Desde que las entradas salieron a la venta, la consigna fue clara: presentar la música de Okupas. Y Santiago Motorizado cumplió tan a rajatabla con la propuesta que terminó llevando adelante en la noche del viernes un recital conceptual. Pero, por sobre todo, memorable y literalmente irrepetible. Como el que avisa no traiciona, el frontman de El Mató a un Policía Motorizado, el día previo a su show en el Teatro Coliseo, advirtió en su cuenta de Twitter: “Es muy extraño ensayar para un concierto que tendrá una sola función en toda su historia”. No exageró. A lo largo de las dos horas que duró la performance, al cantautor se le pudo ver ofreciendo un plan distinto al que suele mostrar junto al grupo platense. De hecho, se dejó en casa la impronta de héroe del indie que lo distingue para esta vez acercarse a la del músico popular. Por lo que se le pudo ver bailando cumbia, cantando folklore e interactuando en el escenario junto a algunas de las figuras de la serie.
Apenas se subió el telón, pasadas las 21 horas y luego de que sonara la apertura de Okupas, Santiago Motorizado apareció rockeándola en “Tanto tonto”, junto a otros cuatro músicos. Uno de los guitarristas era Bruno Stagnaro, director de la serie y en buena medida responsable del proyecto titánico que encaró el artista platense: confeccionar la nueva banda de sonido de una de las producciones audiovisuales que estableció un punto de inflexión en el imaginario de los argentinos. Eso decantó en dos discos: Unas vacaciones raras, donde El Mató a Un Policía Motorizado regrabó los temas del grupo que escogió Stagnaro para Okupas, lo que además aprovechó el quinteto para estrenar uno nuevo, “La otra ciudad”. Mientras que en el álbum Canciones sobre una casa, cuatro amigos y un perro, publicado poco después, el alter ego de Santiago Barrionuevo eligió algunas de las canciones y piezas incidentales que compuso para el fenómeno relanzado por Netflix.
Pero Stagnaro no era parte de la banda de Santiago Motorizado, sino uno de los invitados de la fecha. Tampoco el repertorio se basó única y exclusivamente en Okupas. A continuación, el icono platense desenfundó canciones de su obra solista como “El camino de piedras”, “El pastor me dio su mano”, “Hamilton” y “Chica con rencor”. Todas ellas inéditas y embellecidas por la melancolía. Previamente hizo “Yoni B”, que pasó a ser parte de El Mató a un Policía Motorizado. Uno de los rasgos que caracteriza al cantautor, quien esta vez se colgó la guitarra en vez del bajo, es que puso su proyecto unipersonal al servicio de la experimentación. Eso impidió que estrenara formalmente su carrera en solitario. Y para muestra está la música de la serie, lo que le vino muy bien para poder establecer una identidad distinta a la de su rol de frontman. También para probar su vena musical. Lo que hizo seguidamente al invitar a Nico Landa a que le hiciera de cómplice en su incursión en el folklore.
Entoces tocaron la zamba “Muchacha de los ojos negros”. El clímax sucedió cuando llamó a su padre Felipe y a su hermano Facundo para cantar “Un día no vas a estar”. Anabella Cartollano, la siguiente invitada, dio fe de esa magia. Si ya era extraño escuchar al líder de El Mató cantar cumbia, más asombroso fue verlo encarnarla. Para ello convocó a la Orquesta Fugitiva, que lo acompañó en “No hay lugar para nadie más”, “Bandera blanca” y “Tonto corazón”. Jorge Serrano y Vicentico, copartícipes de los dos últimos temas, no estuvieron. Quien no faltó fue Nina Suárez, hija de Rosario Bléfari, en “El fuego cálido”. Tras el momento Walter, donde Ariel Staltari se subió a la batería para tocar “Satisfaction”, el Negro Pablo recreó en el cierre la escena en la que invita a Ricardo a su casa. Pero antes Santiago cantó el tango “La juventud” (con Jorge Sequeira en el bandonéon) y revisitó “El tesoro”, “La noche eterna” y “Chica de oro”. Himnos que lo convirtieron en el ídolo de una generación.