Casi 40 años atrás la Argentina comenzaba una innecesaria guerra contra una de las grandes potencias bélicas del mundo.
El conflicto de Malvinas, en tierras pertenecientes a suelo argentino usurpadas por el Reino Unido, será utilizado por el gobierno de facto a cargo de Leopoldo Fortunato Galtieri, con el fin de manipular a su favor un último intento de perpetuación en el poder político.
A esta innecesaria acción bélica fueron enviados soldados de corta edad, muchos de ellos conscriptos, que en su mayoría pertenecían a provincias del interior del país. A su vez, el componente originario fue también un factor común entre muchos de los designados para viajar a las islas.
La historia de Mario Vilca Condorí se enmarca en este cuadro de situación, con el agravante de tener tan solo 16 años y ser el soldado más joven de todo el enfrentamiento en el Atlántico Sur.
Llegar a su figura
Estela Ceballos vive en La Plata. Es comunicadora y arriba a la vida de Mario investigando sobre Malvinas. Cuenta que en sus primeros acercamientos a la historia le costaba creer que un chico de 16 años hubiera estado en la guerra, "y mucho menos que tres hermanos estén implicados en el mismo conflicto. Me contacté con sus hermanos sobrevivientes, Juan Bautista y Anastacio, para comentarles la intención de escribir su historia. Estuvieron de acuerdo y comencé a viajar a Salta para conocer su lugar, la gente y a ellos también con el fin de tomar testimonio”.
Desde otro ángulo narrativo, Alejandro Arroz, reconocido cineasta salteño, realizó diversos trabajos audiovisuales sobre la figura de los “Vilca Condorí”.
“Llegué a ellos en el año 87 como parte del equipo de la película ‘La deuda interna’ que presentábamos en Salta, donde el protagonista muere en Malvinas. Anastacio Vilca Condorí fue al cine a verla y al salir de la función me encuentro con él muy emocionado. Se presenta y me cuenta quien era, al tiempo que comienza a contarme su historia, una historia muy impactante... desde esa época hasta ahora seguimos manteniendo un nivel de amistad. Posteriormente conocí a su otro hermano, Juan Bautista”, comenta Alejandro y agrega: “Mario Vilca Condorí fue el combatiente mas joven de la guerra de Malvinas, eso está confirmado con datos concretos”.
Desde que conoció la historia de los hermanos, Arroz tuvo la idea de realizar una pieza audiovisual. “En el 87 no había muchas chances de poder producir, así que seguíamos conversando, nos encontrábamos, y recién en el 2010 comenzamos a plantear el proyecto de hacer un largometraje sobre esta historia tan trágica y tremenda. Mientras avanzábamos en la elaboración del guión, se abrió la posibilidad de participar en el concurso ‘30 años de democracia’ (…) competimos, en una versión muy reducida del proyecto original y, entre 170 proyectos, ganamos”.
El origen de Mario Vilca Condorí
El cineasta Alejandro Arroz describe con detalle el terruño de Mario: “Conocía el lugar de nacimiento exacto porque he realizado muchos trabajos relacionados a los pueblos originarios. El pueblo donde ellos nacieron originalmente se llama Queñual, un lugar que ahora está abandonado. Es que en aquel momento las comunidades andinas tenían dos residencias, una en altura y otra abajo, para que cuando el pasto en un lugar se acababa llevaran los animales al otro. Entonces ellos viajaban entre Queñual, que son las alturas de Orán, y Los Naranjos”.
“Desde Los Naranjos para ir al colegio tenían que caminar 6 kilómetros, era un sacrificio enorme y hace 40 años eran peor todavía las condiciones”, comenta la escritora platense, quien se encuentra en pleno proceso de investigación en torno a la vida de Mario.
En los caminos recorridos tras los pasos de los “Vilca Condorí”, Ceballos pudo conocer a su hermana Juana, quien con 15 años fue la partera de Mario. “La madre tuvo todos sus niños en la casa. Entonces sus propios hijos la ayudaron en los nacimientos. Eran 9 los hermanos”.
Arroz aporta una mirada con el enfoque puesto en la compleja situación que llevaban las comunidades donde se crió Mario y sus hermanos. “Muchos de los que murieron en Malvinas son los integrantes de comunidades kollas. Esto tiene que ver con que se iban para alivianar a la familia. Era imposible que manden los chicos a la escuela, había que ir a Orán para que estudien. En esa época no había nada, y para una familia de pastores y agricultores resultaba imposible. Así que muchos jóvenes se iban a la Armada, al Ejército y se enrolaban para hacer la secundaria, básicamente para poder comer, para sacarle el peso a los padres de alimentar una boca más”.
