El endurecimiento del Fondo Monetario Internacional en la negociación de la deuda argentina sumada a las provocativas confesiones del nuevo embajador norteamericano designado para la argentina constituye un combo difícil de digerir para el gobierno y comienzan a reflejarse en el cambio de tono del discurso presidencial. A propósito del acto en el estadio del Deportivo Morón, con motivo del 11 aniversario de la muerte de Néstor Kirchner vimos a un presidente desplegando una oratoria mucho más encendida al calor del recuerdo de la gesta del ex presidente. La militancia necesitada de convocatorias a confrontar con la derecha económica insaciable y sus personeros políticos, celebró la tenida y recargó las pilas para la dura etapa que se avecina cualquiera sea el resultado de las urnas.
La batalla por el control de precios, aunque resulte un parche, adquiere ese carácter por la cantidad de sujetos implicados en la pelea. O ganan los grandes formadores con el discurso de que cualquier control conduce indefectiblemente al desabastecimiento, o se impone el sentido común de que le corresponde al Estado imponer reglas para proteger a la mayoría. En cualquier caso, del resultado de esta pulseada dependen todas las negociaciones que vienen. Paritarias, asignaciones, planes sociales, jubilaciones están sujetas al destino de esta tenida.
Hay necesidad de brazos para enfrentar la crisis. En todos los frentes amenazan con ajustes. Nuevos conflictos como los dos días de paro en Acindar, originado en un exceso de un gerente con un operario que terminó con el obrero internado por un infarto, dan cuenta del clima laboral que se impone en las fábricas para aumentar la productividad.
La épica de Néstor Kirchner, en condiciones aún peores que las actuales logró poner en caja la presión internacional y sacar al FMI de la escena política, como punto de partida de una prolongada recuperación económica. La oposición de aquella época acompañó en silencio herida por “el que vayan todos” de la crisis terminal del año 2001. Hoy, por el contrario, hace del obstruccionismo su razón de actuar y obliga a Alberto Fernández a profundizar su estrategia. Apostar al diálogo y al consenso sin convocar a una nueva épica a los sectores laborales sociales y militancia política que recupere la movilización efectiva quedará en el baúl de los recuerdos inocentes que no conmueven a las bestias del mercado.
Tres movilizaciones al hilo, la del 17 en la plaza, el 18 en la CGT y la del estadio del gallito dan cuenta de una potencia contenida esperando ganar las calles que es el último capital político que le queda al gobierno. Habrá confrontación en las urnas en tres semanas, pero también habrá confrontación en las calles si no se logra torcer el designio del poder concentrado de imponer sus condiciones para la Argentina que viene.
Las PASO pueden transformarse en un espejismo opacado por los próximos comicios si los sectores políticos con poder territorial del frente hacen lo que la historia demuestra que han hecho en otros tiempos. Poner la carne en la parrilla sin especulaciones es una decisión política factible de ser tomada. En cada distrito movilizar de verdad a los votantes para que voten marca de por sí una gran diferencia.
Salir de la coyuntura electoral y recuperar la calle en la pos pandemia marcarán el contorno de los dos últimos años de este mandato presidencial. El acuerdo con el FMI determinará los márgenes que le quedarán al aparato productivo para reactivarse plenamente y por sobre todas las cosas las reivindicaciones de los trabajadores expresadas programáticamente devendrán en banderas para aplacar las apetencias sin límites que ostenta el poder económico concentrado de nuestro país.
Estas necesidades determinan a cada sector las tareas que se imponen: al movimiento obrero, una vez más, la vanguardia de la defensa de las conquistas históricas en un cerrado rechazo a las reformas reaccionarias en el mundo de los derechos laborales individuales y colectivos, a los movimientos sociales presionar por políticas que les permitan emerger del asistencialismo al pleno goce de un trabajo digno y con todos los beneficios y a la militancia política la movilización permanente para profundizar el camino que inició Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003.