Desde Lima

Cien días agitados, enfrentando una guerra política desatada por la derecha, de ataques sin cesar de la prensa hegemónica, de una permanente amenaza golpista desde el Congreso opositor, y también de errores y divisiones internas, han marcado el inicio del gobierno del campesino, maestros rural y sindicalista Pedro Castillo. Este miércoles, Castillo hizo un balance de los primeros cien días de su gobierno desde la andina región de Ayacucho, en una plaza colmada de entusiasmo. Es la misma región en la cual en el primer día de su gobierno había hecho un juramento simbólico ante una multitud. Castillo comenzó su discurso de cerca de una hora remarcando que había sido elegido presidente porque la mayoría “quiere cambios, no para seguir haciendo lo mismo”. “Este es el gobierno del pueblo”, repitió varias veces. 

Con su inseparable sombrero blanco de paja y un poncho multicolor con motivos andinos, Castillo sorprendió cantando, antes de comenzar su discurso, parte de la popular canción ayacuchana Flor de Retama, que es un homenaje a los estudiantes muertos en es aplaza durante la represión policial a una protesta a fines de los años sesenta. Recordó que había asumido el gobierno con un país en grave crisis y una histórica exclusión de las mayorías. “Encontramos un Estado que siempre estuvo de espaldas al Perú profundo y a la agricultura. La salud y la educación nunca fueron un derecho, sino un servicio. Todos los gobiernos pasados siempre defraudaron al pueblo. Llegamos acá y encontramos un sistema de salud totalmente colapsado, que conllevó a que más de 200 mil peruanos fallecieran por la Covid – 19. Encontramos a más de tres millones de peruanos que habían perdido su trabajo y millones de hermanos que clamaban por una vacuna (contra la Covid - 19), cientos de conflictos sociales porque nunca fueron atendidos, pueblos olvidados que no tienen agua ni luz, escuelas y hospitales destrozados, postas de salud en completo abandono, miles de peruanos en situaciones de analfabetismo y desnutrición, una grave crisis por problemas de corrupción, graves problemas de inseguridad, delincuencia común”.

Balance

Después del duro diagnóstico, vino el balance de su gestión. “Hemos logrado cosas muy importantes”, se defendió de las críticas. “Pero con poca vergüenza -agregó- un sector me dice que no he hecho nada. Ellos que en doscientos años se dedicaron a robarle a nuestro país y no hicieron nada por la Patria, hoy quieren que un campesino entre al gobierno y en cien días resuelva los problemas del país”. Castillo alzó la voz: “Yo tengo una línea clara dada por el pueblo, estamos realizando cambios estructurales en el Estado para que este llegue a los que menos tienen. A mí nadie me pone la agenda, yo no tengo jefes, mi único jefe es el pueblo”. La plaza colmada aplaudió.

Castillo señaló que su gobierno ha iniciado la renegociación de los cuestionados contratos de explotación y comercialización del gas con el Consorcio Camisea, que integran las empresas argentinas Pluspetrol y Tecpetrol. Aseguró que esa renegociación, que apunta a priorizar el mercado interno para masificar el consumo del gas y mejorar los ingresos para el Estado, se hará dentro de la legislación vigente. Una vez más descartó estatizaciones. “Desde la campaña -recordó- me decían comunista y que les voy a quitar sus propiedades y sus ahorros. Han pasado cien días de gobierno, ¿a alguien le he quitado sus casas y sus ahorros, a alguien le he expropiado? Puras mentiras”.

Entre los principales logros de su gobierno, destacó el importante avance en la vacunación contra la Covid – 19. Cuando asumió la presidencia la cobertura de la vacunación alcanzaba solamente el 15 por ciento, ahora bordea el 60 por ciento. Dijo que para este año se proyecta un crecimiento del PIB de 11,9 por ciento “y hay analistas que dicen que podría ser mayor”, y aseguró que se han creado 300 mil puestos de trabajo en estos cien días. El primer campesino que llega a la presidencia resaltó su política de apoyo, con créditos, ayuda técnica y acceso a mercados, a los pequeños productores agrarios, algo más de dos millones de familias campesinas, el sector más pobre y excluido, en su mayoría de las zonas andinas. Su prioridad, señaló, es invertir en educación y salud.

Lucha contra la corrupción

Con seis expresidentes y otros altos funcionarios y políticos condenados o procesados por corrupción -entre ellos Keiko Fujimori, jefa de una bancada que encabeza la oposición golpista-, el presidente aseguró que la lucha contra la corrupción es una prioridad de su gobierno. Anunció que se venderá el avión presidencial.

La celebración por estos primeros cien días de gobierno le permitió a Castillo un entusiasta contacto popular en medio de una nueva crisis que enfrenta su gobierno, luego del intempestivo cambio de los comandantes generales del ejército y la fuerza aérea y las denuncias de ambos militares de que el ministro de Defensa y el secretario del presidente los habían presionado para el ascenso irregular de tres coroneles y un general, ascensos que no se dieron. Han dado a entender que por su negativo a esos ascensos fueron pasados al retiro. El titular de Defensa, Walter Ayala, que el lunes anunció su renuncia, pero sigue en el cargo sin que el presidente se haya pronunciado sobre su futuro, niega las afirmaciones de los militares y los ha acusado de prestarse al juego político de la oposición que busca destituir al presidente.

Sucesión de crisis

Esta es la última de una sucesión de crisis que ha enfrentado este gobierno en este corto tiempo. Crisis fogoneadas por la oposición, pero a las que el gobierno ha aportado con algunos errores y nombramientos que han sido un flanco fácil para los ataques. El primer gabinete ministerial, encabezado por el legislador oficialista Guido Bellido, que apostó al radicalismo verbal y a confrontar con la oposición y también con aliados del gobierno a los que consideraba moderados, se convirtió en fuente de varias crisis y puso al gobierno en problemas. Duró apenas poco más de dos meses. Castillo lo cambió por la exlegisladora de izquierda Mirtha Vásquez, que le dio un giro al gobierno, no a las propuestas de cambio, sino en el estilo, apostando por el diálogo y la concertación. Esto le abrió al gobierno posibilidades de un acercamiento a otros sectores, pero gatilló la ruptura en el partido oficialista Perú Libre, que vio con malestar la salida de Bellido, alto dirigente del partido.

La sorpresiva llegada a la presidencia de Castillo, que viene de los sectores más pobres y excluidos del país, ha despertado el entusiasmo y las esperanzas de los sectores populares, especialmente de los marginados de las zonas rurales, y el miedo y la rabia de la derecha, los medios y el poder económico. La oposición de derecha no le concede nada al gobierno, en estos cien días solo ha tendido críticas. Han sido cien días difíciles, de una esperanza que se mantiene, y de resistencia a las movidas desestabilizadoras.