Por Sonia Santoro
"Convertirme en madre cambió mi feminismo. Lo hizo más urgente y más concreto", dice Erin Wunker desde la otra punta de América, más precisamente, desde Halifax, Canadá, donde vive con su compañero, su hija y un perro. Wunker es profesora de literatura y cultura y es, como lo dice en el libro que acaba de publicar en Argentina, una feminista. Pero no cualquier feminista, sino una aguafiestas. Una que no tiene miedo de ser la que lo cuestiona todo y todo el tiempo, porque eso que cuestiona es un sistema opresivo, racista, sexista, homofóbico con el que todavía convivimos. Notas de una feminista aguafiestas. Ensayos de la vida cotidiana fue publicado por la Editorial Chirimbote y aborda, con una escritura testimonial y ensayística, tres grandes ejes sobre los que todavía hay muchos mitos y tabúes que desmontar: la cultura de la violación, la amistad entre mujeres y la maternidad.
Wunker recibió el pedido de escribir el libro mientras estaba embarazada de su primera hija y lo escribió prácticamente después de parir. La maternidad se coló con fuerza en los temas abordados. Hace preguntas que nos hemos hecho muchas: ¿cómo voy a enseñarle a mi hijo a no violar?, ¿cómo voy a enseñarle a mi hija que la violación existe sin enseñarle a tenerle miedo todo el tiempo?. La respuesta hoy posible a esas preguntas según Wunker es que los niños y las niñas "no vienen al mundo como víctimas o violadores. Entonces, enseñarles a conocer su valor y a saber y luchar por el valor de todas las personas es clave. Y ese trabajo requiere desmantelar los sistemas que nos impiden prosperar. El trabajo que la gente ha estado haciendo en la abolición nos enseña esto. Pienso en el trabajo de Angela Davis, El Jones y Robyn Maynard, por ejemplo".
En relación a la maternidad plantea también que todavía la feminista y la madre que es se sienten incómodas una con la otra. En ese sentido, ante la pregunta sobre si la incomodidad del feminismo para abordar la maternidad no está superada en estos tiempos de avance de la agenda de los cuidados y visibilización del trabajo invisible que hacemos las mujeres, contesta que "si bien el feminismo obtiene algo de tracción como discurso en la arena pública y política, la maternidad es profundamente personal y, al menos en mi contexto (blanco, cis, inglés, norteamericano), es casi tabú sentir o hablar cualquier cosa sobre la maternidad que no es hermosa. Hablar de las complejidades y contradicciones físicas, mentales y sociales de la maternidad es menos 'aceptable' que hablar de feminismo. Por ejemplo, en Canadá todavía hay lugares donde no se puede acceder al aborto de manera fácil y segura. ¡En un país con una supuesta Primera Ministra feminista! (alerta de spoiler: no es feminista)". Wunker tiene humor, y es una virtud que se agradece para encarar temas a veces muy dolorosos. También es bienvenida su honestidad para preguntarse y exponer dudas que pueden no dejarla bien parada como "¿por qué me resulta tan difícil hablar de la identidad como mamá y tan fácil hablar de la cultura de la violación?".
Aunque viene de la academia Wunker eligió la primera persona y el uso de sus experiencias para plasmar este libro. Se trata de una intersección entre su trabajo artístico y político, dice.
"En mi trabajo académico investigo y escribo sobre poesía y feminismo. En gran parte de la poesía escrita en inglés desde el siglo XVIII hay una perspectiva llamada lírica I. Es una voz hablada en primera persona que se ha utilizado para transmitir la perspectiva del hablante en el poema. Normalmente, durante siglos, esa perspectiva ha sido masculina. Muchas mujeres, personas queer y escritoras de BIPOC (indígenas negros y de color) han estado trabajando durante años para reclamar y subvertir la hegemonía de la letra masculina. Complejo, desafiante y vital. Las feministas han estado diciendo durante décadas que lo personal es político y que ubicar su conocimiento y apropiarse de su perspectiva, por parcial que sea, es una parte vital del trabajo feminista interseccional".
Wunker toma la expresión "feminista aguafiestas" del inglés "killjoy", un concepto de la escritora y pensadora feminista Sara Ahmed. "Ahmed describe a la aguafiestas feminista como alguien que no teme "matar las alegrías" de los sistemas opresivos como el racismo, el sexismo y la homofobia. Utilizo la expresión para pensar en lo que significa para mí aprender a hacer sonar los barrotes de estos sistemas en mi vida cotidiana, a negarme a aceptar las macro y microagresiones de la vida en un mundo patriarcal donde las mujeres y otras personas minorizadas luchan constantemente por la equidad, el respeto y la justicia”, explica.
--¿Por qué decidió centrarse en la cultura de la violación, la amistad entre mujeres y la maternidad?
--La cultura de la violación es omnipresente, opresiva y necesita una discusión más abierta para nombrarla, combatirla y detenerla. Es un trabajo agotador, y para hacer ese trabajo y seguir prosperando, se necesitan amigos. Hacemos este trabajo para el presente y para el futuro, ya sea que el futuro sea de nuestros propios hijos o de los hijos de extraños.
--Habla de la contradicción en la amistad entre mujeres. ¿Puede explicarlo?
--Muy poco es más amenazante para los sistemas violentos y opresivos como el patriarcado que la solidaridad, que es lo que puede ser la amistad entre mujeres. Los sistemas patriarcales enseñan a las mujeres a culparse y avergonzarse mutuamente en lugar de a los sistemas que les impiden prosperar en equidad y libertad. El síndrome de las chicas malas es una historia que nos cuentan una y otra vez los sistemas patriarcales que se benefician de que las mujeres se golpeen unas a otras. Nombrar el sistema y rechazarlo es un hermoso acto de construcción de futuro.
--También dice que “la feminista aguafiestas no puede cambiar esto sola, necesita amigas”…
--Luchar contra los sistemas de opresión que buscan sacar provecho de tu subyugación es agotador. La amistad es un espejo de tu autoestima y la refleja en ti. La amistad es una interrupción y subversión de los sistemas opresivos y violentos porque se basa en la empatía, la reciprocidad y la creencia de que esa otra persona es importante y merece prosperar y ser valorada tanto como tú.