La defensa de un bloque europeo fuerte y de los intereses franceses fueron ejes centrales del discurso de asunción de Emmanuel Macron. Durante el acto de investidura en el palacio del Elíseo, el flamante presidente de Francia aseguró que devolverá la confianza a sus compatriotas. En su primera aparición como presidente, Macron dijo que los franceses habían elegido “la esperanza y el espíritu de conquista”. Este hombre, que hace tres años era prácticamente un desconocido, prometió que la Unión Europea (UE), golpeada por la inminente salida del Reino Unido, será reformada y relanzada durante su mandato.
El jefe de Estado francés tendrá una primera ocasión para demostrar su apertura hacia la región en el viaje inaugural al extranjero que emprenderá en la tarde de hoy para entrevistarse en Berlín con la canciller alemana, Angela Merkel. El centrista liberal proeuropeo de 39 años sucede al socialista François Hollande una semana después de haber derrotado en la segunda vuelta de las elecciones a la líder de la extrema derecha Marine Le Pen.
Ayer adelantó que la UE será una de las claves de su mandato, como ya lo hiciera durante la pulseada que mantuvo en la campaña electoral con Le Pen. La buena marcha del motor franco-alemán será condición de partida para su idea de conseguir “una Europa más eficaz, más democrática, más política”, que constituye “un instrumento de la potencia y de la soberanía” de Francia.
Macron, que también tiene previsto cenar el miércoles con el presidente del consejo italiano, Paolo Gentiloni, insistió en que “el mundo y Europa necesitan más que nunca a Francia, una Francia fuerte que lleve alta la voz de la libertad y de la solidaridad, de una Francia que sepa inventar el futuro”. Asimismo, dijo que en política internacional su prioridad será estar siempre del lado de la libertad, y de los derechos humanos para construir la paz de forma duradera.
Su discurso europeísta forma parte de una estrategia para devolver la confianza a una Francia que, según su propio diagnóstico, desde hace décadas duda de sí misma. Por eso una de sus metas es cambiar ese estado de ánimo y convencer a los franceses de que el país “tiene en su mano todas las bazas de las grandes potencias del siglo XXI”. En este sentido, adelantó que
El ex banquero, que nunca se había sometido al veredicto de las urnas, fue proclamado jefe de Estado por Laurent Fabius, presidente del Consejo Constitucional. “Para ser el hombre de su país, hay que ser el hombre de su tiempo”, dijo Fabius, apartándose de la tradición para citar al escritor François René de Chateaubriand. “Sin duda, usted es un hombre de nuestro tiempo, por sus decisiones, por su formación, por su carrera y hasta por su estado civil”, señaló el funcionario. “Y por la elección soberana del pueblo, ahora es, sobre todo el hombre de nuestro país”, agregó Fabius ante un centenar de invitados.
Luego, el presidente electo se dirigió a Champs Elysées. Bajo una fina lluvia, recorrió la famosa avenida parisina en un vehículo descubierto que lo llevó hasta el Arco del Triunfo, donde colocó una ofrenda floral en la Tumba del Soldado Desconocido. Por la tarde, durante una recepción ofrecida por la alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, Macron indicó que en el centro de su mandato estará la voluntad de reconciliar las fracturas que hay en Francia, con el objetivo de que la globalización beneficie a todos. Consideró, a su vez, que el desafío que se plantea es impedir “que nuestro país se deshaga” y para eso hay que “difundir el éxito, ampliar el campo de las posibilidades”, porque es consciente de las fracturas que atraviesan el país desde el punto de vista territorial y social. En la tradicional parada para todos los mandatarios franceses que saludan a la ciudad anfitriona, alrededor de 1.500 policías fueron desplegados para la ocasión cerca del palacio presidencial y las calles aledañas estuvieron bloqueadas.
El presidente saliente François Hollande, que se reunió con Macron durante más de una hora para el traspaso de poderes oficial, salió del Elíseo bajo los aplausos del personal y del nuevo presidente, que lo acompañó hasta su auto. “¡Buena suerte!”, le susurró Hollande a Macron, quien fue su ex consejero y ex ministro de Economía, al despedirse. El socialista, de 62 años, terminó su mandato de cinco años como uno de los jefes de Estado más impopulares de Francia, dejando detrás suyo un escenario político complejo. Su índice de desaprobación sin precedentes lo llevó a renunciar a la reelección, algo inédito desde 1958. “Dejo Francia en un estado bastante mejor que en el que la encontré”, tuiteó sin embargo el ya ex presidente, subrayando las pruebas terribles a las que tuvo que hacer frente.
Desde enero de 2015, una ola de atentados reivindicados o inspirados por grupos jihadistas dejó 239 muertos en Francia. Hollande entregó las llaves del Palacio Elíseo pero, contrariamente a su predecesor Nicolas Sarkozy, no anunció su retirada de la política. “En la vida nunca hay que decir nunca jamás”, dijo.
La primera semana de Macron en la presidencia de Francia estará cargada. Se espera que hoy revele el nombre del que será su primer ministro, antes de volar a Berlín para reunirse con Merkel. Después, Macron realizará una visita a las tropas francesas, posiblemente en Africa. En junio, se enfrenta a elecciones legislativas en las que su movimiento político busca hacerse con la mayoría absoluta para aplicar su ambiciosa agenda de reformas. Su movimiento, La República en Marcha, presentó una lista de 428 candidatos, en la que la mitad son novatos en política.