Los nicaragüenses votaron este domingo en unos comicios con una predecible victoria del presidente Daniel Ortega para asumir un nuevo mandato luego de 14 años en el poder, sin mayor competencia y con varios aspirantes opositores encarcelados. Daniel Ortega se aprestaba de esta forma a ratificar otros cinco años como presidente a la cabeza del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) junto a su esposa Rosario Murillo, candidata a la vicepresidencia por segunda vez. Desde 2014, por una decisión del Parlamento avalada por la justicia, no hay límite en el número de mandatos presidenciales. 

Las 13.459 urnas habilitadas cerraron a las 21 horas de Argentina, tras once horas de votación. Según el Consejo Supremo Electoral de Nicaragua (CSE), cuyo sitio web estuvo caído durante toda la jornada, habrá resultados recién en la madrugada del lunes. Sin embargo el presidente estadounidense Joe Biden salió a calificar a los comicios de "farsa" y amenazó con tomar medidas "diplomáticas y económicas".

La jornada estuvo resguardada por unos 30 mil militares y policías y transcurrió sin mayores incidentes, con la oposición clamando un enorme abstencionismo y el oficialismo una gran participación. Ortega, quien gobernó en la década de 1980 luego de que la guerrilla del FSLN derrocara en 1979 al dictador Anastasio Somoza, enfrentaba a cinco candidatos desconocidos para la mayoría de los nicaragüenses. Unos 4,4 millones de electores estaban llamados a las urnas para elegir también a 90 diputados de la Asamblea Nacional y 20 para el Parlamento Centroamericano. Los comicios se celebraron tres años y medio después de protestas que exigieron la renuncia de Ortega y cuya represión dejó unos 320 muertos, más de 150 manifestantes aún presos y más de 100 mil exiliados. 

Luego de depositar el voto junto a su esposa y vicepresidenta, Ortega ofreció un mensaje televisivo y radial en el que atacó a los opositores encarcelados y en el exilio, así como a las protestas que estallaron contra su gobierno en abril de 2018. "Estamos realizando estas elecciones y seguros de seguir en esta batalla, que es una batalla histórica donde hay que decidirse por el terrorismo, la confrontación, la guerra o la paz", aseguró el mandatario desde la Casa de los Pueblos.

Votar o no votar fue la cuestión

La oposición excluida de participar en las elecciones, los nicaragüenses en el exilio y la Asociación Madres de Abril, que aglutina a familiares de las víctimas del estallido social de 2018, lanzaron campañas desaconsejando votar bajo el argumento de que hacerlo sería legitimar al clan Ortega-Murillo. Los opositores utilizaron las etiquetas #YoNoBotoMiVoto, #YoNoVoto o #NicaraguaNoVota, entre otras, con las que instaron a los nicaragüenses a no salir de sus casas, mantener las puertas cerradas y las calles vacías, porque consideran que el proceso es una "farsa".

"El pueblo manda y eligió no salir de su casa. ¡Porque aquí no se rinde nadie!", tuiteó el domingo la organización opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que compartió fotos de calles vacías en distintos puntos del país. Esas imágenes contrastaron con las palabras de la presidenta del Consejo Supremo Electoral, Brenda Rocha, quien afirmó que la participación superó los tres millones de votantes y los comicios se desarrollaban en un ambiente tranquilo. También en las redes circulaban videos que mostraban centros de votación llenos, mientras el presidente de la Asamblea Nacional, el oficialista Gustavo Porras, destacó una "asistencia masiva" que "da un tapabocas" a "los que rechazan la democracia".  

"Ahí está el voto, el voto no mata a nadie, el voto no causa herida alguna en ninguna persona, el voto no llama al terrorismo, a la guerra, jamás, el voto no llama a hacer tranques en la patria y que se paralice la economía, y que se destruyan las familias, el voto no llama a torturar públicamente", manifestó Ortega al respecto. En su mensaje, el presidente recordó las escenas violentas de las manifestaciones antigubernamentales de 2018 e insistió en culpar a Estados Unidos, país al que agradeció minutos después por donar vacunas contra la covid-19.Ortega recurrió a la toma del Capitolio estadounidense en enero pasado para defender el proceso electoral de Nicaragua. "Allá en Estados Unidos está abierto ese proceso, y tanto derecho tienen ellos para abrir procesos contra terroristas, como derecho tenemos los nicaragüenses a abrir procesos contra los terroristas, porque estaban conspirando, porque no querían que se realizaran estas elecciones que se han realizado el día de hoy", insistió. 

En una práctica inusual, el mandatario hizo su llamado al voto a mitad de la jornada electoral. La opositora Unidad Nacional Azul y Blanco acusó a Ortega de violar la Ley Electoral al intentar influir en la decisión de los votantes.

Una campaña deslucida y polémica

La jornada de votación llegó precedida por una campaña tenue, apenas matizada por escasos avisos en los medios y poquísimos actos públicos de los candidatos, en buena medida por la pandemia de coronavirus. El Consejo Electoral solo autorizó actos de no más de 200 personas y con un máximo de 90 minutos de duración. De hecho, las principales plazas de Managua estuvieron en las últimas semanas llenas de adornos navideños y sin afiches ni pasacalles con promesas de campaña.

La votación también es el final de un proceso por demás cuestionado, tanto a nivel nacional como internacional, tras la detención de siete precandidatos presidenciales, la prohibición de participar a tres partidos y la cancelación a una veintena de ONG. En base a leyes aprobadas a fines de 2020, los recientes detenidos están acusados de atentar contra la soberanía, promover sanciones internacionales, "traición a la patria" o "lavado de dinero", como es el caso de la aspirante opositora favorita, Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta Violeta Barrios (1990-1997) y quien cumple arresto domiciliario.

El día después

Aunque ningún país llamó a desconocer los resultados, el día después de los comicios representa una verdadera incógnita porque la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea (UE) y Estados Unidos denunciaron la situación de opositores encarcelados y una manipulación del Consejo Electoral. El gobierno respondió rechazando observadores electorales de esos países o bloques regionales.

El presidente estadounidense, Joe Biden, cuyo país al igual que la Unión Europea sancionó al círculo íntimo de Ortega, firmará un arsenal de medidas bajo la Ley Renacer para aumentar la presión sobre el gobierno de Ortega. Biden aseguró este domingo, según una declaración de la Casa Blanca, que se trató de una "elección de pantomima que no fue ni libre ni justa, y ciertamente no democrática".

El canciller nicaragüense, Denis Moncada, respondió que el gobierno de Ortega no teme que la comunidad internacional ignore los resultados electorales y aseguró que no se dejará intimidar. De su lado el diputado Dmitry Novikov, número dos del Partido Comunista de Rusia y parte de la delegación enviada a Nicaragua para relevar los comicios, criticó a las "voces políticas" que ya aseguraban "que no reconocerían" el resultado de las elecciones" cuando estas no se habían llevado a cabo. Novikov subrayó que su delegación se atiene "al principio de la no injerencia" en los asuntos internos de "un país independiente y soberano".