Con la mirada puesta en los datos que revelan la incidencia de la concentración de tierras en el Chaco salteño, investigadores del CONICET y el Instituto de Investigaciones en Energía No Convencional (INENCO-UNSa), generaron el informe "Contexto Socio-Ecológico de la Apropiación De Tierras en la Región del Chaco Salteño”, publicado el 18 de octubre pasado en la plataforma Land Matrix. El artículo fue realizado por Griselda Salas Barboza, Walter Díaz Paz, Lucas Seghezzo y Cristian Venencia.

En una reflexión sobre los datos y la realidad actual, que incluye a campesinos que están en peligro de ser desalojados, Seghezzo sostuvo que no puede haber posibilidad de “un modelo de desarrollo dejando afuera a la gente” en esta región de la provincia, con una alta conflictividad respecto de la propiedad de las tierras.

A su entender, uno de los primeros pasos es salir de “la falsa dicotomía entre la conservación a ultranza o la gran producción intensiva. Son prejuicios que cierran el diálogo antes de iniciarlo”, sostuvo el investigador ante Salta/12.

“Somos científicos sacando conclusiones de datos que nos da la realidad”, agregó al referirse a las personas que realizaron el informe que, si bien lo hacen desde un marco conceptual determinado, se separan de los prejuicios que conlleva la referida dicotomía.

Algunos números

Una de las narrativas puestas a prueba fue el presunto desarrollo que generan las grandes inversiones a favor de las personas que viven en esta región.

Entre los números reseñados en el informe, se ponderan los que dan cuenta de las Grandes Transacciones de Tierras (GTT), entre el 2000 y 2018.

La compra de tierras a gran escala involucró más de un millón y medio de hectáreas en el Chaco salteño. La expansión de la “frontera agropecuaria”, muy ligada a las GTT, involucró el desmonte de más de 1,25 millones de hectáreas entre 2004 y 2015. A su vez, el informe señaló que “los procesos de deforestación y cambio de uso del suelo han llevado gradualmente a situaciones de concentración territorial y económica, asimetrías de poder y conflictos socio-ambientales”.

Según los datos evaluados en el trabajo, las inversiones en tierras suelen ubicarse en “zonas de fácil acceso, con infraestructura preexistente como un mecanismo para reducir los costos de producción y comercialización”, lo que hace suponer que “las contribuciones de las GTT a proyectos de infraestructura, como la construcción y el mantenimiento de redes viales, no serían de gran magnitud”, sostiene el informe.

Otro indicador “que de forma individual denota importantes carencias en la región es la tasa de analfabetismo, la cual en el Chaco salteño en conjunto supera la tasa media provincial (3,1), llegando casi a triplicar este valor en el departamento Rivadavia (10,8)”. Se añadió que el 70 por ciento de las GTT se localiza en áreas con tasas de analfabetismo que superan el 4,4.

Otro dato que refleja importantes desigualdades en relación a la calidad de vida de la población es el de necesidades básicas insatisfechas (NBI). El 97 por ciento de la región del Chaco salteño presenta hogares con NBI que superan el promedio general a nivel provincial de 19,4 por ciento, según el censo del INDEC de 2010. El 61 por ciento de las compras de grandes extensiones de tierras se localiza en sectores donde las necesidades básicas insatisfechas alcanzan al 27,5 por ciento de los hogares, destacó el informe.

En cuanto a los niveles de desocupación, se sostuvo que casi el 30 por ciento de la región presenta valores que superan la tasa media provincial, que es del 7,6.

Según estos indicadores, el tan mentado desarrollo no llegó a las zonas del Chaco Salteño, al menos no para la población local.

El Estado como garante del diálogo

Seghezzo entendió que este tipo de desarrollo denota una “actividad productiva pero a la vez un estancamiento”. Pues hace un siglo se realizan grandes producciones en la zona sin un cambio significativo en los indicadores sociales. Frente a ese panorama, afirmó que desde su lugar no puede aceptar que se proponga “una deforestación futura que traerá desarrollo. Porque quiero que expliquen por qué la deforestación que se hizo hasta ahora no trajo desarrollo”.

A su entender, el problema está en el “tipo de desarrollo” que se quiere imponer en Salta y en el Chaco salteño en particular. Y aclaró que el problema no es la soja o la ganadería, sino “qué tipo de soja y de ganadería estamos produciendo”.

El investigador planteó que existen alternativas productivas que podrían generar un beneficio con mano de obra, evitar la emigración a las grandes ciudades de quienes viven en las zonas rurales dedicándose a la pequeña producción, y generar riqueza para el desarrollo local.

Una de las alternativas hasta ahora estudiada es el Manejo de Bosques con Ganadería Integrada (MBGI). Su aplicación aún debe ser estudiada en la región del Chaco salteño. “Hay que estudiar los sistemas alternativos. Pero en ningún caso podemos permitir que se expulse a los pequeños productores del Chaco salteño o que encierren a las comunidades originarias en áreas donde no pueden subsistir”. Y para Seghezzo, en cualquier alternativa de desarrollo que se pueda proponer “esa condición es imprescindible”.

Uno de los temas que se piden incluir en el actual debate del Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (OBTN), es justamente la conflictividad de las tierras que, a entender del investigador, debe ser señalizada con el color gris y que esa señal involucre un freno a cualquier tipo de desarrollo mientras exista el conflicto. Estos situaciones de conflilctividad son además expuestas por algunos grandes productores como obstáculos para generar inversiones.

Es por ello que Seghezzo entendió que el Estado (por sobre la impronta de los gobiernos de turno), tiene la responsabilidad de generar una mesa de diálogo con el fin "de discutir el tema a fondo y con propuestas concretas”.