La bióloga Haydee Viola fue distinguida con el Premio Nacional L'Oréal–UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” por su trayectoria en el estudio de la formación de memorias y por su trabajo actual, relacionado al examen del impacto de la covid-19 en la ansiedad, la depresión, la creatividad y la memoria de la población argentina. La investigadora Principal del Conicet fue reconocida con un millón de pesos.
También fueron galardonadas en la categoría "beca" las científicas Ana Peinetti, Guadalupe Peralta y María Meini. Cada una de ellas recibirá 700 mil pesos, que representa un incentivo para continuar en el desarrollo de sus investigaciones.
Las premiadas desarrollan sus tareas enmarcadas en las ciencias de la vida: medicina, biología, veterinaria, bioquímica y biología molecular, biotecnología y fisiología. El galardón se entrega desde hace 15 años en colaboración con Conicet y tiene el objetivo de visibilizar el trabajo de las mujeres en el campo científico, despertar vocaciones científicas en niñas y apoyar a jóvenes investigadoras. Complementa al certamen internacional que en 2021 ya reconoció a la matemática Alicia Dickenstein.
A pesar de las dificultades, el escenario de las mujeres en la ciencia parece modificarse: si en 2007 representaban el 45 por ciento de la plantilla de científicos del Conicet y ocupaban el 22 por ciento de los cargos jerárquicos, en el presente, esas cifras alcanzan el 54 por ciento y el 38 por ciento respectivamente. “Estoy muy feliz, los premios funcionan como una inyección de energía, de combustible para seguir con más fuerzas en esta tarea de investigar”, expresa Viola.
“Pienso que estamos en un camino de mejora, pero de ninguna manera está solucionado. Se ve una tendencia a aumentar el número de mujeres en sitios de mayor jerarquía, pero estamos lejos de que sea 50/50. Hay que trabajar para que todas las personas tengan las mismas chances. Si las capacidades son equivalentes, lo más natural es que las cifras sean más parejas”, añade.
En el terreno científico, a las investigadoras se les suele sumar una demanda superior vinculada al trabajo doméstico y al cuidado familiar. “Si nosotras tenemos que dedicarnos a miles de cosas a la vez, perdemos energía y tiempo para el trabajo científico. Esto después repercute en la productividad, que luego se traduce en números y jerarquías”, subraya.
Memoria y aprendizaje
Viola, investigadora Principal del Conicet en el Instituto de Biología Celular y Neurociencias “Dr. Eduardo De Robertis”, desempeña sus tareas en el Laboratorio de Memoria, desde donde contribuyó con la publicación de 58 publicaciones científicas.
“Desde hace 30 años me ocupo de explorar y analizar los mecanismos de formación de memorias. Desde el Laboratorio, nos interesa el ‘etiquetado conductual’, que conlleva dos aspectos fundamentales: el marcado de sitios que se estimulan en el cerebro durante una experiencia de aprendizaje y la selección de proteínas específicas que actúan allí y habilitan a que dichos contactos se mantengan establecidos en el tiempo y se generen memorias de largo término”, explica. Para que lo que aprende cada individuo se prolongue en el tiempo –es decir, para que se forme una memoria de largo término– es tan fundamental el aporte de proteínas, así como también conocer en qué lugar (acción de marcado o etiquetado) dichas proteínas deben actuar. Viola y compañía, en este sentido, se destacan por haber evidenciado la ocurrencia de ambos mecanismos y, con ello, contribuyeron a gestar un nueva perspectiva de comprensión de las relaciones entre formación de memorias y aprendizaje.
“El impacto de pensar la memoria a partir de estos dos mecanismos permite explicar un montón de procesos que ocurren en los individuos cuando aprenden. Por ejemplo, cómo un aprendizaje afecta a otro, o bien, de qué manera los eventos interfieren en el aprendizaje y habilitan a recordar mejor o peor”, apunta Viola. El ejemplo paradigmático es que muchas personas recuerdan con detalle qué estaban haciendo mientras, en paralelo, acontecían sucesos emocionales muy potentes: cuando Argentina ganaba el Mundial de 1986, cuando recibían una noticia laboral muy importante, o bien, cuando nacía un hijo. “Hay gente que recuerda que estaba comiendo una tostada con dulce de leche mientras veía por la tele que caían las Torres Gemelas. Es un recuerdo que no tiene ningún valor; de hecho, si no hubiera sucedido el mismo día de un evento importante, no lo recordaría. Así se explica cómo una situación fuerte asociada a una débil ayuda a la formación de la memoria de la débil”, ilustra la científica. A la inversa, así como en determinados casos ayuda, en otros puede ser perjudicial: afrontar situaciones estresantes suele obstaculizar el aprendizaje.
En la actualidad, Viola concentra sus esfuerzos en el abordaje del impacto que el coronavirus tuvo y tiene sobre la ansiedad, depresión, creatividad y memoria de las personas. A partir de un cuestionario estandarizado, junto a colegas del Instituto Tecnológico de Buenos Aires y de Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, se propone observar cómo se modificaron dichos niveles según diversos indicadores como edad, género, la realización de actividad física o la condición laboral. “Lo que vimos hasta el momento es que las mujeres experimentan un mayor grado de ansiedad y depresión que los hombres; que realizar actividad física con una alta frecuencia (más de tres veces por semana) se asocia con que las personas evidencien menores niveles de ansiedad y depresión; de la misma manera que haber guardado confinamiento se asocia con mayores niveles”, sostiene. “Somos seres sociales, haber tenido que aislarnos repercutió negativamente en nuestro estado mental”, añade.
Otros reconocimientos
En la categoría beca del Premio Nacional L'Oréal–UNESCO fue reconocida la doctora Ana Peinetti –investigadora del Conicet en el Instituto de Química, Física de los materiales, Medioambiente y Energía– por su trabajo en el proyecto de monitoreo de variantes de SARS-CoV-2 a través de la detección rápida de antígenos. También se entregaron dos menciones adicionales: Guadalupe Peralta –investigadora asistente de Conicet en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal– por sus aportes relacionados al estudio de la diversidad morfológica de plantas; y María Meini –investigadora asistente de Conicet en el Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos de Rosario– por sus contribuciones vinculadas al bioprocesamiento de residuos agroindustriales.