La estrella que antaño guiara los preciosos versos de John Keats brilla en los lyrics de Anaïs Mitchell, autora de un arrebatador sencillo intitulado -sí, sí- Bright Star, adelanto de su primer LP en casi una década. Años igualmente movidos para esta encumbrada dama del musical por ser autora de la aclamada ópera-folk Hadestown, donde reinterpreta la leyenda de Orfeo y Eurídice, la traslada a la era de la Gran Depresión. Además de ganar varios premios Tony por la obra on y off Broadway, en este tiempo ha formado la banda Bonny Light Horseman y ha colaborado con artistas como Big Red Machine; pero la -codiciosa- platea imploraba un disco en solitario que sucediera álbumes como Young Man In America, Hymns from the Exiled, The Brightness. Llegará, llegará, dicho está, a fines de enero. Hasta entonces queda este sencillo, que compuso mirando las estrellas en la modesta granjita de sus abuelos, en Vermont, y trata -a su decir- “de mirar hacia atrás, a esos años de búsqueda incansable, y hacer las paces con la fuente de ese anhelo: la musa, gran desconocida, que motiva pero es esquiva, que nunca conseguimos asir”. Bright star / I have drunk the wine of ages / In the company of strangers / We have sung in tongues of angels / And then stumbled on the pavemеnt, interpreta en un tramo la dama folk, descripta por la crítica como alguien “con el aura de un oráculo, la clarividencia de un poeta ciego, la habilidad de extraer rimas de consonantes”. Poca cosa.
Abrumada, ansiosa, estancada: así dice haberse sentido la sensación del indie-pop neozelandés, Benee, estos últimos meses, lidiando con un pronóstico obsesivo-compulsivo que, “al menos, me ayudó a entenderme mejor”. Del proceso introspectivo (y a un año de la salida de su álbum debut Hey u x, que incluía el megahit Supalonely), se desprende Doesn’t Matter, donde la sensible chicuela kiwi no rehúye a su malestar y -con suavidad pero de cara- interpreta: Quizás estoy consumida por mi mente ¿Lastima? Tal vez, bueno… Si me medicara, ¿ayudaría? Porque duele… Me siento fatal.
Jenny Lewis, mientras tanto, ha abrazado el costado luminoso de la vida tras reiteradas experiencias de porquería: lo hace en Puppy and a Truck, epístola amorosa al modo folk-rock que rinde pleitesía -como corresponde- al cachorro Cockapoo, cruza entre Cocker Spaniel y Poodle, que recientemente adoptó. El tema cierra con el aporte vital de Bobby Rhubarb, nombre del can, que corona con afinado ladrido.
Hace apenas unas semanas, salía Thank You, un caramelito envenenado en clave acid-electro donde, pletórica de cinismo e insolencia, Charlotte Adigéry se mofaba de “esas personas que se sienten obligadas a opinar sobre una cuando nadie les ha pedido su parecer”, dispensando sarcásticos “gracias, gracias” a insoportables sabelotodos, falsas amistades. Pues, nuevamente junto a su secuaz Bolis Popul, productor y co-compositor, la audaz chica belga -descendiente de la tribu yoruba de la isla de Martinica- demuestra que el humor corrosivo le sienta como un guante de seda en el bailable Blenda, su más reciente sencillo. Go back to your country where you belong, entona Adigéry, pronta a pedir direcciones: Siri, can you tell me where I belong? Un zasca en toda la regla que marca el tono que tendrá Topical Dancer, primer largaduración del dúo de Gante, con salida prevista en marzo, grabado mientras trasteaban con sintetizadores y otras herramientas. “Poscolonialismo, corrección política, apropiación cultural, misoginia, vanidad en redes, racismo: puede que no sean los tópicos que normalmente se escuchan en la pista de una disco, pero qué placentero romper las reglas con nuestra música ¡Siempre con un guiño humorístico, y sin didactismo!”, el mensaje de Charlotte y Bolis, que mencionan como inspiración el libro Por qué ya no hablo con blancos sobre racismo, de la autora afrobrit Reni Eddo-Lodge.
Otros dos a asociarse: la experimental Kathy Yaeji Lee -que se pasea con desprejuicio por la música house, el nü disco, el r&b, el folk coreano, etcétera- y el surcoreano OHHYUK, líder de la banda indierockera Hyukoh. De visita por Seúl, Yaeji (1993, New York) se juntó con músico para romper su bloqueo creativo pos What We Drew, mixtape de 2020, y el colegueo durante las sesiones fue próspero, rindió dos frutos: los temas Year to Year y 29, donde sus estilos se fusionan a la perfección.
Con manifiesta intención de “celebrar la versatilidad psicosexual” y “arrojarle glitter en la cara a los demonios que ladran”, la cantante, productora y compositora trans Arca -venezolana instalada en Barcelona que ha trabajado con Rosalía, Sía, Björk, entre otras- acaba de publicar Prada y Rakata, tracks engarzados en un único clip, al extremo futurista, poshumanista, en armonía con los ritmos radicalmente experimentales de Arca, que aquí se inclina al electro-reggaetón para adelantar algo del largaduración KICK ii, que está al caer, sale los primeros días de diciembre. Sendas canciones, a decir de la joven avant-garde, tratan “sobre desafiar la vergüenza y curar heridas ancestrales; sobre el futuro del deseo y el amor como una cinta de Moebius; sobre la perversión como una máquina; sobre el sexo…”. Para amenizar el follar del mañana o, cómo no, salpimentar el del hoy.
Y también… Blane Muise, aka Shygirl, emergente icono de la música dance brit, posa como una Cleopatra nueva generación en Cleo, su nuevo track, que abre con apertura sinfónica, dramático pasaje orquestal sobre el que reverbera la hipnótica voz de la cantante, rapera, DJ y codirectora del sello NUXXE. You make me feel like a movie star / All eyes on me, vive su fantasía egipcia la muchacha, que se crece faraónicamente y muta de melodía hacia ondas pop, con sintes coloridos, que invitan a sacudir el cuerpito.