El magnicidio de Olof Palme compite por el oro con el de John Fitzgerald Kennedy en lo relativo a teorías conspirativas. Complots de ultra derecha. Fin de la Guerra Fría. CIA. El rol de grupos armamentistas. Incluso un largometraje como The Last Contract (Kjell Sundvall; 1998) abonó la idea de un killer profesional del primer ministro sueco. El asesino improbable (estreno del último viernes por Netflix) abona la conjetura oficial que cerró el caso en 2020. Y la escena de apertura deja muy en claro cuál fue el rol de su protagonista. Más que el misterio y el whodunit, el drama busca desentrañar la fallida investigación policial y quién era Stig Engström (interpretado por Robert Gustafsson), mezcla de Mark David Chapman, lobo solitario, pollito mojado o… ¿parte de una conspiración mayor?
La propuesta de cinco episodios se enfoca en este sujeto, conocido como el hombre de Skandia, cuyo perfil no cuadraba con la pesquisa de las fuerzas de seguridad. Timorato pero pedante, alcohólico y con afán de reconocimiento... ¿cómo un publicista de una aseguradora pudo llevar a cabo tal acción? Otro aspecto fundamental de la miniserie es su recreación exacta de la década de los ’80 y de lo que pasó en la noche del 28 de febrero de 1986. “Estaba increíblemente fascinado con Stig Engström como persona. Este tridente de enorme confianza en sí mismo, primero una persona muy popular y respetada, luego un alcohólico desesperado, finalmente alguien ridiculizado. El papel se convirtió en una especie de reconciliación con mi propia historia y el asesinato de Palme”, declaró Gustaffson.