Los discursos oficiales mencionan el respeto a la diversidad pero la cruda realidad deja al desnudo que el extractivismo es fundamental en el patrón de acumulación de capital vigente. El litio en la región noroeste, el petróleo y el gas en la Patagonia, la soja en casi todo el territorio, las empresas mineras en La Rioja, Catamarca y San Juan.
Todo lo enumerado implica desplazamiento de poblaciones autóctonas y devastación medioambiental.
No es solo una cuestión de vocablos, es una cuestión de fondo. Todo Estado tiende a ser expansionista, conquistador y brazo armado del capitalismo y de las clases privilegiadas y dominantes.
A un lado y a otro de la Cordillera de Los Andes el hostigamiento y los ataques a pobladores mapuches no cesa. Señalamos que no se trata de una cuestión de palabras, porque los hechos son evidentes: lo que el capital y el Estado con una u otra bandera denomina usurpación es recuperación de tierras ancestrales.
Las acciones de autodefensa de las comunidades contra el avance empresarial explotador y destructor de ecosistemas es violencia.
La violencia material y simbólica la ejercen las tropas de uniformados de los Estados argentino y chileno contra pobladoras y pobladores que luchan por la tierra y contra el capital.
Solidaridad activa con quienes combaten la opresión y la explotación. Nunca silencio y menos indiferencia.
Carlos A. Solero