San Lorenzo había ido construyendo la supremacía que anidó su gol, que fue uno solo pero que le regaló la mayor alegría, quizás la única de las últimas largas semanas: el 1-0 sobre Godoy Cruz, ese que le permitió reencontrarse con el triunfo, ante su gente, en el Nuevo Gasómetro y luego de una racha de cuatro derrotas seguidas.

Cuando llegó el gol de Franco Di Santo, grito que dejó afónico al estadio del Bajo Flores y que se hizo esperar hasta los 37 minutos del primer tiempo, el equipo azulgrana ya había ido trabajando su victoria. Los conducidos interinamente por Diego Monarriz y José Di Leo habían llegado tres veces al arco custodiado por Juan Espínola y la última había sido la más peligrosa. Nicolás "Uvita" Fernández se había animado a llegar al área a puro regate y engaño y no concretó su gol porque se lo impidió el arquero del conjunto mendocino, con una gran atajada.

Aquellas ganas ofensivas, "Uvita" se las sacó en la jugada del 1-0. Porque fue él quien asistió a Di Santo luego de pelearle la pelota a Gonzalo Abrego hasta quitársela, dar media vuelta rumbo al arco rival y verticalizar la jugada con un pase en diagonal que aceleró el ataque en un segundo. El nueve mendocino, que volvió a convertir después de seis partidos, definió cruzado y golpeando el palo derecho para desatar el desahogo azulgrana.

Un tiro libre de "Uvita" y no demasiado más fue lo que pudo haber aumentado la diferencia a favor de los locales, que sí siguieron construyendo su anhelado triunfo gracias a la labor de Sebastián Torrico y Francisco Flores, cada uno despejando una jugada de alto peligro para su valla. Después del gol, quizá lo más esperado por cada hincha de San Lorenzo era que Fernando Rapallini anunciara el final de la larga y oscura noche sin sonrisas azulgranas, entregándoles, justamente, el tiempo de reencontrarse con una nueva y ansiada alegría.