La historia de la rebelión de las mujeres se puede contar tomando un puñado de Juanas que rompieron mandatos, escribieron lo suyo, fueron a la guerra y dejaron un legado que se reescribe en clave contemporánea. Así lo hace Las Juanas, una herejía cósmica, la obra de teatro. Con unos pocos elementos y la presencia mágica de un cuerpo que se transforma en movimiento, Agustina Toia se convierte en la Papisa Juana, Jean D’ Arc, Juana La Loca, Sor Juana Inés de la Cruz, Juana Azurduy, Juana de Ibarbouru, Juana Manso y Giovanna Marturano.
En distintos momentos de sus vidas, sin un orden cronológico, estas figuras van trazando una genealogía rebelde que se corola con un texto basado en escritos de Juana Manso, leído por la abuela de la protagonista, que tiene 94 años. El movimiento de la actriz asemeja al remolino de la época: pasado y presente hacen un sentido nuevo. Toia es también responsable de la dramaturgia, mientras Severo Callaci tuvo a su cargo la dirección y puesta en escena. Una larga ovación en el teatro Cultural de Abajo, de Rosario, deja lugar a los comentarios que Toia recibe después de cada función: “Esto es más que teatro, tiene que estar en todos lados”, le dijo una mujer. Emocionades, les espectadores le transmiten la emoción que ella genera.
Las Juanas, una herejía cósmica participará del Festival Efímero de Teatro Independiente (FETI) en la Ciudad de Buenos Aires y podrá verse el próximo viernes 19, a las 20, en Archibrazo (Mario Bravo 441). La compañía Toia&Callaci tiene en su haber la obra El ángel de la valija, que recorre el mundo y recibe premios internacionales. Las mismas personas, con los roles cambiados: Toia actúa y Callaci dirige. “Con Severo venimos trabajando hace muchos años en este teatro de la acción física, donde el actor y la actriz están siempre trabajando, en la línea de la antropología teatral, trabajamos con Eugenio Barba. Siempre tuvimos el foco en el teatro físico, de estar y poder pasar por la carne las energías de estos personajes, poder escucharlas”, cuenta Toia.
Las Juanas empezó a gestarse en 2015. “Fue un trabajo de muchos años, de estudiar y de actuación. Además, la investigación para la dramaturgia nos llevó a recorrer los lugares donde estas mujeres donde han vivido, los territorios que han defendido”, cuenta Toia sobre la obra. Sin vocación de médium, se siente un vehículo. “Creo que les presto mi cuerpo para que las energías de estas diferentes mujeres me atraviesen. Como si pudiera despegar mi carne de sus almas, yo les presto mi cuerpo para que puedan florecer, puedan ser”.
La metamorfosis es notable, cada Juana trae un momento histórico con nitidez, y con una economía de elementos notable, traza una poética histórica y espacial singular en cada escena. La Inquisición, el encierro, la pobreza y el olvido, la violencia doméstica, pero también la poesía, el saber hacer, el arrojo y la decisión se hacen lugar en un escenario donde las palabras ocupan el lugar justo.
Antes de ingresar en la travesía histórica que propone Las Juanas, una herejía cósmica, el público tiene una puerta al viaje con la música que toca Julia Martínez en el violonchelo. El ensueño comienza por allí.
En la primera escena, Giovanna Marturano, partisana, antifascista y comunista italiana, deplora la vida contemporánea, sin nostalgias. La guerra estará presente una y otra vez, y en las palabras de las protagonistas se podrá vislumbrar esa guerra contra las mujeres que todavía se libra en campos de batalla más sutiles. La fuerza de esa Juana italiana, que se vale de un paraguas rojo para mostrar un retazo de su historia, inaugura la experiencia teatral. Durante la siguiente hora, las Juanas se sucederán, la actriz se valdrá de un único vestuario, un vestido blanco largo, que irá transformando para hacerlo uniforme de combate, vestido de reina desterrada, hábito religioso y hasta ropa de calle. Una soga de colgar la ropa, una sábana que oficia tanto de cárcel como de horizonte, son algunos de los pocos elementos que compone la escena, junto a la luz y el cuerpo transformado. El vestuario pertenece a Kitty Di Bartolo, Rosa Arena y Laura Perales, mientras la escenografía y objetos estuvieron a cargo de Lucas Comparetto. Una máscara construida por Cristian Medrano será la forma del inquisidor. La voz en off es de Neli Ramello y el montaje de sonido de Ernesto Figge, mientras la música es Proyer de Sol Gabetta.
“Siento que las Juanas vienen trazando un camino que hoy como mujeres todas estamos transitando, discutiendo, la conquista del aborto, el tiempo del trabajo, la maternidad, se están poniendo en juego, como la violencia que persiste”, dice la creadora, para ponerle palabras a la contemporaneidad de esas figuras.
“Las Juanas a su modo vienen trazando un camino desde hace muchos años, cada Juana pertenece a una era diferente y son un punto de partida para esta creación”, define Toia, quien plantea que “siempre” se sintió identificada con ellas. “Como persona, como mujer, en esto de confiar en el propio camino, de poder seguir adelante, ser un poco una hereje, hay algo de herejía que me identifica profundamente. Cuando yo era una niña, me decían hereje, porque siempre cuestionaba todo, como si hubiese algo en mí que quería ser libre, que se hacía preguntas”, dice la actriz, mientras recuerda que fue su abuela quien le hizo conocer, por ejemplo a Sor Juana Inés de la Cruz. Le recitaba: “Hombres necios que acusáis, a la mujer sin razón, sin ver que sos la ocasión, de lo mismo que culpáis”. También le decía poesías de Juana de Ibarbouru. “Las Juanas vivieron siempre conmigo y estaban pensando en salir”, asegura.
Toia vivió siete años en Europa. “El hecho de que Las Juanas lleven el mismo nombre y curiosamente hayan sido víctimas de las mismas acusaciones y precursoras de las mismas ideas a un lado y al otro del Atlántico, fue también un camino para mí. Era una oportunidad de reconciliación entre mis dos patrias, ya que hay 4 Juanas latinoamericanas y 4 Juanas europeas. Un nombre en común para borrar las fronteras y buscar la unidad. Cada una luchó por defender sus ideales, cada quien con su arma: la pluma, la espada, la palabra, la militancia política, la fe”, plantea Toia.
Y a cada Juana le presta un gesto, un texto, una textura y un movimiento para armar el rompecabezas de “Las Juanas, una herejía cósmica”. Con puro movimiento, composición de personaje y acción dramática, el espectáculo revive a esas mujeres. “Vamos a perder la elegancia, vamos a perder la razón y todo lo que tengamos que perder para ganar nuestra conciencia. La vida grita en lo profundo del mundo y de nosotras mismas ¡Dar a luz a nuestra alma! Algún día emanciparemos al hombre y a la mujer de sus vanidades, como que me llamo Juana Manso, pero de manso no tengo nada!”, es el texto del final. El hechizo está por terminar, pero deja su estela de preguntas y emociones en quienes participaron del ritual.