A menos de un año de su relanzamiento, el Programa RAICES activó la repatriación de 79 científicos. La iniciativa del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación había sido fuertemente desfinanciada entre 2017 y 2019. "Estamos contentos porque vemos cómo empieza a modificarse la curva", celebra la coordinadora del programa, Diana Español, en diálogo con Página/12. "Hacer ciencia en la Argentina, contribuir con mi sociedad, tiene más sentido", afirma Ana Sol Peinetti, licenciada y doctora en Química de 34 años que regresó de Estados Unidos y acaba de ser distinguida en la categoría beca del Premio Nacional L'Oréal–UNESCO.
Español hace una síntesis de la historia del programa, que desde 2003 promueve políticas de vinculación con investigadores argentinos residentes fuera del país. "Entre 2003 y 2015 fue progresivamente creciendo, había logrado acumular 1300 repatriados. En los últimos años de la gestión anterior hubo un desfinanciamiento muy grande del Ministerio, y el programa no fue la excepción", dice. Y 2019 fue el peor año: sólo tres científicos regresaron. En diciembre de 2020, "lidiando con los efectos de la pandemia y la dificultad en las movilidades internacionales", se impulsó su relanzamiento. Diego Hurtado, secretario de Planeamiento y Políticas de Ciencia, y Español anunciaban que "se abría la ventanilla a los retornos". Ocho científicos volvían. Desde entonces hasta ahora suman 79: 22 retornaron en 2020; 57 en 2021.
Las repatriaciones del año pasado tuvieron un costo de 3,6 millones de pesos, ya que cada investigador percibió 200 mil para costos de traslado y 250 mil para su instalación. En febrero de este año, el programa quintuplicó los fondos de ayuda. "Cuando llegamos encontramos 453 millones de pesos de deuda en el área de cooperación internacional, con compromisos vencidos mayormente entre 2018 y 2019. Terminamos hace unas semanas de renegociar esa deuda. Conseguimos una quita de 239 millones de pesos y aumentar el presupuesto del Ministerio para cubrir el resto", detalla Español.
Datos de les investigadores
Según detalla un comunicado de la cartera, el 44 por ciento de los/as científicos/as que retornó al país durante la pandemia tiene su área de conocimiento en las Ciencias Biológicas y de la Salud; el 20 en Exactas y Naturales; el 16 en Sociales y Humanidades; y el 14 en Agrarias, Ciencias de la Ingeniería y de Materiales.
El 80 por ciento se instaló en la región centro, el 9 en la Patagonia y el 8 en el Noroeste. En cuanto a las edades: 29 de los investigadores/as repatriados tienen entre 36 y 40 años; 26 entre 31 y 35; 18 entre 41 y 50; dos entre 56 y 60; y 1 entre 26 y 30. El 57 por ciento son varones y el 43 restante mujeres. El 79 por ciento se incorporó al CONICET, ya sea por medio de institutos de investigaciones o universidades.
"Hay un discurso que se repite en los repatriados: el hecho de empezar a ver cómo se está destinando presupuesto a la ciencia. Se empieza a ver otra vez que la ciencia es una de las políticas prioritarias. Es importante la permanencia y continuidad de estas políticas", dice Español, y menciona dentro de este marco dos instrumentos: el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030 y la Ley de Financiamiento para Ciencia y Técnica. En resumen, el plan impulsa ocho desafíos nacionales que se trabajan con los ministerios pertinentes, además de 24 agendas territoriales en enlace con cada jurisdicción. La ley 27.614, aprobada en marzo de 2021, establece un aumento progresivo del presupuesto dedicado a ciencia y técnica: de 0,28 por ciento del PBI en 2021 se pasará a 1 por ciento en 2032.
"Cuando el programa nació era un poco una respuesta a la lógica de los noventa, cuando Cavallo había mandado a los científicos a lavar los platos. El primer intento fue recuperar una fuga grande", recuerda la coordinadora. "El Ministerio de Ciencia fue uno de los que más presupuesto perdió en la última gestión. También fue protagonista de muchas promesas incumplidas, una lógica perversa: firmar compromisos, asegurar que las cosas se iban a financiar y después no", agrega. Por este motivo, esta instancia tiene que ver con "reconstruir la confianza con la comunidad científica". En términos cualitativos, Español también cuenta que entre les científiques que han vuelto hay quienes tienen "un relato conmovedor": se dieron cuenta de que en la pandemia querían hacer ciencia para su propio país.
