El Cordobazo (insurrección obrera y estudiantil contra la dictadura de Onganía que comienza en la ciudad de Córdoba) fue un punto de inflexión para la sociedad argentina. A partir de entonces, la política fue el eje de discusión en la sociedad y en el campo de la Salud Mental. La APA había realizado su única huelga en adhesión al paro general del 29 de mayo de 1969 que coincidió con el Cordobazo. En poco tiempo, algunos analistas viajaron para participar en el Congreso Internacional de Psicoanálisis en Roma. Era el primero luego del “Mayo Francés” del ‘68.
La dirección de la IPA intentaba estar a tono con los tiempos presentando un panel de apertura titulado “Protesta y Revolución”. Sin embargo, algunos se retiraron de la lujosa sede del Hotel Hilton a discutir algunos temas que quedaban fuera del programa oficial en un restaurante popular cercano. Expresaron su desacuerdo con el congreso tachando la última “s” de “psicoanálisis” del cartel puesto en la entrada del hotel. Entonces aparecía el signo del dinero ($) en la palabra psicoanálisis y quedaba manifiesta la ideología de un psicoanálisis adaptado al ideal social dominante. A estas reuniones se las llamó “contracongreso” y surgió el grupo que se denominó Plataforma Internacional. Armando Bauleo y Hernán Kesselman se convirtieron en miembros fundadores del grupo.
Al regresar, convocaron a encuentros para discutir los puntos acordados en el “Contracongreso”: la formación, la institución y el papel de los psicoanalistas en la sociedad. Así nació Plataforma Argentina con once miembros de la APA en agosto de 1969.
Las posiciones ideológicas de estos analistas en un momento de gran movilización social encontraron un mejor lugar para su participación político-gremial dentro de la Federación Argentina de Psiquiatras (FAP). Si bien Bauleo y Kesselman habían sido vocales en 1968, en abril de 1969 se había consolidado esta perspectiva al ser elegido Emilio Rodrigué como presidente de la Regional Capital y Miguel Matrajt como secretario general de la misma. José Bleger fue elegido secretario científico de la FAP nacional en 1970.
La escalada represiva de las luchas sociales que siguieron al Cordobazo, que llevaron a la caída de Onganía primero y de Levingston después, determinaron mayores tomas de posición política durante 1970 y 1971. Esto llevó a una acentuación de las diferencias del grupo de la FAP (que a su vez estaba en la APA) con la propia dirección de la APA.
Por otro lado, la discusión acerca del lugar que tenía la política en la APA llevó a otro conflicto. Fernando Ulloa era director del Centro Racker. En ese entonces se ocupaba de la extensión psicoanalítica a la sociedad. Mauricio Goldenberg le había pedido a Ulloa que desde el Centro organizaran la formación de residentes de Salud Mental de Buenos Aires. Así se organizó el primer programa de capacitación para residentes brindado por el Centro Racker. A principios de 1971, ante la cesantía de un residente por motivos políticos, Ulloa decidió personalmente seguir brindando formación para ese residente. La APA no apoyó esa decisión. Según Ulloa, “entre la Comisión Directiva de la APA y yo circularon documentos de ida y vuelta, y si bien el nombre Documento debe haberse originado en el que elaboramos como propuesta del grupo, para mí el nombre quedó ligado siempre a los que cruzamos en aquella ocasión en que habiendo decidido no apartar al residente terminé apartándome de la institución”. Los reclamos se centraban en intentar modificar la estructura interna de la institución y constituyeron el grupo Documento. Su principal diferencia con Plataforma era que se centraban en el intento de modificar la estructura verticalista y poco democrática de la APA. Enviaron sucesivos Documentos críticos para con la institución exigiendo mayor representatividad en las decisiones dentro de la misma denunciando el elitismo de la APA.
Para algunos miembros de Plataforma y Documento, el quiebre fundamental con la APA se produjo con un hecho. El 8º Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis que se realizó en Porto Alegre a fines de 1970. El tema que había surgido en el Congreso anterior era “Violencia y Agresión”. Sobre éste se había discutido internamente en APA el año anterior. Pero para no molestar a la dictadura instalada en Brasil desde 1964, se había decidido cambiar el tema con el suavizante “Corrientes actuales en el pensamiento psicoanalítico”.
Las diferencias internas se acrecentaban. Los psicoanalistas que decididamente querían incluir lo social y lo político en la APA tenían una amplia orientación de izquierda y además proponían repensar el psicoanálisis y la institución psicoanalítica.
En julio de 1971 se realizó el XXVII Congreso Internacional de Psicoanálisis en Viena. El viaje estaba teñido políticamente. En Viena se realizó un nuevo “contracongreso” de Plataforma en la Casa de los Estudiantes. Se reunieron en una jornada de descanso para debatir varios temas: la reconsideración de la teoría psicoanalítica y sus bases ideológicas y la inserción social del psicoanalista como profesional. De allí algunas preguntas que intentaban responder: ¿Es la práctica psicoanalítica contradictoria con la lucha política? ¿Es la crisis del psicoanálisis una crisis del psicoanalista como intelectual o del intelectualismo psicoanalítico?
