Son seis canciones, en las que la música de Pichi De Benedictis navega mientras invita a ser parte de un mundo de referencias cruzadas, enmarcadas bajo el título Sudaca (Acqua Records). Ya disponible en las plataformas digitales, el nuevo disco de De Benedictis marca una continuidad de acento lírico con el anterior Seis citas sobre el amor y la existencia (BlueArt, 2020) pero ahora desde un abanico mayor. Como explica él a Rosario/12: “No hay ninguna pretensión, son letras sencillas, y la verdad es que el disco anterior tiene letras que me gustan mucho. Pero yo conozco mis debilidades, no podía escribir más letras que sobre el amor, y temo de mí mismo cuando escribo porque me ganan la emoción y el simplismo. Pero ya varios me han señalado la importancia de las letras. Y me hace sentir muy bien”.

Sudaca fue compuesto casi en su integridad durante la pandemia, y seguramente el transcurrir raro de los días implicó un ánimo diferente. “Cuando hablo de cosas ideológicas es cuando se mezcla un poco la poesía, como por ejemplo en ‘Pañuelos’ (Antes fue todo aquelarre/de búsquedas sin consuelo/días de bronca y espanto/de súplicas y de ruegos); pero por ejemplo en ‘La luna en Montevideo’, fue primero un poema y después canción (La media luna acostada/ingrávido tajo/en la nada. La luna en Montevideo/fuga de luz/de otro cielo). También hay una canción donde conseguí un equilibro: ‘Mis días como extranjero’. Ahí trabajé mucho la letra, me costó mucho tiempo y la cerré una semana antes de grabar (De obsolescencia amorosa/y súbitos desencuentros/De aquel último mensaje/como epitafio sereno)”, agrega.

El disco cuenta con dos colaboraciones con Jorge Fandermole: “Siempre que te digan nunca” y “Danza de los camalotes”; y una con Carlos Casazza: “Navegantes de agua dulce”. Según el músico: “Con Fander, las dos canciones son en colaboración. En el caso de ‘Siempre que te digan nunca’, la canción nace del estribillo, que es mío. Y en ‘La danza de los camalotes’, que es una canción del ’86, hicimos una especie de arqueología para saber quién había escrito qué, porque nadie lo recuerda; pero detecto algunas cosas como ‘el agua con sus guitarras/el viento y sus acordeones’, eso es mío, mis metáforas son más simples (risas)”.

-Destaca por ser un disco de canciones amables, que invitan a ser habitadas.

-Creo que éste es el disco de un compositor, y no el de un intérprete. Eso está claro. Siempre hice canciones simples pero no es tan así. Por ejemplo, “Navegantes de agua dulce” es una canción de una época donde uno quería que el otro supiera todo lo que uno sabía. Tiene una armonía con 40 acordes. Eso se lo pasé a Claudio Cardone y él lo simplificó. Si pensás en un arco y tirás la flecha, tiene que ir recta al blanco. Pero si a esa flecha la adornás y le pintás la madera, la flecha va a tener otro peso y se va a mover distinto. Y si le agregás una colita de color también. Yo quiero que la canción sea un flechazo. Pero hay que protegerla. Primero del compositor, que tiene que controlar su ego, y después del arreglador y de la producción. Estas canciones, la verdad, son como pura médula. No tienen un traje ostentoso. Y en ellas está presente la historia, son canciones que recuperan un relato. En “Mis días como extranjero”, hay en verdad tres canciones por debajo, que están ocultas y dan un clima especial. La otra es “Danza de los camalotes”, que tiene mucho porque es, ¿cómo te diría?, la más expresionista.

-Y es la que cuenta con el Chango Spasiuk, qué bueno que su sonido forme parte de la propuesta.

-Lo del Chango es un lujazo. Si vos me preguntabas quién quería que tocara ahí, te decía que él. Y se lo pedí. A los 10 minutos me respondió y participó grabando un día entero, hizo varias copias, se comprometió. Que en la misma canción convivan el ritmo rockero de (Franco) Mascotti y el sonido de Silvio Astier (samples de la versión original y percusión), tampoco hizo que se desvirtuara la línea de la flecha. Es una remake, porque se cumplen 35 años de la obra de teatro-danza que yo escribí, y esta canción abría ese espectáculo. Quise hacer un homenaje a esa época.

-¿Por qué “Sudaca”?

-Es complicado. Si tuviera una bajada debiera decir: “y me la banco”. ¿Qué quiere decir para mí? Que me banco todas las influencias que tengo, y me banco fusionarlas con todo lo que mi acervo cultural me da. Es algo híbrido, y reivindico esta palabra, porque es la fusión de dos cosas diferentes la que da una nueva. Las culturas se juntan y hay una fusión natural. ¿Qué es “sudaca”? Ser un clase media urbano, plagado de influencias, que uno deja que corran y que sean lo que sea.

Si de cruzar influencias se trata, el núcleo está en la colaboración con Franco Mascotti: “Es muy importante su presencia, conformamos un dúo de trabajo donde él funciona como una interfaz hacia un sonido más moderno. Hemos consolidado un dúo de producción y de sonido que ya estaba presente en el disco anterior”, concluye.