Aún no es posible mirar ¨Maradona, Sueño bendito” de un solo saque. Hoy se estrena el episodio 8 y la serie termina con el diez, que se podrá ver el 26 de noviembre, un día después del aniversario de la muerte de Diego Armando Maradona, protagonista de la ficción que cuenta su vida. “Mientras vaya ganando todo bien. Pero ¿si empiezo a perder?”, le dice el Maradona interpretado por Nazareno Casero y recién llegado al Nápoles, a su novia Claudia (Julieta Cardinali). Está en la bañera de un hotel tratando que el agua baje el estrés que le produce la presión del pueblo napolitano para que su equipo gane.

Para quienes gustamos del fútbol resulta dificil no sentir emoción por las imágenes que entre archivo y ficción espolvorean la serie de jugadas, jueguito y goles. Es hipnótico, lo fue siempre, y es algo de lo que vale la pena disfrutar. El movimiento de sus piernas es una trenza de una punta a la otra de la cancha, y la pelota se arrastra al ritmo de “Santa Maradona” de Mano Negra o “Maradó” de Los Piojos. La combinación magnetiza la mirada y la escucha frente a la serie producida por Amazon Prime Video que no deja de ser una excusa para poder pensar el fútbol en varias dimensiones.

El actor que interpreta a


¿El semillero o la semilla?

El comienzo de esta historia ocurría hace más de medio siglo en Villa Fiorito: “El pelusa” saca agua de una bomba manual, mientras su madre llora la muerte de Perón y su padre trabaja de sol a sol en una fábrica. De ahí en adelante el llamado “sueño del pibe” se encarna en la figura del niño que llega a probarse a un club y corre detrás de la pelota en una cancha que ya no es el potrero en el que estrenó sus piernas de promesa futbolística.

Mientras, los ojos de empresarios acechan para dar comienzo a la cadena de producción de jugadores de fútbol. Un conjunto de operaciones planificadas para transformar un factor en producto. Un niño en futbolista. Un sueño en realidad. Una semilla en transgénica.

En el libro sobre política y deporte, “Que otros jueguen lo normal” (Puntos Suspensivos Ediciones.2020), Moyi Schwartzer dedica un capítulo a realizar una analogía entre el acceso a las canchas y el acceso a la tierra, balanceándose en el eje de la productividad, comparando las semillas intervenidas genéticamente con los futbolistas intervenidos para ser transformados en producto: “Así como Monsanto quiere sacar el mayor rédito de sus semillas, la FIFA quiere sacar el máximo rendimiento de sus futbolistas. Se mide la masa corporal, se dan dietas de alimentación, se moldea su imagen para que pueda ser presentada en varios eventos de distintos productos, se le pone un sello con código de barras para que sea Nike o Adidas y se lo pone en la cancha a jugar, a demostrar que es un buen cultivo” dice en un pasaje. 

En “Sueño Bendito” la escena está: niño de la villa desnutrido al que hay que alimentar para que su masa muscular, atrofiada por la falta de alimento, rinda lo necesario. Quien se encarga de llevarlo al médico es el primer entrenador/ representante/ descubridor de Maradona, Francis Cornejo, interpretado por Fernán Mirás, quien lo lleva a la cita con el doctor “sin cobrar un peso”. El médico le advierte: “que la familia te firme algún papel, estás invirtiendo tu tiempo”, le dice que se avive y el romántico entrenador resiste diciendo que tiene un acuerdo de palabra con la familia. Tres o cuatro escenas mas tarde, el entrenador, que quería acompañar un proceso más paulatino para la entrada del niño a la maquinaria despiadada del fútbol, se encuentra con que ya habían negociado contrato, debut y pase a primera con la familia pobre. La rueda comenzó a girar.

El mixto

Los potreros de “Maradona, sueño bendito” están libres de niñas, ni siquiera al costado intentando entrar, como esa imagen recurrente que representa el quedarse afuera por no ser varón. En la vida real, y muchas décadas mas tarde, a fuerza de choque y en las canchas de barro populares y conurbanas, las pibas empiezan a jugar desde niñas. Siempre con un esfuerzo mayor, claro está, pero con una decisión drástica de romper los arcos de cristal.