En el congreso oficial se presentó el trabajo de Marie Langer “Psicoanálisis y/o revolución social”, en el cual realizaba una historia de desencuentros del psicoanálisis y el marxismo a través de su biografía como analista en Viena y cómo se había tenido que optar entre uno de ellos a lo largo de la historia como una constante donde psicoanálisis y marxismo no podían ir juntos. La idea era rescatar la posibilidad de encuentro entre las teorías de Marx y de Freud, que concluía con la apuesta a que “esta vez no renunciaremos ni al marxismo ni al psicoanálisis”. El texto debía publicarse automáticamente en el International Journal, pero no lo hicieron por una supuesta falta de espacio. Según Marie Langer esto fue uno de los factores por los cuales pensaron en una nueva publicación para artículos comprometidos ideológica y políticamente que no tenían espacio en los lugares oficiales. Su título fue Cuestionamos. Documentos de crítica a la ubicación actual del psicoanálisis.
Al regreso del Congreso la situación se volvió insostenible dentro de la APA. Es que se acentuaron las diferencias y los límites que imponía la institución. Plataforma y Documento no pudieron unirse en una política común y fueron a la ruptura por separado con días de diferencia. Toda esta época estuvo atravesada en todos los niveles por divisiones y “narcisismos de las pequeñas diferencias”. Esta falta de unidad también marcó el futuro de estos grupos.
El 3 de noviembre se encontraron todos los miembros de Plataforma en el consultorio de Emilio Rodrigué. Tenían las 18 renuncias y el brindis preparado. Ya sabían que Enrique Pichon-Rivière no estaría. Hacía tiempo que Pichon no formaba realmente parte de la APA. Esperaron hasta altas horas de la noche a José Bleger. Pero Bleger no concurrió. Algo de tristeza tenían los participantes. Juan Carlos Volnovich recordaba que “los encargados materiales de llevar las renuncias que se firmaron a la noche éramos ‘Guillo’ Bigliani y yo, porque éramos los más jóvenes. Llevamos la renuncia a APA, se la entregamos a la secretaria y cuando nos vamos nos agarra Joel Zac en el pasillo de salida y nos dice ‘muchachos, quiero que sepan que estoy muy de acuerdo con ustedes, pero yo soy de los que piensan que hay que luchar desde adentro y no desde afuera’. Entonces ‘Guillo’, que es genial, le dice ‘sabe qué pasa Joel, estar dentro de la APA es estar fuera del mundo’”.
El lunes 15 de noviembre renunciaron los 21 participantes del grupo Documento. La APA había perdido el 10 por ciento de sus miembros.
Dada la importancia que tenía el psicoanálisis en esa época, las renuncias fueron publicadas en diferentes medios de difusión. El semanario Panorama del 16 de noviembre de 1971 publicó una extensa nota llamada “No hay diván para la crisis del psicoanálisis” en la cual se exponían las razones de dichas renuncias. Algunos de ellos afirmaban que “dentro de la APA, los profesionales aceptan un papel sumiso, devastador. Durante años, cumplen los ritos necesarios para escalar las diferentes categorías, y llegados a la cima, hacen cumplir rigurosamente las mismas etapas a los que vienen atrás... queremos salvar al psicoanálisis de los compromisos con el sistema que las instituciones contrajeron en su nombre”. En la nota se afirmaba que no era la primera ruptura, ya que mencionaban la de Daniel Lagache y Jacques Lacan en Francia y de cuatro psicoanalistas brasileños. Pero que era la primera en la historia de un grupo por motivos ideológicos.
A partir de entonces, cambió la historia del psicoanálisis en la Argentina. Desde ese momento pertenecer a la APA dejó de ser sinónimo de psicoanálisis. El origen político e ideológico de esta ruptura tuvo un logro: crear las condiciones, por primera vez en la Argentina, para formar psicoanalistas por fuera de la institución oficial. Como terminaba la declaración de Plataforma: “Para nosotros, desde aquí en más, el Psicoanálisis no es la Institución Psicoanalítica oficial. El Psicoanálisis es donde los psicoanalistas sean, entendiendo el ser como una definición clara que no pasa por el campo de una Ciencia aislada y aislante, sino por el de una ciencia comprometida con las múltiples realidades que pretende estudiar y transformar.”
Enrique Carpintero y Alejandro Vainer son psicólogos y psicoanalistas. Director y Coordinador General de Revista Topía. Autores de Las Huellas de la Memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los 60 y 70. Segunda Edición corregida y aumentada, Ed. Topía, 2018.