Aunque el imaginario lo tenga asociado con trabajadores varones, en el gremio telefónico la mitad de les afilades son mujeres. Tienen "los puestos de trabajo más desfavorables, como el call center, que todo el mundo sabe que es el laburo más estresante y más dañino, ahí la mayor parte son mujeres, un porcentaje altísimo", dice Graciela Molina, que es delegada de su sector desde hace 16 años en la empresa Telecom. "Es también donde hay más problemas de enfermedad profesional y más sanciones disciplinarias a las mujeres", subraya. Molina es candidata a secretaria general del Sindicato de Trabajadores Telefónicos (SITRATEL), acompañada por Agustín Sánchez, como adjunto.
La propuesta del Frente de Unidad Telefónicxs, que congrega a cinco agrupaciones para disputar con la conducción actual encabezada por Claudio César, es recuperar la movilización para lograr "una única organización gremial de los trabajadores y trabajadoras de base de la actividad", así como un "único convenio colectivo" y "una única obra social". Los comicios serán el 16 de diciembre, hay unos 1200 activos y 700 jubilados en condiciones elegir a la nueva conducción, y la apuesta de Molina se expresa así: "Hace 21 años que estamos con una conducción que sentimos que ha debilitado la fuerza del movimiento obrero y nos ha debilitado frente a las empresas, a las que les resulta muy fácil atropellarnos, imponernos cosas".
La promoción de Graciela Molina como secretaria general viene, además, a traer mayor protagonismo de las dirigentes mujeres en el sindicato. Sánchez considera que "el reconocimiento de los compañeros hacia Graciela no es por su condición de mujer sino por cómo es como dirigente gremial. Tiene 16 años de trayectoria como delegada.
Molina va más allá. "Creo que la vorágine del movimiento de mujeres tiene que estar replicada en los gremios, cuesta mucho, pero tiene que estar. Las mujeres en nuestro gremio no hemos tenido lugares de decisión política", plantea.
Acceder a esos lugares les permitirá también otros temas en la agenda de discusión. Molina sostiene que a las empresas les falta mirada de género. "Hace mucho que queríamos que los mandos medios y los superiores de las empresas tuvieran una capacitación tipo ley Micaela, porque hay problemas que ellos toman como naturales, como que un cliente te trate de ciertas maneras haciendo alusión a tu género. Y la empresa te sanciona si vos le ponés un límite a ese trato", relata. La sanción tiene efectos: "A esa compañera fue sancionada o catalogada con un porcentaje bajo en la atención, le hacen creer que no es eficiente en su trabajo, porque puso un freno en un comportamiento totalmente incorrecto".
Molina fue una de las trabajadoras telefónicas que, el 8 de marzo de 2017, hizo el Paro Internacional de Mujeres, y la empresa Telecom le descontó las horas, tanto como la productividad. Hicieron los reclamos pertinentes, sin respuestas. Pocos días después, el 6 de abril de ese año, la CGT también convocó a una medida de fuerza, y la empresa descontó el día. Pero el sindicato tuvo una actuación diferente, con sus propias arcas, pagó el salario caído de los trabajadores. "Yo no quería que nos repusieran el descuento con el dinero de los compañeros, pero vemos una actuación muy diferente en cada caso", reclamó Molina.
Fortalecer la organización gremial es el eje de la propuesta. Sánchez, de 34 años, sostiene que "la actividad que se caracteriza por constante desarrollo tecnológico, con innovaciones y en este momento de mayor competitividad, lo que los empresarios denominan competencia desleal, nosotros lo entendemos como precarización laboral, dado que muchos compañeros realizan las tareas que están convencionadas bajo el convenio madre, pero están representados por otros sindicatos o con convenios a la baja".
El problema más acuciante es la recuperación del poder adquisitivo. "En la Argentina contamos con 2,3 millones de trabajadores formales por debajo de la línea de pobreza. Lamentablemente, hay compañeras y compañeros telefónicos que están en ese número, trabajando para multinacionales", expresó Sánchez.
Los bajos sueldos son, además, aprovechados por las empresas para generar otras situaciones. "El salario de todos los trabajadores y trabajadoras está por debajo de la canasta básica, bastante por debajo. Y muchas compañeras y compañeros se vieron obligados a acceder a precarizaciones, como por ejemplo el aumento de la jornada. Históricamente el trabajador telefónico tenía 7 horas de trabajo, esto fue producto de una lucha, de una historia. Y actualmente, en algunas áreas, los compañeros tuvieron que aceptar la polifunción y el aumento de la jornada para poder mejorar su salario y acercarse a la canasta básica", planteó Molina, mientras su compañeros señaló que esas nuevas condiciones laborales se producen porque las empresas "empujan a los compañeros a que las acepten en forma individual". Molina subrayó que "el mundo entero está mirando la jornada reducida y nosotros aumentando la jornada". Sánchez va al hueso: "nos vemos debilitados al estar fragmentados".
En una misma oficina, trabajan personas que realizan las mismas tareas con distintos sueldos. "A partir de la fusión (entre Telecom y Cablevisión, en 2018), todo esto se agravó y se intensificó, porque las compañeras y los compañeros gestionamos todos los productos de todas las empresas del grupo, todos vendemos, todos cobramos, todos instalamos, todos gestionamos todo --describe Molina--. Creemos que es el momento apropiado para unificar los convenios, proque tenemos sectores que comparten hasta el mismo lugar físico, compañeros y compañeras que realizan exactamente las mismas tareas, bajo dos convenios distintos con una diferencia de hasta el 50 por ciento del sueldo, la misma cantidad de horas, y a veces quien tiene el sueldo menor hasta hace más tareas". El 85 por ciento del padrón está integrado por personal de Telecom.