Felicitas es oriunda de Berazategui, a los dos años empezó acompañar a su hermano de 3 a la escuelita de fútbol. Del otro lado del alambrado miraba como empezaba a correr la desventaja con respecto al niño que iba y venía de un lado a otro de la cancha. Al poco tiempo se probó en Estudiantes de La Plata en la escuelita de fútbol femenino. En septiembre de este año, con 8, firmó un contrato con Nike por tres temporadas y fue furor en las redes sociales porque Messi le respondió a un video que ella había publicado en su cuenta de Instagram. Por ahora, Feli sigue en las inferiores de Estudiantes de La Plata, el mismo equipo en el que juega Mara Gomez, primera futbolista trans que debutó en la primera división de la Asociación Argentina de Fútbol (AFA)

Felicitas jugando en Estudiantes de La Plata 

¿Cuánto distan estas imágenes de aquellas que emula la serie en los potreros de Villa Fiorito sin niñas ni siquiera en los costados? Pero en esa distancia ¿cuánto hay sobre la pregunta acerca del fútbol mixto? ¿Que torciones se han producido en la puesta en práctica de un fútbol feminista con un horizonte en el que nadie se quede afuera?

Pili, tiene diez años y es la arquera (y única niña del equipo) del Club correntino Paso de los Andes. Este año, la Liga Mercedeña de Fútbol no le permitió continuar con el torneo “por ser niña”. Hasta los 9 años, el juego mixto está permitido porque son categorías no competitivas, luego de ese umbral, es decir a partir de los 10, el fútbol comienza a ser competitivo y ese es el momento en el que las niñas ya no pueden jugar. Las niñas juegan, los niños compiten; en ese binomio está una de las pistas para comprender un limbo en términos de democratización del deporte: las niñas de entre 12 y 16 años son grandes para jugar por jugar pero son chicas para sumarse a la Primera Femenina. 

 Mientras las jugadoras dan vueltas entre los vericuetos y procesos de denuncia (El INADI acompaña el caso de Pili por discriminación) , las canchas son cultivadas para una cosecha de varones fuertes, bien nutridos y exitosos. Las chicas pululan por ahí tratando de que se les haga la hora del sueño bendito de la profesionalización que por cierto es un sueño bastante precario: en 2021 (dos años después de que se profesionalizara este deporte para mujeres) las futbolistas están cobrando entre 22 y 25 pesos, el salario de la categoría C de fútbol masculino. Pero no se trata solo de un tema de salario. No hay un plan de semillas orgánicas.

Pili, arquera del equipo correntino Paso de los Andes 

Las mujeres jugamos desde el principio de los tiempos, solo que se ocuparon de ir corriéndonos de la cancha a medida que se fue armando una forma de ser varón y una forma de ser mujer, necesarias para la sociedad en la relación a como está organizado el tiempo y el deporte” explica Mónica Santino en el podcast “Desmutadas” de la Agencia Télam. Es que en la pregunta acerca del fútbol mixto no entra la posibilidad de salirse de un modo de organización binaria del género. Por eso los limbos en los que se encuentran las niñas cuando cumplen 10 años, por eso los futbolistas trans gestionan formas de practicar el deporte en el ameteurismo o en el modo recreativo.

Juan da Heras tiene 27 años y es militante transmasculino, su papá es fanático de Maradona y estuvo a punto de ser jugador profesional: “Mi viejo es parte de esa generación a la que se le construyó un imaginario de deseo y de fútbol pregnado a la figura de Maradona. Estuvo muy cerca de ser jugador profesional pero se lesionó y se dedicó a otra cosa. El fútbol era uno de los pocos momentos de encuentro con mi papá. En el 2001, nos fuimos a vivir a México y él empezó a entrenar a un grupo de chicas de 8 años, y yo jugué un par de meses. Así aprendí a jugar a la pelota. Pasan cosas muy diferentes cuando uno piensa en el fútbol o en cualquier deporte siendo una mujer o siendo una niña que cuando uno transisiona. Pueden pasar cosas que por momentos son similares y por momentos son muy diferentes. En las mujeres se puede pensar como relegadas o puestas en un lugar de menor importancia, o sea: 'lo pueden hacer pero háganlo por allá'. En cambio cuando transiosionás quedás literalmente expulsado y sin la posibilidad de hacer deporte, de habitar tu cuerpo jugando. Ni siquiera tenés ese lugar subordinado. No hay nada”,  cuenta Juan que además participa en la organización Futbol Militante, un colectivo que se reúne a jugar al fútbol en espacios públicos y discute sobre el deporte, los cuerpos y el ambiente.

