Considerado históricamente como un ave sagrada, el cóndor andino (Vultur gryphus) ha sido testigo del origen y esplendor de diversas culturas y civilizaciones al adquirir un rol simbólico en muchas de ellas, incluso ha sido representado en cerámicas, pinturas y telares.
Los Incas fueron de sus más grandes admiradores y lo consideraban una divinidad encargada de unir el cielo y la tierra. Como muchas especies, es un ave amenazada y es principalmente quienes se dedican a la cría de ganado su principal peligro, ya que los cazan por prejuicio o coloca cebos tóxicos con carne para otros animales y termina afectando al cóndor.
“Se trata del ave voladora más grande del mundo, la que vuela más alto y una de las más longevas”, cuenta el biólogo Roberto Salinas a Catamarca/12. El cóndor puede medir hasta 3.20 metros desde la punta de un ala a la otra y llega a pesar hasta 15 kilos. En cuanto a la cantidad de años que viven, hay estudios que demuestran que en cautiverio pueden cumplir 75 años, aunque en libertad el promedio es de 60.
El cóndor puede subir a la altura del cerro Aconcagua o volcán Pissis (picos montañosos de Catamarca), sin problema, ya que las investigaciones demostraron que pueden elevarse a alturas de 7000 mil metros sobre el nivel del mar. “A diferencia de otras aves, ellas tienen un sistema que les permite aprovechar el oxígeno a esa altura”, cuenta el biólogo.
Una de las características que lo hace vulnerable es que “la tasa de reproducción es muy lenta. Crían un solo pichón cada 3 años y tardan en crecer. Los ejemplares chicos son inexpertos, muchas veces caen en poblaciones y son capturados porque se lo asocia a los buitres, sobre todo a las hembras que no tienen cresta como el macho. Esto es así, porque recién entre los 7 y 10 años los cóndores adquieren su plumaje característico que es de color negro y con un collar de plumas blancas en el cuello, mientras tanto su color es marrón y para quienes no lo saben piensan que son buitres”, cuenta Salinas y admite que a los buitres los matan o cazan también por prejuicios, “porque piensan que son animales de mal augurio”.
El cóndor no hace nido para criar a sus pichones, ni para ir a dormir, con las características ramas y pajitas que la mayoría de las aves. Buscan zonas rocosas, en altura, con cuevas o peñascos que les permiten descansar por las noches. Comúnmente se denominan “condoreras” y las utilizan como si fuera una suerte de hotel comunitario.
Es que un cóndor puede viajar hasta 180 kilómetros en un solo día. Esto significa que las poblaciones que vemos, no siempre son los mismos animales. “Un cóndor que hoy está volando en la Cuesta de El Portezuelo, en unos días puede estar haciéndolo en la provincia de Salta”, cuenta Salinas.
Estas “condoreras”, u hoteles de paso, están marcadas por los excrementos de las mismas aves y por sus características, brillan en la oscuridad. De esta manera un cóndor que busca descansar por la noche puede divisar mejor estos lugares seguros, elegidos especialmente para que no puedan acercarse los depredadores.
El cóndor no vuela todos los días. Generalmente cuando las nubes están bajas prefiere quedarse en la condorera. Un día normal de sol, al menos en Catamarca, suele salir a partir de las 9 o 10 de la mañana. Esperan que las laderas de los cerros o montañas del sector norte se calienten y así, con el choque de corrientes frías del sur, obtienen el ambiente ideal para poder planear por los aires. En los meses de invierno, esto suele suceder después de la 1 de la tarde. De hecho, quienes practican parapente, siguen los mismos parámetros que el cóndor para poder volar.
Los prejuicios y estereotipos llevaron mucho tiempo a creer a los científicos (aunque actualmente sigue la disputa), que el cóndor pertenecía al orden de los denominados Falconiformes, que significa que tienen forma de halcón. Su pico encorvado, y otras características lo conservaron en este lugar hasta hace unos 20 años atrás. Sin embargo, por estudios hechos, muchos consideran que pertenece al orden Ciconiiformes y lo ubican junto a las grullas y cigüeñas, aves que también son carnívoras, y cuyas patas y otras características son más adecuadas para definir al cóndor.
El cóndor no come todos los días. Puede permanecer hasta 5 semanas sin hacerlo. Esto es porque a diferencia de lo que muchos creen (y por eso los cazan), el cóndor no mata, sino que depende de que los animales se mueran. Pero cuando encuentran alimento, pueden ingerir hasta 5 kilos de carne. A veces, no miden la cantidad y se indigestan y pesan demasiado, por eso deben regurgitar para poder retomar el vuelo.
Su pico es tan fuerte, que es él quien “abre” a los animales para los demás carroñeros. Es decir, que en caso de que se haya muerto un puma o vicuña, el cuero es desprendido por estas aves.
Sólo el hombre los amenaza: "Los cazadores irresponsables y los ganaderos. Estos últimos, son aquellos que no compran alimento para su ganado y practican lo que se denomina ganadería extensiva, es decir permiten que sus vacas, o caballos destruyan el medio ambiente comiendo lo que ofrece la naturaleza. Al estar su ganado integrado al hábitat natural de las especies hendógenas, colocan cebos de carne con raticida, cianuro y otros venenos para que los posibles depredadores, como los pumas, o zorros lo coman y mueran. Pero los cóndores, en este caso comen también esos cebos o a los animales que fueron envenenados y ellos también mueren", comenta Salinas.
En cuanto a su protección, Catamarca forma parte de un proyecto que se denomina Plan de conservación del cóndor, para esto se reciben varios insumos y apoyo del Ministerio de Desarrollo Sustentable de la Nación y también existe una partida destinada a su cuidado en el Ministerio de Ambiente provincial.