El programa cuenta con "varias ventanillas". La del retorno a la Argentina está abierta de modo "permanente". Se abonan gastos de traslado, es decir, el pasaje del lugar de origen al de destino, "incluyendo muchas veces los de la familia del científico", y "se cubren gastos para la instalación en el país". RAICES también financia estancias de corta y mediana duración (entre 15 días y tres meses). En el transcurso de 2021 fueron aceptadas ocho. Asimismo, impulsa redes de científicos que se encuentran en el exterior. Hay 17, y son potenciadas por mesas de universidades. Estas últimas son propuestas orientadas a científicos que hace muchos años están radicados en otro país y no quieren volver pero sí pretenden trabajar para el Sistema Nacional de Ciencia. El próximo año se lanzará un programa de formación de científicos argentinos en el exterior, que trabajarán con investigadores también argentinos que vivan en otros países.
La historia de Ana Sol Peinetti
Ana Sol Peinetti es pampeana. Tiene 34 años. Es licenciada y doctora en Química, graduada en la Universidad de Buenos Aires. "Para fines de 2016, comienzos de 2017 estaba terminando mi doctorado en Química de Materiales y me fui a La Plata a hacer un postdoctorado. En el medio busqué para hacer uno afuera, pensando en aprender alguna técnica con la que pudiera volver, traerla a la Argentina", relata. Aplicó a la beca PEW, otorgada por una fundación norteamericana a diez latinoamericanos por año. La obtuvo e inició en 2017 su posgrado en la Universidad de Illinois. Le permitió, además, la compra de equipamiento para continuar en la Argentina lo que había empezado. Fue a aprender sobre bioingeniería de moléculas de ADN y se enfocó en diferentes virus. "Decidí volver. Era algo que siempre estaba. Hacer ciencia acá, contribuir a mi sociedad, tiene más sentido. El programa RAICES me ayudó a trasladar el equipamiento", expresa. Volvió en agosto de 2020.
Investigadora del CONICET en el Instituto de Química, Física de los Materiales, Medioambiente y Energía, acaba de ser distinguida en la categoría beca del Premio Nacional L'Oréal–UNESCO por su trabajo en el proyecto de monitoreo de variantes de SARS-CoV-2 a través de la detección rápida de antígenos. "Quería contribuir en mi país en el contexto de la pandemia. Poder estar en el desarrollo de estos tests nuevos, de producción nacional, me llena mucho. Me encanta, me motiva", dice. En cuanto al premio, agrega: "Es fundamental que muestre a la mujer en la ciencia para las nuevas generaciones, las niñas y jóvenes que están decidiendo qué hacer, para que tengan ejemplos de mujeres haciendo ciencia. Sobre todo en un momento en que todavía se educa a las niñas mayoritariamente en tareas de cuidado. La ciencia y la tecnología parecen inalcanzables o lejanas".
"La parte de los afectos es siempre la más difícil cuando una se va afuera. Tuve la suerte de que mi pareja estaba en una ciudad cercana, a dos horas, y los fines de semana nos podíamos ver. Pero se extraña: la vida cotidiana, les amigues, las salidas para despejarse. Una vive la misma cantidad de horas en el laboratorio acá que allá. Pero estar diez horas, poder salir y tomar una cerveza con amigas es algo que se extraña", recuerda. "Cuando uno va a afuera puede ver otros sistemas científicos. Tiene la posibilidad de hacer cosas nuevas con muchos recursos. Aprender y traerlo motiva, es darle más recursos al país. El programa inicialmente daba un subsidio grande que ayudaba a equipar laboratorios. Me parece bien que se lo empiece a revalorizar, y esperemos que en los años próximos llegue a ser lo que fue en un comienzo", añade.
"Es muy lindo, simbólico que el país te dé una bienvenida. Tengo una visión esperanzada: creo que el Gobierno está demostrando una intención de invertir más en ciencia. La ciencia ayuda mucho al desarrollo de un país y se puede hacer ciencia de calidad en la Argentina", concluye.