Para Juan su padre viene de esa generación en la que los niños deseaban ser un futbolista igual a Maradona: “Eso es ser un dios y lo que yo me pregunto es ¿Cómo se llega a ese lugar de legitimación en donde se terminan avalando prácticas como tomar merca, ir a jugar al fútbol y después volver a tu casa como si nada?”. Juan transisionó durante la pandemia, desde aquella canchita comanda por su papá en México, no había vuelto a jugar al fútbol. El lugar lo encontró en Futbol Militante, un espacio donde no tuvo que dar explicaciones. “Soy Juan y listo”.

El papá de Juan posando junto a su ídolo 

¿Dónde esta el fútbol?

Los dos primeros episodios de “Sueño Bendito” van al hueso de una infancia en donde las piernas del niño ya se veían como pepitas de oro o bitcoins en estos tiempos. La primera foto de Maradona con 10 años sosteniendo una pelota con su frente data de 1971, en cancha de Atlanta, cuando Diego ya había dejado atrás a Cebollitas y se encontraba entrenando en la novena de Argentinos Juniors. En ese mismo año, 17 mujeres viajaban a México a jugar el primer mundial de fútbol femenino. Las protagonistas cuentan que no tenían botines, ni médico, ni masajista y que jugaron con una camiseta que al primer lavado ya no servía más. ¿Qué tienen en común estas dos historias? ¿Qué tiene el fútbol que puede desdoblarse en tantas dimensiones?

Selección de fútbol femenino en México 1971

Por un lado, las primeras, muchas de ellas anónimas, intentando abrirse un camino intrincado en el país donde 15 años mas tarde Maradona levantaría la Copa del Mundo. La serie no propone -al menos hasta el episodio 8- una reflexión sobre el fútbol como deporte patriarcal, ¿por que lo haría? ¿cómo contar la historia del “ser de otro planeta” sin esa sustancia basada en la idolatría y el exitismo? La construcción del deseo individual es lo que infla la pelota. Es que la historia de Maradona es eso, el mito de héroe, la decadencia del futbolista, el barrilete cósmico, la pasión de un pueblo y el sueño del pibe. Las chicas no aparecen, o si, las de la familia: Claudia, La Tota, Dalma y Yanina. La vieja, la jabru y las nenas. Y las de las fiestas y el reviente. No aparecen las niñas que querían jugar al fútbol, ni las que viajaron al mundial sin dinero y mucho menos las que seguramente habrán vivido abusos en los entornos futboleros como el denunciado recientemente por Mavys Álvarez, una mujer de La Habana que a los 16 años fue interceptada en la calle para entretener o divertir al extranjero Diego Maradona.

Que la serie no vaya por este lado no es sorpresa. Es lo que tiene que pasar en un deporte atravesado por la meritocracia y el individualismo, aditivos infaltables para la reproducción de lógicas neoliberales: las charlas motivaciones de Bilardo, interpretado por Marcelo Mazarello, van de lleno a eso en su primera aparición en la serie, cuando lo visita en Nápoles para convocarlo al mundial del 86. “Lo que me importa es el resultado y para eso el equipo es Maradona y diez más”. La cosmovisión bilardista es la que utliza como modelo Mario Russo, jefe de campaña de Javier Milei, actual candidato por las Ciudad de Buenos Aires. Russo se lo dijo cortito y al pie a principio de año cuando tomo las riendas del representante libertario porteño: “voy a utilizar el mismo método que desarrolló Carlos Salvador Bilardo en la Selección Argentina antes de convocar a Diego Maradona”.

“Maradona, Sueño Bendito” tenía su fecha de estreno para el 30 de octubre 2020, el día del cumpleaños de Diego. La pandemia retrasó el proceso de posproducción y luego su muerte la pospusieron hasta ahora. Al final de cada episodio una leyenda de letras blancas sobre negro cuenta alguna “perlita”, algún dato de esta biografía que fue autorizada por el jugador. La del primer episodio, hace referencia a esa semilla orgánica y dice: “Casi no hay registros fílmicos de las primera época de Maradona en Argentinos, pero quienes lo vieron jugar aseguran que ese fue “el mejor Maradona”.