Estoy mal. Soy una furia con barbijo. Estoy hecho un demonio, nadie me para esta vez. Acabo de ver la serie de Maradona y quedé más desconcertado que un barra brava asistiendo a un seminario sobre la filosofía existencialista de Heidegger. Hay desaciertos históricos, anacronismos y frases poco creíbles y esto tiene que ver con que nos siguen vendiendo carne podrida (y lo peor es que yo ya había comprado 3 kilos, la tuve que tirar y no tuve otra que hacerme vegano). Los historiadores nos mienten más que Milei en campaña electoral. Pero bueno, es tiempo de que pongamos los puntos sobre las “íes”, los moñitos sobre las “eñes” y la patita a la “Q” para que se diferencie de la “O".
Entre las pifiadas históricas de la serie, la más grosera que salió al aire, sin dudas, fue aquella en la que dieron a entender que Juan Domingo Perón falleció en 1969, con la sola intención de contrastar la alegría del Pelusa tras entrar al equipo de los Cebollitas, con la amargura familiar por el fallecimiento del General. Si Maradona nació en el ´60 y en la propia serie se dice que Diego tiene 9 años cuando entró a jugar en Argentinos, entonces, ¿por qué se les ocurre decir que la familia Maradona estaba angustiada ante la muerte de Perón que ocurriría recién en 1974, es decir 5 años después? ¿Querés un motivo de amargura en 1969? Inventate que el padre estaba triste porque quería comprarse el disco de Almendra y no tenía un mango, o que Doña Tota estaba triste porque se perdió el capítulo de la telenovela de Migré. Pero no me mates a Perón que en ese año estaba bien sanito en su casa de Puerta de Hierro en Madrid. ¿A ningún guionista o productor se le ocurrió cotejar esa línea de tiempo?
Otra falta de chequeo y su consecuente pifiada insólita: el resultado de la final del Mundial Juvenil de Japón en el año 1979. Si todos los que la vivimos –y los diarios no nos dejan mentir- sabemos que la Argentina le ganó en la final a Unión Soviética 3 a 1, ¿por qué en esta “bendita” serie el relator deportivo se toma el trabajo de decir que la Selección apenas ganó 2 a 0? ¿Tanto te costaba revisar ese dato? ¿O fue una “presión política” de Rusia para que resultado no doliera tanto?
Y si de licencias poéticas hablamos, yo te banco si el error es del vestuarista que por ejemplo no tenía una remera blanca a mano y le metió una roja al Pelusa de 9 años que le responde al periodista de Sábados Circulares que su sueño era jugar en el Mundial. O puedo entender que por una cuestión de falta de actores secundarios metan al entonces dirigente de Argentinos Juniors Suarez Mason 3 ó 4 años antes de que tuviera real poder en ese club. Pero no te banco las meteduras de pata que tienen que ver con la verdadera historia, porque esas la conocemos todos. Encima, si cotejás los hechos relatados por el propio Maradona en primera persona que escribieron los periodistas Arcucci y Cherquis Bialo (“Yo soy el Diego de la gente” ) te das cuenta rápidamente de los contrastes. Si en vez de ir a celebrar el pase a Boca comiendo ranas en un restaurante de La Boca, ves que el festejo no fue en una cantina sino en un boliche nocturno con Diego y Cóppola están bailando rodeados de señoritas, empezás a creer que esta historia la escriben los que ganan y todos nosotros perdemos.
Por eso voy a seguir atento a los capítulos siguientes de la serie con la esperanza de que no haya tantos desaciertos históricos. Deseo no encontrarme con que Diego en vez de citar al “Huevo” Toresani en Segurola y Habana, al que verdaderamente cita es al “Poroto” Cubero y en la esquina de Cabildo y Juramento. Entonces sí, este “Sueño bendito” pasará a transformarse en una “Pesadilla eterna”.