El calvario de Malvinas
“El trayecto que recorrían quienes elegían la Armada era llegar hasta Orán, donde estaban las oficinas reclutamiento, y de ahí directamente viajaban en una ruta larguísima en tren durante más de 36 horas. Encima iban sin recurso económico alguno”, comenta Arroz describiendo aquel primer trayecto hacia Buenos Aires, tanto de los hermanos Vilca Condorí como de tantos otros.
Continuando el derrotero, Ceballos comenta: “Cuando Mario es alistado para Malvinas estaba en la ESMA hacía un año, ya que estaba haciendo su carrera. A él lo mandan como panadero al conflicto”.
En este sentido el cineasta salteño agrega: “Iban a la ESMA porque esa era la escuela. Ahí estudiaban todos. Después los embarcaron. Mario fue al ARA General Belgrano y ahí es cuando llega al teatro de operaciones. Los tres hermanos estaban enrolados, y lo curioso es que los tres estaban en combate, porque Mario y Juan Bautista estaban en el Belgrano, en tanto Anastacio estaba en el Bahía Paraíso, que cuando hunden el Belgrano, es uno de los barcos que sale al rescate. Es muy dramático pensar esa escena”.
El ARA General Belgrano será hundido, en una maniobra ilegal por encontrarse fuera de la zona de guerra establecida, el 2 de mayo de 1982. Torpedos lanzados desde un submarino ubicado a unos 5 kilómetros serán suficientes para colapsar la embarcación y terminar con la vida de 323 soldados argentinos.
“Mario estaba en el buque con Juan Bautista. Se vieron por ultima vez en la cubierta. Juan Bautista se fue a descansar unas horas y quedaron en encontrarse para escuchar la radio”, cuenta Ceballos.
Sobre este último encuentro de los hermanos Alejandro Arroz agrega: “Lo que se sabe de la muerte de Mario es lo que cuenta Juan Bautista, quien relata el ultimo momento que lo vio. Él se fue a descansar y Mario quedó atrapado donde dieron el torpedazo. Incluso Juan Bautista fue uno de los últimos en saltar a las lanchas de salvamento porque siguió buscando a su hermano... alguien lo agarró y le dijo ‘no hay manera, vamos’, y esa persona logra que Juan Bautista salte, porque ya se estaba quedando peligrosamente hasta lo último. De hecho, su lancha se había ido, así que saltó a otra”.
“En el ARA Bahía Paraiso, que era un buque hospital, estaba su otro hermano. Ese Buque fue al rescate del Belgrano cuando lo hundieron. Anastacio siempre esperó ver en alguna de las balsas a su hermano Mario… pero nunca lo encontró”, completa el relato la comunicadora platense.
El recuerdo
“Creo que la forma de mantener viva la memoria de Mario Vilca Condorí es contando la historia, no dejando que se olvide (...). También hay que pensar que, si bien él tiene la particularidad de ser el más joven de la guerra, muchos chicos también de 17, 18 años fueron al conflicto... eran muy jóvenes todos y los mandaron a un enfrentamiento totalmente ilógico”, reflexiona el cineasta, profundo conocedor de la historia familiar y social de la zona.
En tanto, Estela Ceballos cuenta que “A Mario en su pueblo lo recuerdan con mucho cariño, con una parte social muy rica, con muchos amigos… cuentan que le gustaba León Gieco, por eso tocaba la armónica y cantaba ‘Solo le pido a Dios’”.
Arroz agrega una honda mirada relativa al proceso de aculturacion sufrido por los habitantes originarios de esta tierra en la escuela militar. “Ellos cuentan algo bastante trágico como pertenecientes de pueblos originarios. Y es que, por ejemplo, cuando llegaba el primero de agosto con la Pachamama, el día de muertos o algunas de las celebraciones anuales que tiene el mundo andino, tenían que esconderse porque no les permitían hacer ningún tipo de celebración de ese tipo estando en la Armada. No les era permitido exteriorizar su cultura. Tenían que hacer pequeñas ofrendas a escondidas cuando podían…”.
La irracionalidad de las armas, sumada al hambre y las pocas oportunidades que ofrecían los pueblos de origen, llevaron a cientos de jóvenes a participar en una guerra para la que nadie los había preparado.
Si bien en Malvinas murieron 650 soldados, hay que tomar en cuenta los más de 600 que se suicidaron luego de finalizado el enfrentamiento, consecuencia de la falta de contención y el reiterado olvido político y social.
Malvinas es una herida aún abierta, y quizás en la figura de Mario Vilca Condorí esté sintetizado gran parte de todo ese pesar: joven, humilde y originario. Así eran los pibes que fueron a la guerra.