historieta italiana tendrán un honor sin precedentes: compartir espacio vital con obras maestras de Botticelli, Leonardo Da Vinci, Tiziano, Rafael, Caravaggio y Miguel Angel. Y en forma permanente. Puede que, en otras latitudes, no todos estén empapados de la obra gráfica del maestro Altan, habitué de Repubblica; de Ratigher, de Sara Colaone, de Vicenzo Filosa, de Paolo Bacilieri, de Doctor Pira o de Maicol & Mirco (dupla que, en realidad, es nom de plume de Michael Rocchetti), pero lo estarán nomás pisen la Galería Uffizi a partir de noviembre. Será entonces cuando los autorretratos de estos y muchos otros autores (52 en total, de estilos, andaduras y épocas diferentes) sean colgados en el prestigioso museo florentino. Así, “la descollante colección que empezara a reunir el cardenal Leopoldo de Medici a mediados del siglo XVII, montada luego por el duque Cosme III, será testigo de una revolución”, señala la prensa tana, sumando pronto la palabra de Eike Dieter Schmidt, historiador del arte alemán, director de Uffizi desde 2015: “Se abre un nuevo campo de coleccionismo para nuestras salas, que a lo largo de los siglos han ido incluyendo nuevas formas de arte, hasta llegar hoy día a la escena de los historietistas”. Con miras de seguir haciendo espacio a venideros autorretratos de reputados referentes del noveno arte, dicho sea de paso: asegurado un rincón a venideros ganadores del Lifetime Achievement Award que entrega el histórico festival Lucca, de Toscana, cada año. “El Uffizi se convierte así en uno de los primeros museos de arte clásico en apostar por la vitalidad y la fuerza creativa del cómic”, se ufana Dario Franceschini, ministro de Cultura de Italia, convencido de que los trazos jóvenes dialogarán con las grandes obras del pasado, avivando la creatividad... y despertando la chispa de jóvenes por visitar el museo, claro está.
Muñequitas escalofriantes
“Es temporada de calabazas decorativas, y eso significa que la buena gente del Centro de Historia del Condado de Olmsted, en Minnesota, ha vuelvo a abrir un portal directo al infierno con su desfile de muñecas espeluznantes, que compiten por nuestro afecto y, claro, por el derecho a roernos el rostro mientras dormimos”, recuerda la revista digital Hyperallergic a cuento de un nuevo clásico de Halloween. Desde 2019, el mentado museo –dedicado a preservar la historia y el legado del condado– inauguró una propuesta un pelín... siniestra: dar a conocer nueve de las muñecas antiguas más perturbadoras de su colección, darles un nombre acorde, y pedir que las personas elijan a su favorita, en un concurso anual que quita el sueño, literalmente, a muchísimas personas. Este año, conforme es costumbre, la competición entre los figurines demoníacos está realmente complicada; cada cual hace suficientes méritos para poner los pelos de punta, aún más que Chucky y Anabelle. Difícil decantarse por la Señorita Abismo, “de ojos inquietantemente brillantes”, que te atraviesan el alma; el Profesor Moriarty, de look payasesco, que “probablemente te convenza de cometer una atrocidad inenarrable”; o Lizzie Borden, bautizada en honor a la famosa asesina del hacha, por razones que es mejor no indagar. Otras concursantes con iguales chances de convertirse en la más aterrorizante incluyen: muñecas de antaño creadas con hojas de maíz o con pelo humano, una costumbre –por cierto– no tan extravagante. Además de recibir votos a través de Instagram y Facebook, el lugar ofrece la posibilidad de conocer a las muñecas en persona, en un evento con jazz en vivo, tragos inspirados en cada ejemplar y, posiblemente, posesiones demoníacas. “Puede que hoy pongan la piel de pollo, pero en épocas pasadas estos chiches fueron muy queridos por sus jóvenes dueñas o dueños”, recuerda Wayne Gannaway, director de centro histórico, que –por si las mosquitas– avisa que el asunto se extenderá por varios años más. Es que, diantres, tienen en su haber más de un centenar de ejemplares que inducen a la pesadilla.
