Quienes conocen las minucias de los entretelones episcopales afirman que dentro de la jerarquía católica no todos son elogios para el Papa. Hay un grupo de obispos –minoritario en este momento- que mantienen sus diferencias con la conducción que ejerce Jorge Bergoglio desde el Vaticano. Algunos por antiguas discrepancias domésticas con quien fuera arzobispo de Buenos Aires. Otros por nuevas discordancias con las orientaciones que llegan desde Roma. Pero tan cierto como lo anterior es que el respaldo al Papa dentro de los obispos argentinos es cada día mayor. Porque con sus iniciativas Francisco sigue ganando adhesiones –dentro y fuera de la Iglesia-- y porque poco a poco, a través de las nuevas designaciones, el pontífice va conformando también una conducción eclesiástica afín al modelo de Iglesia que impulsa y a los lineamientos pastorales que viene trazando con sus documentos y con sus actitudes.
La elección de autoridades ocurrida esta semana en la Conferencia Episcopal con la reelección de Oscar Ojea en la presidencia, puede leerse no solo como una ratificación a la labor de quienes han venido conduciendo el episcopado durante los últimos cuatro años, sino como un claro respaldo también para el Papa que emitió señales para decir que éstos son los obispos que lo representan. En ese sentido el resultado no da lugar a muchas dudas.
Ojea –de quien todos saben que es uno de los prelados que mantiene estrecha relación con Francisco- fue ratificado en la presidencia. Pero a ello hay que sumar que en la vicepresidencia primera que ocupaba el cardenal Mario Poli sin posibilidades de ser reelecto, fue elegido el arzobispo de Mendoza, Marcelo Colombo, quien ocupaba la vicepresidencia segunda. El mendocino –discípulo y colaborador de Jorge Novak en la diócesis de Quilmes en sus tiempos sacerdotales- fue enviado por Bergoglio a La Rioja en 2013 y una de sus tareas más importantes fue la de avanzar en el proceso de canonización (santificación) del obispo mártir Enrique Angelelli. Bergoglio-Colombo conformaron una dupla que, sorteando vericuetos vaticanos y también resistencias político eclesiásticas, logró que en 2018 no solo Angelelli sino dos sacerdotes y un laico fueran consagrados como “los mártires riojanos”. Al margen de ello el nuevo vicepresidente primero del episcopado es un hombre claramente enrolado en la opción por los pobres y defensor de las causas de los derechos humanos.
Todos los miembros de la nueva Comisión Ejecutiva son obispos de “bajo perfil”, reacios a los primeros planos y a las cámaras. Quizás también por eso el vicepresidente segundo Carlos Azpiroz Costa (arzobispo de Bahía Blanca) y el secretario general Alberto Bochatey (auxiliar de La Plata) son poco conocidos fuera de los ambientes no eclesiásticos, aunque este último es miembro de la Comisión Pontificia para la Vida y ha tenido intervenciones públicas en temas bioética y moral.
Pero más allá de quienes ocupan los cargos en la Comisión Ejecutiva, las elecciones de las comisiones episcopales también pueden leerse como la ratificación de un rumbo. Como muestra basta mencionar que Jorge Lugones (Lomas de Zamora) y Carlos Tissera (Quilmes), presidentes de Pastoral Social y de Cáritas respectivamente, dos obispos muy reconocidos por su compromiso social y en favor de los pobres, fueron reelegidos en sus cargos.
El cardenal Poli quedó fuera de la Ejecutiva porque ya había cumplido dos periodos y el estatuto no permite sino una reelección. Sin embargo fue designado titular de la comisión de Educación, un tema siempre estratégico para la Iglesia Católica. Otro obispo muy cercano al Papa, el arzobispo platense Víctor “Tucho” Fernández, recaló en la presidencia de la comisión de Fe y Cultura, donde se cocinan las cuestiones doctrinales. Fernández ha sido discípulo, colaborador directo y hoy asesor de Bergoglio. Se lo mencionaba como posible candidato a una de las vicepresidencias. No ocurrió pero en la muy estratégica secretaria general se sentará el obispo Bochatey, auxiliar de La Plata.
En tanto el propio Fernández se perfila como un posible sucesor de Mario Poli en el arzobispado porteño una vez que el actual cardenal presente su renuncia al cumplir los 75 años el 29 de noviembre del año próximo.
Bien podría decirse, utilizando metáforas futbolísticas que el Papa argentino conoce y también suele usar, que en el episcopado argentino quedó armado “el equipo de Francisco”.