Para conseguir el domicilio en Belén de Reinaldo Antonio “Tono” Aibar, el camino más seguro suele ser preguntando a la gente, de casa en casa. Como todas esas cosas importantes que suceden en los pueblos del interior de Catamarca, la oferta imperdible no figura necesariamente en las redes sociales, ni en las góndolas de los supermercados. Los jigotes y motes más sabrosos, las fiestas y las guitarreadas hasta el amanecer se amasan y disfrutan puertas adentro de las casas belichas.

Estamos en el mes de septiembre y el termómetro invernal marca 34 grados. Un paredón bajito de ladrillos pintados de rosa separa la calle San Martín, de la vereda de tierra de la puerta de la casa. Tono arregla delicadamente una pieza de una moto que tiene medio desarmada apoyada sobre la pared. La entrada de su casa es un taller mecánico al aire libre, con piezas sueltas por aquí y por allí, restos de autos, motos y un techito pequeño que detiene el impacto de los rayos solares vespertinos.

Pase por el costado, me indica Tono, y ensaya una sonrisa de bebé, con escasos dientes, que le transforma la cara y el semblante. Ya estamos adentro. El living de la casa, es un espacio repleto de instrumentos: guitarras, bombos, charangos y un bandoneón duermen recostados en un rincón. Arriba de la pared cuelga un plasma gigante para ver los partidos de River Plate, su otra gran pasión. Las paredes despintadas del living están repletas de posters, medallas y diplomas que certifican y reconocen la presencia de Tono Aibar en múltiples festivales alrededor de la provincia y del país.

Reinaldo Antonio “Tono” Aibar Herrera nació en Belén en el año 1942, casado y divorciado, con dos hijos que hace un buen tiempo se fueron a buscar la vida lejos del pueblo. Don Aibar, su abuelo, le colocó ese apodo musical cuando era niño y que signaría el perfil de su biografía como compositor, multi intrumentista, poeta y andariego.

Tono vive solo pero nunca está solo. Todo el tiempo está cayendo gente, músicos, amigos, periodistas y curiosos.

Comienza a contar desde el minuto cero, una historia de su prima que baila danza en el Teatro Colón, lo lleva a un viaje por Mendoza y luego a un asado con Horacio Guarany. Un sueño revelador de changuito lo traslada a una anécdota de un festival en Bolivia. Mientras tanto, me hace un par de preguntas para terminar de saber quién es la persona que lo vino a entrevistar. Yo, aun, no tengo prendido el grabador de mano.

A los 11 años, me llevaron a Buenos aires a operarme del oído derecho, tenía un quiste que me tenían que extirpar y como una parte de mi familia vivía allí, pensaron que era el mejor lugar. Pero, parece que durante la operación me tocaron el tímpano y desde ese día perdí el 40% de la audición del oído derecho.

- ¿Y cómo se explica que te hayas dedicado a la música toda tu vida?

- Es que tengo superdesarrollado el oído izquierdo y las mañas.

El Tono Aibar, el sordo, el mentor, posee el solitario atributo de ser el único músico catamarqueño que dijo presente en todas las ediciones de las Fiestas del Poncho, desde el año 1967, hasta la actualidad. Algunos de los festivales en donde se presentó con sus diferentes conjuntos, son: Festival La Reina del Yocavil (Santa María), Fiesta de la Vendimia (Tinogasta), Festival del Cabrito (Recreo-La Paz), Fiesta de la Mandarina, (Chumbicha, Capayán), Festival Nacional del Malambo (Laborde, Córdoba), Fiesta Nacional de Santa Rosa (La Pampa), Fiesta Nacional de La Vendimia (Mendoza).

La zamba para mi Belén, compuesta en Septiembre de 1976, dice así: Yo le canto esta zamba al pueblo donde he nacido, allá en el barrio El Bajo, de mi Belén tan querido. Me acuerdo de aquellos tiempos, cuando vivían mis abuelos, incansables pal trabajo, fiesteros y farriadores.

*Docente de teatro y comunicador.