La falta de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional a casi dos años de iniciada la gestión de Alberto Fernández se convirtió en motivo de debate en la campaña electoral. “Yo también podría acordar con el FMI en cinco minutos, pero no podría mirarlos a los ojos a ustedes”, respondió este viernes Alberto Fernández a Mauricio Macri, quien había dicho que a él le alcanzaba ese tiempo para reestructurar la deuda de 45 mil millones de dólares que dejó como herencia de gobierno.

“Cinco minutos fue el tiempo que necesitó (Macri) para generar un conflicto que va a durar generaciones”, siguió el Presidente, al hablar en la inauguración de un sanatorio de UPCN en Avellaneda. “Para que nadie se confunda, yo también puedo acordar con el Fondo en cinco minutos, pero nunca más podría mirarlos a los ojos a ustedes, porque en cinco minutos puedo arrodillarme y cumplir con las exigencias que me ponen los acreedores, y eso no lo hace un peronista”. “Nosotros los representamos a ustedes, no a los acreedores”, completó ante la audiencia sindical.

El Gobierno argumenta que si no acordó con el FMI hasta ahora es porque todavía no están resueltas algunas de las condiciones que puso en la mesa de negociación, como la quita de las sobretasas de interés. Se trata del recargo de unos 1000 millones de dólares por año que el Fondo impone a la Argentina por haber tomado un crédito exorbitante de 45 mil millones de dólares, muy por arriba de lo que podía aspirar por su cuota en el organismo.

Cuando Macri o María Eugenia Vidal sostienen que ellos podrían arreglar todo en cinco minutos no explican por qué no lo hicieron antes. ¿Si son capaces de evitar la sobretasa, por ejemplo, por qué no la quitaron desde un principio?

Lo cierto es que después de casi dos años de insistir, el Gobierno consiguió el fin de semana pasado, en la cumbre del G20 en Roma, que los presidentes del grupo recomendaran al FMI analizar la cuestión. El jueves, el Fondo confirmó que lo hará antes de fin de año, en una reunión de directorio.

De todos modos, el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Argüello, advirtió que los técnicos del Fondo son contrarios al planteo de quitar la sobretasa, aunque confía que eso terminará ocurriendo por la postura que tomaron los países en el G20. 

“Creo que antes de marzo vamos a tener la posibilidad de cerrar un acuerdo en los términos que estamos procurando”, estimó el diplomático. “Es una negociación compleja que está empezando a moverse de modo concreto”, agregó. “Nosotros queremos un acuerdo que nos permita continuar creciendo. Un camino que nos permita crecer y pagar. Crecer y pagar, en ese orden”, remarcó.

Otro punto reclamado por el Gobierno es la inclusión en el convenio de una cláusula que garantice que la Argentina accederá a una mejor línea de crédito del FMI en caso de crearse en el futuro. Hasta ahora, el plazo máximo de repago que ofrecen los programas del organismo es de diez años. Martín Guzmán señaló que la Argentina y otros países trabajan para lograr cambios en esa dirección, así como para la creación de un “fondo de resiliencia”, con aportes de las potencias, para nuevas líneas de financiamiento a países que lo necesiten para superar sus crisis.

Es decir, el plan del Gobierno es sostener un proceso negociador en los distintos ámbitos de la comunidad internacional, más allá de lo que se establezca en un primer acuerdo con el FMI, que permita ir mejorando las condiciones.

Pagar

La estrategia del oficialismo es cuestionada por la oposición de Juntos por el Cambio, por los economistas del establishment, los medios dominantes y los mercados financieros. Consideran que el Gobierno tardó demasiado en acordar y presionan por un cierre inmediato, que debe incluir fuertes compromisos de ajuste fiscal, un torniquete monetario y reformas estructurales, como la baja de impuestos a las empresas, la flexibilización laboral y cambios en el sistema jubilatorio.