Futurología canina
En tiempos de marcada incertidumbre, nunca viene mal la ayudita de un fiel oráculo, doblemente confiable si se trata de un can. Ajá, un perrito como Noodle, un pug mago que está haciendo olas en Tik Tok, donde la gente espera anhelante que cada mañana el animal de 13 años comparta su sabiduría, para decidir qué hacer sobre temas apremiantes. De creer en los comentarios de usuarios de la mentada red social, según cuál sea la predicción de Noodle, hay quienes han postergado sus bodas, esperado un cachito antes de invertir en tal o cual negocio, e incluso ha habido una mujer que asegura haber ganado la lotería, medio millón de dólares, impulsada a comprar el ticket por incentivo del pug adivinador. “La gente me comenta que el pronóstico de Noodle es más preciso que el horóscopo. Realmente yo no tuve nada que ver en este asunto; fue Internet la que decidió que mi mascota era un oráculo confiable”, abre el paraguas Jonathan Graziano, estadounidense a cargo del vaticinador que se volvió un fenómeno arrasante de la noche a la mañana. “A principio de mes, tenía unos 100 mil seguidores; ahora ya casi alcanzo los 4 millones”, cuenta el abrumado muchacho sobre la inusitada popularidad de su perro, que marca las expectativas diarias de incontables personas según... su pereza. El asunto, finalmente, empezó como un juego: Graziano acostumbra filmar a su perrito al alba, cuando empieza su día, intentando que se levante. Si el bicho se desploma de cansancio, se entrega a la gravedad, sin intención alguna de despertarse, Jonathan dice que es “un día sin huesos”, que en materia de profecía se traduce –según agoreros internautas– a “hoy tomate las cosas con calma, relájate, no te embarques en proyectos colosales o tomes grandes decisiones”. Si, al contrario, Noodle se mantiene de pie, listo para arrancar la jornada, es “día con huesos”, o sea, un buen momento para accionar, ser enérgico, darse un capricho, dar curso a cualquier idea que se esté amasando. Advertidos están de los óseos y ociosos augurios.
Oda a la patata
“París tiene la Torre Eiffel, Roma tiene el Coliseo, Londres tiene el Big Ben, pero de ninguna manera es monopolio de grandes ciudades el asunto de los monumentos icónicos. La prueba está en un pequeño pueblo chipriota, Xylofagou, que acaba de revelar su estatua emblemática”, avisa la prensa francesa a cuento de una flamante figura que está siendo target de impiadosas mofas. Injustificadas, por otra parte; después de todo, ¿no es meritoria de alta honra la siempre noble, modesta y versátil… papa? Sí, sí, a la papa –o patata como le llaman en otros terruños– está dedicado el mentado monumento, ciento por ciento literal al momento del diseño. La papa grande, tal su sobrio nombre, entrega lo que su designación promete, con sus cinco metros de altura y un parecido total al susodicho tubérculo; o, mejor dicho, a su variedad Spunta, de tipo semitardío, forma alargada, sabor suave, que lo mismo puede freírse, asarse o –lo más recomendable– cocerse, y resulta ideal para ensaladas. No así la estatua de fibra de vidrio, evidentemente, que busca emperifollar el horizonte de Xylofagou, de ningún modo satisfacer el apetito de lugareños. Que igualmente tienen versiones comestibles muy a tiro, conforme señala el líder de la comunidad George Tasou, en charla con la prensa: “Dedicado al cultivo de hortalizas, nuestro pueblo tiene una larga herencia cultural en torno a la papa, y es uno de los principales productores de patatas de todo Chipre. Esto ha ayudado a que la aldea crezca, convirtiéndose en una comunidad de diez mil habitantes hoy día”. Diseñar, fabricar e instalar el monumento, por cierto, les costó una buena suma: cerca de diez mil euros, que ven como una excelente inversión a futuro. ¿Por qué? Simple: está entre los planes próximos del municipio sacarle rédito a su enorme tubérculo de mentirillas, instalando bancos para quien quiera contemplar la pieza artística, puestos con souvernirs para que turistas se lleven un recuerdito, además una petite zona gastronómica donde los platos serán –evidentemente– de papa, prepara, eso sí, “de distintas maneras”. Asimismo, pronto debería ver la luz “un museo de la patata, donde se exhibirán las herramientas vinculadas a su cultivo, imágenes de nuestras tierras fértiles”, entre otras bondades de pasión relativa. En fin, un mundo al completo con indecible potencial, que consuelan a Tasou y compañía. Y es que, desde que revelaran su monumento, no paran de leer chistes a diestra y siniestra en redes sociales, donde además de manifestar la gente incredulidad por la obra, se carcajean por su forma similar a cierta parte pudenda viril. “¡Hay que ser mal pensados!”, la respuesta de los vecinos, que igualmente han dicho: “Al menos, nos dan publicidad”.