El Ministerio de Seguridad de la provincia instruyó a los clubes un protocolo para colgar banderas en los estadios. Las autoridades exigen a los clubes asignar personal a cargo, entre otras medidas, pero no le quita el control de la tarea a la policía, por lo cual no rompe con los vínculos de complicidad entre barras y la fuerza, y expone ante los violentos a los trabajadores de las instituciones.
Como si en los estadios del fútbol argentino las banderas fueran el problema, en la provincia se anunció una medida singular: obliga a los clubes a designar personal a cargo para colgar y descolgar banderas, tarea que se hará en cada partido en hora determinada.
El personal asignado por los clubes tendrá la tarea de colgar las banderas. Pero en la improvisación de la medida, nada se dice sobre cómo los dueños de los trapos deben proceder para “tramitar” el pedido de que les “cuelguen” la bandera. Y tampoco está claro cómo se definirá el reparto del espacio, algo que se hacía espontáneamente entre los hinchas por "derechos" ganados por tantos años de concurrencia.
El proceso de montaje de las banderas en todo el estadio será supervisado, según se dispone, por personal de la Municipalidad y la policía tendrá la tarea de constatar que el personal asignado es empleado del club. Esta situación expone a los trabajadores ante los barras, al punto de que los empleados asignados quedarán a merced de aprietes y extorsiones por parte de los violentos, situación que nadie contempló. El rechazo de los clubes al procedimiento es mayoritario, lo que sugiere que será difícil que se mantenga en el tiempo.