"No sé qué le pasó, pero sí que lo mataron en la Comisaría", con esta primera frase comenzó ayer la declaración testimonial del primogénito de Calixto Salazar, el trabajador del Matadero Municipal cuyo cuerpo fue encontrado el 6 de septiembre de 1976 en el lecho del río Arias, en la zona sudoeste de la ciudad de Salta, y por cuyo hecho están siendo juzgados cuatro ex jefes policiales de la última dictadura cívico militar.
Andrés Milagro Salazar agregó enseguida, ante preguntas del fiscal federal Carlos Amad, que se refería a la Comisaría 4°, "la que estaba en la calle Lerma", para más datos. Ya se estableció que en esa Comisaría funcionó un centro clandestino de detención y torturas.
Andrés Salazar recordó con precisión que su padre estaba detenido el 5 de septiembre del 76, y que en esa fecha estuvo también detenido su hermano, Calixto Ceferino Salazar, y un amigo, "Garufa". Al parecer, fueron alzados en razzias, "barridas", que hacía la Policía con cierta habitualidad, en "averiguación de antecedentes". "Después mi hermano me dice 'lo mataron'".
El 6 de septiembre, a eso de las 15, la Policía fue a su casa en el barrio Municipal. Un oficial "alto, delgado", preguntó si esa era la casa de Calixto Salazar y enseguida le informó: "A su papá lo encontramos muerto, envuelto en una bandera, en los terraplenes de Villa Primavera". Lo llamativo es que el oficial era de la Comisaría 5°, cuya jurisdicción no comprendía esa zona, ubicada en la zona de influencia de la 4°.
En el mismo móvil policial fue a reconocer el cuerpo de su padre. En el camino lo interrogaron: "Me preguntan si mi papá tenía alguna ideología política". "Le dije que no. La que sí militaba era mi mamá", recordó. Ana Sixta Quiroga era una reconocida militante peronista en la ciudad.
Después, por Ceferino y "Garufa", supo que cuando estaban detenidos en la Comisaría 4° llegó una patrulla de la que bajaron policías de civil que empezaron a maltratar a los detenidos y que uno le pegó a su padre con la culata del arma en la cabeza y cayó. Ceferino señaló al autor de este golpe: "el Negro Astigueta", un policía conocido, "uno de esos famosos pegadores que había ahí".
Andrés Salazar contó que intentó averiguar qué había pasado con su padre, pero le advirtieron "que me quede callado, si no, iba a pasar lo mismo que mi papá".
También relató las dificultades para conseguir el certificado de defunción, que le demandó dos días, porque el médico de la Policía no iba a la oficina. Y cuando se lo entregó, no decía nada sobre el golpe tan visible que tenía en la cabeza, lo que contó con detalles dolorosos en respuesta a una consulta del fiscal ad hoc Juan Manuel Sivila. Por lo que dijo, su padre tenía la nuca perforada.
Otra vez hubo preguntas sobre la situación de Calixto Salazar, y el testigo confirmó que padecía de alcoholismo, pero también ratificó que trabajaba en el Matadero Municipal.
Ayer también declaró Pedro Humberto Salazar, otro hijo de Calixto, pero no hizo mayores aportes porque cuando fue asesinado tenía 12 años. Solo recordó que su madre le dijo que su padre estaba detenido y que murió.
Astigueta murió en la impunidad. Y los ex jefes que están siendo juzgados ahora, Virtom Modesto Mendíaz, Joaquín Guil, Roberto Arredes y José Manuel Reinoso, están acusados en calidad de autores mediatos. Los dos primeros ya cuentan con otras condenas por otros delitos de lesa humanidad.
La audiencia, ante el Tribunal Oral en lo Federal 1 de Salta, seguirá el próximo viernes. Restan dos testimonios y luego se pasará a los alegatos, y la sentencia.