Alicia Raquel Hartridge Lacoste de Videla, viuda del dictador y máximo jefe del genocidio de entre 1976 y 1983, murió a los 94 años. Estuvo casada con Jorge Rafael Videla durante 65 años, tuvo con él siete hijos y fue su férrea compañera y defensora cuando fue varias veces juzgado y condenado por los crímenes de lesa humanidad que cometió.
La noticia del fallecimiento de la esposa de Videla fue dada a conocer hoy en los avisos fúnebres de La Nación, el diario más cercano a la dictadura cívico-militar y frecuente defensor de los represores enjuiciados. En los avisos no fue precisada la fecha del deceso. Sólo se difundió su nombre, la abreviatura “q.e.p.d." y un mensaje: “Ejemplo de esposa y madre. Tus hijos, hijos políticos, nietos y bisnietos te despedimos con el cariño que nos diste”.
No fue el único. Otro que la nombra fue firmado por dos allegados que la “recuerdan en un feliz encuentro en el cielo”. Y se sumó un tercero de otros que “la despiden con todo cariño y ruegan una oración en su memoria”.
La compañera del genocida Videla
“Yo voy a misa y rezo por él todas las noches, eso es lo principal”, dijo Hartridge durante su última entrevista al ser consultada sobre la ubicación de la tumba de su ex marido, que ella dijo desconocer pero que admitió que estaba en un cementerio de Pilar.
No se le conocieron más declaraciones públicas que esa, la que hizo desde el viejo departamento de la avenida Cabildo al 600 en el que vivía con su marido, el genocida.
Alicia Raquel Hartridge nació el 28 de septiembre de 1927 y fue la cuarta de los seis hijos de María Isabel Lacoste Álvarez y de Alejandro Hartridge Parkes, ex director del Banco Central y luego diplomático argentino en Turquía hasta 1949.
A los 21 años, Alicia Raquel había terminado sus estudios de magisterio y se casó en la Basílica del Santísimo Sacramento de Buenos Aires con el por entonces teniente Videla, a quien había conocido en San Luis.
Vivieron en la localidad Hurligham, por entonces partido de Morón, donde tuvieron a sus siete hijos, uno de ellos Alejandro, quien padeció una discapacidad mental por la que fue internado en la Colonia Montes de Oca hasta su muerte, a los 19 años. Fue un caso que la familia escondió como un tabú.
Las imágenes de aquellos años la muestran como una esposa siempre orgullosa de su marido. Tras el golpe de Estado y durante la jura de Videla como presidente inconstitucional, la televisión la mostró emocionada hasta las lágrimas junto a su veintena de nietos.
Procuró cuidar el perfil humano de su marido el dictador, tomándolo del brazo en la previa de los actos oficiales, rodeándolo de familia en apariciones públicas informales y negociando apariciones de ese estilo con las revistas de la época y de su clase.
Vivió en reserva familiar la muerte de su marido, el 17 de mayo de 2013 en su celda del penal de Marcos Paz. No acompañó el fallido sepelio en la bóveda familiar del cementerio de Mercedes y desde hace años no volvió a visitar la tumba definitiva que está en Pilar.
"No me importa, porque si vas allí lo único que vas a poder ver es un poco de pasto. Yo no veo nada. Nosotros teníamos una bóveda y no lo pudimos poner allí. Yo estaba acostumbrada a eso. A esto no estoy acostumbrada", dijo a la agencia española EFE.