Desde fines del siglo XIX, la ciudad de La Quiaca, al norte de Jujuy, celebra la Manka Fiesta, o Fiesta de la olla, tal como se traduciría del quechua. El evento se da anualmente entre el tercer y cuarto domingo de octubre, en el que se reúnen mujeres y hombres dedicados a la producción agropecuaria y de artesanías del sur de Bolivia y de las provincias de Jujuy y Salta. 

La antropológa Lucila Bugallo hizo un recorrido histórico sobre su origen y contó a Salta/12 que la fiesta surgió principalmente como una feria donde antiguamente se intercambiaban productos y la unidad de medida era lo que entrara en las ollas. Si bien el  cambio era olla por olla, también con el tiempo se permitió que la permuta sea por otros productos. En sí, era una práctica sostenida de trueque, con la particularidad de que la mayoría de los olleros bajaban desde Bolivia.

Su realización está ligada íntimamente con la cosecha. Y por eso, se diferencian dos momentos importantes: las Pascuas y la Manka. En la primera, existe el intercambio de semillas, mayormente a mediados de abril, que marca el inicio a un nuevo período agrícola. Mientras que en la Manka, ya se da paso al cambio de lo cosechado. 

Bugallo señaló que no se han encontrado fuentes oficiales que señalen el período exacto en que comenzó la feria estacional de la Manka.  Pero las reconstrucciones que pudieron darse, llevaron a suponer que "este tipo de ferias comenzaron en la colonia", y que consistían en "viajes de intercambios". "Hasta 1980 fueron sumamente importantes", manifestó, puesto que no existían grandes circuitos de comercialización como en la actualidad. 

Por la Manka desde varias comunidades las familias viajan a encontrarse a La Quiaca. De ahí que uno de los paisajes que muchos ancianos recuerdan es la llegada de los productores con sus mulas y burros cargados de sus cosechas. Incluso, hasta los años 70 también se veían bajar llamas. 

Llegada de los productores, de la Revista Folklore (Jujuy)

"Aún existen comunidades, como Agua Caliente (del departamento El Carmen), que utilizan sus burros cargueros para hacer sus viajes", relató. Se sabe que desde la comunidad salen dos o tres hombres llevando carne, sal o tejidos para intercambiarlos por papas o maíz. 

Su lugar de realización fue cambiando con el correr de los años. Como antes llegaban los productores con sus animales, las ferias se daban en las afueras de La Quiaca; luego pasó a estar en la entrada del pueblo; y algún año se hizo detrás del cementerio municipal. Fue desde 2008, que la feria se lleva adelante en el predio abierto de la ex estación de ferrocarril. En el lugar hay techos de lona azul donde se colocan los puestos que se ven desde lejos. 

En ese sentido, la antropológa señaló que "en la Manka es importante que participen las comunidades con sus productos". Por eso, aún se mantiene la unión con diferentes zonas del sur de Bolivia. Por ejemplo, en ese territorio está el pueblo de Sococha, que tiene una altitud de 2660 metros sobre el nivel del mar y está situada cerca de Tojo, en el departamento de Tarija. Los productores que se reúnen en La Quiaca, saben que desde allí llevarán una producción distinta de harina de maíz, plantas medicinales y frutas secas.

Si bien, en un principio toda la feria era a base del trueque, en las últimas décadas se introdujo el intercambio de dinero. Pero aún se conservan determinados puestos que mantienen la práctica del cambio directo. Por ello, Bugallo consideró que se sostiene el dicho popular de que "en la feria nadie gana y nadie pierde", porque "cuando uno cambia se asegura el producto", expresó. 

Un detalle que se va notando año tras año, es que circula menos el intercambio de carnes, que en la mayoría de los casos, era provista desde la puna jujeña. "Muchos productores la venden para las desarrollos turísticos de la zona", explicó la antropológa. En la actualidad, también se han sumado números de canto y baile, encuentros de copleros y diferentes actividades artísticas. Este año el municipio de La Quiaca organizó un festival folclórico que contribuyó a darle el marco de fiesta durante el último fin de semana.

Copleros

Puesto que la Manka es un momento de sociabilización central del pueblo; antes "las personas se conocían sólo en las ferias". Para ese entonces eran los únicos momentos de encuentros porque las familias que vivían alejadas se daban el tiempo de bajar. "La gente formaba parejas en las ferias", revisionó la antropológa. 

Además, al ser ferias anteriores a la república, no existían los límites fronterizos, cuestión que en cierta manera se recrea hoy con la llegada de los productores bolivianos. Esto posibilitó también que en la Manka se consigan productos que no forman parte del mercado de alimentos industriales, como la harina de maíz elaborada únicamente por las comunidades. Eso lleva a que se sepa dónde y cuál fue su proceso de producción. 

También al contar con varios años de antigüedad, la presencia de los productores de la Manka, pasó a ser una práctica que se transmite de generación en generación. "La gente recorre varios puestos y se dan estas relaciones con familias que ya se conocen", facilitando el intercambio más rápidamente. En ese proceso de cambio, Bugallo pudo notar la manera de llevar adelante tal acción. "La gente dice ´voy a cambiar con´, en vez de decir ´voy a cambiar por´; y me pareció muy significativo porque está marcando que se suma, se anuda una relación" ya existente, indicó. 

La Manka se realiza de manera previa a la fiesta De todos los santos, a propósito de la celebración, justamente, del Día de Todos los Santos, cada 1 de noviembre. Por ello, en la feria también existen productos utilizados únicamente en la conocida Mesa de las almas; como la harina capi, que posibilita hacer un pan dulce típico para la festividad. 

Acompañar a los productores 

Con la gestión del actual intendente de La Quiaca, Blas Gallardo, por primera vez existe la Secretaría de Producción e Integración Regional. Esto posibilitó una mayor coordinación de trabajo con las comunidades indígenas y campesinas de la zona que se dedican a la producción. 

Para la Manka Fiesta, la Secretaría tomó un papel notorio dado que además de organizar el evento en sí, dispuso una partida presupuestaria para traer a los distintos productores. Su secretario, Roberto Santos, la definió como "una fiesta ancestral donde prevalece el sentir de hermandad", por el fuerte lazo que aún se mantiene con productores de Bolivia y Salta, como los más cercanos. 

"A los productores de nuestra región los hemos ido a traer en vehículos para que puedan venir con sus charqui, lanas, papas, quinoa", y cada producto que allí se haga. Sólo en La Quiaca existe 40 productores, a los que se suman más de 150 productores que llegan de otras localidades cercanas al municipio. 

El municipio tuvo que suspender a último momento la Manka del año pasado, por un brote de covid en La Quiaca. Incluso para ese momento, todo el equipo de la Secretaría de Producción contrajo la enfermedad. Pero este año, la situación cambió pues "bajaron bastante los contagios", existe un mayor número de población vacunada y además, se contó con la colaboración propia de los productores.