El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, fue reelegido este martes por sus pares para continuar en la presidencia de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), máxima autoridad de la Iglesia Católica en la Argentina, para el período comprendido entre 2021 y 2024.
Según informó la oficina de prensa de la CEA, casi un centenar de obispos reunidos en asamblea plenaria en Pilar eligió esta tarde las nuevas autoridades del Episcopado para los próximos tres años.
Acompañarán a Ojea en la presidencia del cuerpo el arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Colombo, que pasa de la vicepresidencia segunda a la primera. En tanto, como vicepresidente segundo fue elegido monseñor Carlos Azpiroz Costa, arzobispo de Bahía Blanca; y como secretario general monseñor Alberto Bochatey, obispo auxiliar de La Plata.
La asamblea plenaria, presidida por el obispo de San Isidro, se encuentra reunida en forma presencial desde ayer y hasta el viernes en la casa de retiros El Cenáculo de Pilar, luego de que fuera suspendida en dos oportunidades debido a las restricciones impuestas por la pandemia de coronavirus.
Participan de la asamblea 98 obispos y además fueron invitados sin derecho a voto arzobispos y obispos eméritos y el nuncio apostólico en la Argentina, monseñor Miroslaw Adamczyk.
En el transcurso de la semana, los prelados "trabajarán sobre la Asamblea Eclesial del Celam (Consejo Episcopal Latinoamericano) y el Camino Sinodal propuesto por el papa Francisco a la Iglesia Universal", detalló la oficina de prensa de la CEA.
Asimismo, el jueves se realizarán las primeras reuniones de comisiones episcopales que se hayan conformado a partir de las votaciones y se presentará el balance y el presupuesto de la Conferencia Episcopal Argentina, en tanto que la reunión culminará el viernes 12 al mediodía.
La palabra de Ojea
Este lunes, en la misa de apertura del encuentro, Ojea exhortó a un "reencuentro, recomenzando por la verdad", sin "diplomacias vacías, disimulos, dobles discursos, ocultamientos y buenos modales que esconden la realidad", dialogando "desde la verdad clara y desnuda", y pidió "coherencia entre lo que se dice y se hace" y que "la caridad no sea fingida".
En su homilía, el obispo de San Isidro sostuvo que "como pastores de nuestra patria pedimos en esta Eucaristía el don de la Sabiduría del Espíritu Santo para que nos ayude a recorrer los caminos de este tiempo de crisis a la luz del Evangelio de Jesús".
Y advirtió que "la herida más grande que puede recibir el Pueblo de Dios de nosotros los obispos, sacerdotes y laicos, es la falta de testimonio; la falta de coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, profesar que adherimos a un estilo de vida sin vivirlo".