Desde Brasilia
Un simulador. Sergio Moro, el exjuez de la causa Lava Jato, se presentó hoy como posible candidato a la presidencia en 2022 por el partido Podemos desde el ficticio lugar de ciudadano ajeno a la política decidido a abrazar la "misión" (palabra que repite con la misma frecuencia que lo hace Bolsonaro) de luchar por su país.
"No tengo una carrera política y no estoy entrenado para hacer discursos políticos, pero si no soy la mejor persona para discursear, puedo asegurar que soy alguien en quien ustedes pueden confiar". Esta frase encomillada es una aritmética mentira de 32 palabras. Nada en ella es cierto.
"Siempre fui considerado un juez firme que hizo justicia respetando la ley en una época en que todos decían que eso era imposible",dijo luego de firmar la afiliación a la agrupación Podemos durante un acto en Brasilia.
Moro hizo política desde siempre, o al menos desde que Lava Jato tomó las riendas del plan golpista responsable por la destitución de Dilma Rousseff en 2016 y la proscripción de Luiz Inácio Lula da Silva de los comicios de 2018.
En lugar de aplicar el Código Penal, puso en práctica el Lawfare contra Lula en complicidad con el jefe de los fiscales de Lava Jato, Deltan Dallagnol, un evangélico radical que acaba de renunciar a la procuraduría para postularse como diputado.
Promoción
Con la complicidad de la prensa Moro se promocionó dentro, y fundamentalmente fuera de Brasil, como el responsable de la versión tropical del proceso italiano Manos Limpias y entabló amistad con Antonio di Pietro, la figura más prominente de aquella megacausa que enterraría al sistema partidario de la península habilitando el surgimiento del outsider Silvio Berlusconi.
Prisión de Lula
Durante los cuatro años en que estuvo al frente de Lava Jato Moro disimuló bajo la toga su ambición de poder que se consumaría en enero de 2019 al asumir como "super ministro" de justicia y seguridad pública del gobierno de Bolsonaro, surgido de la nada republicana votación de octubre de 2018.
Procesando y encarcelando Lula, candidato favorito por amplio margen , el magistrado de la sureña provincia de Paraná había prestado servicios para la victoria de la fórmula encabezada por el capitán Bolsonaro completada, como candidato a vice, por el general Hamilton Mourao.
Desde su despacho de la décimotercera sala penal federal de Curitiba el político Moro también prestó servicios a la comandancia del Ejército cuyo jefe en 2018, el general Eduardo Vilas Boas, se empeñó en el triunfo de sus camaradas de armas Bolsonaro y Mourao y presionó para impedir la libertad de Lula.
Generales moristas
Se sabe en Brasilia que algunos generales simpatizan con la candidatura de Moro para 2022 como forma de prolongar la vida del actual régimen cívico-militar quitando del medio a un Bolsonaro imprevisible, sin cualidades de hombre de Estado e imputado en delitos que probablemente cometió ( sumados a los que habrían perpetrado sus hijos).
A todo lo anterior se suma que es detestado por la comunidad internacional.
En la reciente reunión italiana del G20 el capitán-presidente deambuló por Roma donde ninguno de sus diecinueve colegas aceptó recibirlo en audiencia oficial. Y en la cumbre ambientalista COP26, de Escocia, a donde no viajó sabiendo que sería cuestionado, Bolsonaro fue uno de los personajes más repudiados por los miles de jóvenes movilizados el viernes pasado.
Entre los militares "moristas" está el general Carlos Alberto dos Santos Cruz al que se baraja como posible candidato a senador por Podemos. Otro que podría sumarse al morismo es el vicepresidente Mourao, a quien Bolsonaro ya le avisó que no lo quiere como compañero de fórmula para el año que viene.
¿ Manos Limpias ?
El marketing de sí mismo hecho por Moro llevó a que durante algún tiempo se lo tuviera como un ejemplo mundial de la lucha contra la corrupción. Pero el mito comenzó a desmoronarse cuando el sitio The Intercept reveló las tretas urdidas por el entonces juez y los fiscales a fin de acabar con Lula violando la ley.
Esas evidencias serían fundamentales para que finalmente el Supremo Tribunal Federal anulara este año todo lo actuado contra el expresidente debido a la "parcialidad" del ex magistrado.
Las revelaciones sobre esas operaciones ilegales causaron una "gran sorpresa" al jurista italiano, Gherardo Colombo, exmiembro del equipo de Mani Pulite junto a Antonio di Pietro.
Durante una entrevista con este corresponsal en Milán, realizada hace dos años, Colombo se expresó de forma contenida, como es su estilo, para dar a entender su espanto con Moro, a quien conoció personalmente. "No quisiera hacer juicios definitivos sobre el señor Moro, pero creo que no debió ser visto como un salvador de la patria, y creo que no es correcto compararlo con los miembros de Mani Pulite".
"Ninguno de nosotros fue ministro del gobierno de Silvio Berlusconi, o sea ninguno hizo lo que hizo Sergio Moro al aceptar ser ministro de Bolsonaro. Es cierto que Di Pietro entró a la política, pero esto ocurrió años después de dejar Manos Limpias. Moro en cambio dejó de ser juez y de inmediato asumió como ministro de justicia. Esto es muy distinto a lo que pasó con los que estuvieron en Manos Limpias ", comparó Colombo.