La guerra no convencional que libra Estados Unidos contra Cuba tiene una nueva fecha marcada en el calendario. Es el 15 de noviembre próximo. Quienes pretenden ponerle una lápida al socialismo en la isla volverán a movilizarse. Adentro lo hicieron el pasado 11 de julio pero la protesta se desvaneció con rapidez. Afuera – con epicentro en Miami – tienen previstos casi cincuenta actos en unos 23 países. Apenas representan el 12 por ciento de los 195 estados que integran Naciones Unidas. Ni tan tan, ni muy muy. La mayoría de estos encuentros se convocaron en ciudades de EE.UU y España con una peculiaridad histórica: son la potencia invasora de 1898 que se apropió de Guantánamo y financió la operación mercenaria en Playa Girón, y el desmantelado imperio que colonizó sus tierras durante cuatro siglos. A ese cambio de rumbo que digita Washington suele llamárselo en el lenguaje de la diplomacia: injerencismo.

En esta ofensiva que se intensifica, la Casa Blanca aporta la doctrina de agitación y los recursos indispensables. La circular de entrenamiento TC-18-01 es clave para entender este tipo de operaciones. Fue redactada en noviembre de 2010 en la base de Fort Bragg, Carolina del Norte. Un cuartel que debe su nombre a un militar esclavista y condecorado por su papel en la guerra que anexó más de la mitad del territorio mexicano en el siglo XIX. Ahí funciona el Centro de Guerra Especial John F. Kennedy que ideó el manual del buen desestabilizador para gobiernos que no se disciplinan a la Casa Blanca. El de La Habana es el primero de la lista.

Bajo la consigna “Patria y vida, Viva Cuba libre” grupos contrarrevolucionarios vuelven a apostar todo a una fecha. Están envalentonados por la persistencia y recrudecimiento del bloqueo y la continuidad de una misma política. No varió de Donald Trump a Joe Biden que mantuvo 243 medidas hostiles del expresidente. Entre las más difundidas que dañan al pueblo cubano - sobre todo por el contexto de pandemia -, se cuentan: la limitación del envío de remesas a 1000 dólares por trimestre, las trabas insalvables para importar insumos médicos vitales en el combate contra la Covid-19 y la decisión de permitir demandas contra la isla en la justicia estadounidense bajo el Título III de la Ley Helms-Burton. Esta modalidad de injerencia estuvo suspendida durante 23 años.

El gobierno de Miguel Díaz Canel replicó los ataques y señaló que la sincronización de las marchas dentro y fuera de Cuba busca promover un cambio de su sistema político. El 15 de noviembre coincide con la decisión de La Habana de abrir sus fronteras al turismo “de manera escalonada y ordenada”. También con la apertura de las escuelas en la isla. No es azarosa la elección de ese día para la oposición empujada por EE.UU. Los diez aeropuertos del país ya están dispuestos para operar. A partir de esa fecha, aumentará la frecuencia de vuelos y la cantidad de viajeros que llegarán a sus hoteles.

Una de las voces que denunció desde la isla la organización de las protestas con el apoyo financiero de Washington, es la de Rogelio Polanco Fuentes. Integrante del Comité Central del Partido Comunista, dio detalles en una extensa entrevista para la TV cubana: “Entre el 20 y el 27 de septiembre un reducido grupo de ciudadanos entregaron en las sedes de los gobiernos municipales o provinciales de ocho provincias del país, textos similares donde anunciaban la decisión de celebrar una marcha supuestamente pacífica. La acción fue concebida con un alcance nacional en evidente coordinación por parte de sus promotores”.

Recordó que el 12 de octubre, las autoridades de los municipios donde se recibieron esas notas, respondieron al pedido. “En esa ocasión se ofrecieron los argumentos precisos sobre el carácter ilícito de la marcha en correspondencia con los artículos 56, 45 y 4 de la Constitución”.

Para el gobierno cubano la convocatoria es ilegal. Polanco completó: “Ante el desafío de los promotores de la provocación, en su pretensión de hacer caso omiso a la negativa de las autoridades, el 21 de octubre la Fiscalía General de la República en sus sedes de varias provincias inició un proceso de apercibimiento a estos ciudadanos; manifestándoles que de incumplir la decisión incurrirían en los delitos de desobediencia, manifestaciones ilícitas, instigación a delinquir y otros, previstos y sancionados en la legislación penal vigente”.

A una hora y poco más de La Habana, los cubanos de Miami se juntarán el 15-N donde lo hacen siempre: en el restorán Versalles. Ha sido el punto de encuentro para festejar la muerte del comandante Fidel Castro – el 25 de noviembre se cumplirán cinco años – o esperar el desenlace de la larga batalla judicial que se entabló contra el gobierno de La Habana para retener al joven Elián González en EE.UU. Decepcionados, vieron como regresó a Cuba el 28 de junio de 2000 y se recibió de ingeniero industrial en su tierra. “Nunca me iré de Cuba, es un orgullo ser hijo de Cárdenas” dijo en un acto en su ciudad natal en 2020.

Varios presidentes de Estados Unidos fueron a buscar el voto anticastrista a ese popular reducto gastronómico. Desde Barack Obama al propio Trump que en Miami juega de local. Quienes se juntan en ese restorán de comida cubana inaugurado en 1971 son identificables por su cerril anticomunismo y el racismo que profesan varios de ellos contra el movimiento Black Lives Matter. Citada por la periodista Christina Morales del diario The New York Times, el 28 de julio de este año, la profesora adjunta y politóloga de la Universidad de Texas, Danielle Clealand, comentó: “Históricamente los cubanos negros han sido invisibles en Miami. En cuanto a las protestas cubanas, todavía es considerado por muchos como un espacio antinegro”.

En la ciudad del sol la Guerra Fría levanta temperatura como ocurrió en los años ’60. La palabra comunismo es hoy un significante muy fuerte en boca de esta tropa ultraconservadora. Los enemigos de la Revolución esperan ver en La Habana imágenes semejantes a las Guarimbas de Venezuela, según Polanco Fuentes. Ex diplomático en Caracas, recordó que existe un informe titulado "La verdad de Venezuela contra la infamia: datos y testimonios de un país bajo asedio", publicado en septiembre de 2020 que tiene elementos que se relacionan con las acciones que se pretenden ejecutar en nuestro país”.

Hay un hecho que se percibe ahora con nitidez a diferencia de los sucesos del 11 de julio. El gobierno cubano no será sorprendido esta vez. El integrante del secretariado del PC cubano comentó: “El gobierno de Estados Unidos es el verdadero organizador y promotor de la provocación montada para noviembre, los hechos y declaraciones lo demuestran. No se han tomado el cuidado de ocultarlo. Altos funcionarios gubernamentales participan directamente en su conducción”.

Por medio de organizaciones tributarias de la CIA como la NED y USAID, se promueven agitaciones de todo tipo en Cuba, aunque hasta ahora con nulas consecuencias políticas. La movilización alentada desde Estados Unidos busca que la isla se vuelva ingobernable. Si hay algo con lo que cuenta su poderoso vecino es mucho dinero. Millones de dólares repartidos entre varias organizaciones que ya no se destinan a golpes de Estado cruentos o a la política de las cañoneras. La guerra no convencional tiene su manual de estilo. Es el libro del filósofo y politólogo estadounidense fallecido en 2018, Gene Sharp: “De la dictadura a la democracia”. Sus detractores sostienen que se parece bastante a los viejos libelos de la CIA.

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