“Nosotros no hubiésemos tardado dos años en hacer un acuerdo con el Fondo Monetario”, recriminó Vidal. “Mientras hacemos un discurso enardecido contra el Fondo, llevamos dos años pagando vencimientos que podríamos haber evitado con un nuevo acuerdo y menores tasas”, señaló.

Sobre el primer punto de esa afirmación, en el gabinete económico explican que otro requisito que pone Argentina para firmar un nuevo programa con el FMI es que reintegre los pagos que el país viene haciendo desde septiembre, por 2300 millones de dólares, más 1900 millones que desembolsará a fin de diciembre si es que antes no se alcanza un entendimiento.

En cuanto a las tasas de interés, antes que eso Vidal y Macri deberían rendir cuentas por haber metido al FMI otra vez en la Argentina. No sería necesario ningún acuerdo con el Fondo si el gobierno de Cambiemos no le hubiera pedido 57 mil millones de dólares. En esa línea, otras cuestiones básicas que ocultan la oposición y la prensa dominante son las siguientes:

  • Macri decidió recurrir al FMI porque los mercados le dejaron de prestar a su gobierno al ver que el programa económico de endeudamiento y fuga, del que se aprovecharon cuanto pudieron, era inconsistente y terminaría desbarrancando, como ocurrió.
  • El crédito del FMI se gestionó de urgencia, de espaldas a la sociedad, en medio de un descalabro financiero, con el riesgo país arriba de 2000 puntos, la tasa de interés en 80 por ciento y el dólar descontrolado.
  • Por orden del FMI, Macri tuvo que echar a dos presidentes del Banco Central, Federico Sturzenneger y Luis Caputo.
  • Mauricio Claver Carone, ex representante del gobierno de Donald Trump ante el FMI y actual presidente del BID, dijo que el préstamo fue para sostener a Macri en el poder y evitar que el peronismo ganara las elecciones.
  • El préstamo estableció que en 2022 hay que devolver 19.115 millones de dólares, entre capital e intereses. Y en 2023, 19.367 millones de dólares. Es decir, era impagable desde un comienzo.

Repudiar

"Tiene que haber un desconocimiento soberano de la deuda, y esto implica una fuerte movilización del pueblo argentino y en América Latina. Algo de eso puede verse en lo que sucede en Chile, Colombia o Perú, donde hubo fuertes movilizaciones contra los planes de ajuste, contra modelos neoliberales muy arraigados que eran los mismos que presentaban en Argentina. Ahora hay un fuerte cuestionamiento que viene de la movilización popular; la única forma de pensar una salida para las grandes mayorías populares es el desconocimiento de la deuda”, aseguró Nicolás Del Caño, al fijar la posición del Frente de Izquierda.

Esa postura asume el costo de romper con los países que forman parte del FMI, que son esencialmente la enorme mayoría, incluidos Estados Unidos y las demás potencias. El repudio al Fondo comprometería el acceso a créditos de otros organismos internacionales, como el Banco Mundial, el BID y bancos de inversión extranjeros, tanto para la Nación como para las provincias. También se perdería el terreno ganado en el G20 y podrían surgir dificultades para la prefinanciación de exportaciones y la llegada de inversiones. Antes que eso, el Estado tendría que administrar tensiones financieras y cambiarias de magnitud, seguramente con el dólar blue volando a cualquier precio. Y mirando hacia adelante, sería el antecedente más pesado de la Argentina en materia de incumplimientos de deuda, con impacto por décadas. Son cuestiones que el FIT no termina de explicar cómo se resolverían.

“¿Cómo se paga sin el hambre del pueblo, si el ajuste que está haciendo Guzmán, que continúa incluso después de las PASO, es con el hambre del pueblo?”, planteó en cambio Myriam Bregman, candidata del FIT en la Ciudad de Buenos Aires. Y contestó: “Están pagando con haber cortado el IFE, con haber cortado la ayuda social en 64 por ciento".