La técnica utilizada por el diputado Jaime Naranjo para aprobar el juicio político contra Sebastián Piñera se conoce en Chile como "Ley Lázaro", aunque en el mundo se le llama comúnmente filibusterismo parlamentario. El procedimiento, que tiene muchos años de uso, fue desplegado durante 14 horas por Naranjo para permitir que el diputado Giorgio Jackson finalizara su cuarentena por covid-19 y que el democristiano Jorge Sabag recorriera los 500 kilómetros para llegar desde la sureña Chillán al Congreso, en Valparaíso. Lo que buscaba la oposición chilena era dilatar el tiempo y conseguir los votos necesarios para que el juicio pase al Senado.
En países como Estados Unidos los "filibusteros" se valen de esta práctica legal en el sentido opuesto al que usó Naranjo, es decir, con el fin de obstruir una votación. Se trata de un procedimiento muy habitual en ese país, donde en medio de un debate legislativo un senador puede hablar ininterrumpidamente durante el tiempo que desee a menos que el 60 por ciento de sus colegas decida terminar con el debate. A través de este sistema, el parlamentario puede retrasar el horario final de la votación y, finalmente, incluso frenar una iniciativa de sus rivales en la Cámara. La condición: no puede abandonar el estrado en ninguna circunstancia, ni siquiera para ir al baño. Debe estar parado durante todo el tiempo ya que si se sienta, pierde el turno.
Los ejemplos históricos sobran: en 1957, el senador republicano Strom Thurmond se refugió en esta legislación para bloquear la aprobación de la Ley de Derechos Civiles, oponiéndose así al final del sistema de segregación racial en Estados Unidos. El también republicano Ted Cruz estuvo hasta 21 horas ininterrumpidas hablando en 2013 contra el programa de salud del expresidente Barack Obama. Y en 2010 el demócrata Bernie Sanders dedicó ocho horas y media a criticar los beneficios impositivos otorgados a los ricos durante la era Bush. Su discurso se volvió tan célebre que fue editado en papel alcanzando las 288 páginas.