El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se dirigió este jueves al Capitolio para pedirle a los congresistas del partido demócrata el apoyo a su proyecto de gasto social y ambiental, recortado a 1,75 billones de dólares. La Casa Blanca cree que el plan puede ser aprobado en el Senado, donde la oposición republicana controla 50 de las 100 bancas. "Sé que tenemos un acuerdo económico histórico", aseguró Biden en un discurso a la nación.
El mandatario fracasó en su objetivo original de conseguir una votación favorable en el Congreso a un plan mucho más ambicioso que contemplaba una partida de 3,5 billones de dólares, antes de viajar a Roma para reunirse con el papa Francisco y los líderes del G20, y luego a una cumbre de la ONU sobre el clima en Glasgow, Reino Unido.
Consciente de la importancia de que sea aprobado por el Congreso, Biden se desplazó a primera hora de la jornada al Capitolio para defender el plan ante los legisladores de su partido y pedirles su apoyo. Poco después, y ya en una intervención pública desde la Casa Blanca, el mandatario aseguró que Estados Unidos se encuentra frente a "un punto de inflexión". Además remarcó que la propuesta "creará millones de empleos, hará crecer la economía, invertir en nuestra nación y en nuestra gente para convertir la crisis climática en una oportunidad".
El presidente demócrata ofreció una dosis de realismo y pragmatismo al defender el pacto. "Nadie consiguió todo lo que quería, incluido yo mismo. Hace tiempo que digo que el compromiso y el consenso son las únicas maneras de hacer algo grande en una democracia", sostuvo.
El plan mantiene las inversiones en el clima y la educación infantil, que estaban previstas en el proyecto inicial de 3,5 billones de dólares, pero deja fuera una baja por maternidad paga a nivel nacional ante las presiones del ala centrista de su partido. Enfría también las expectativas de un plan de regularización para los inmigrantes indocumentados, ya que no lo incluye directamente en la propuesta. Estos recortes no dejaron conformes a los sectores más progresistas de la bancada demócrata.
La financiación del plan de gasto de Biden se basa en la imposición de una tasa del 15 por ciento para las grandes empresas, dentro del acuerdo global de un impuesto mínimo internacional a las multinacionales. Queda fuera, finalmente, la propuesta de aplicar impuestos a los multimillonarios que ganen más de 100 millones de dólares al año o cuyos activos estén valuados en más de 1.000 millones de dólares, y que habría afectado a magnates como Elon Musk y Jeff Bezos.