Este año se recuperó la presencialidad de la Marcha del Orgullo, cumpliendo 30 años de movilizaciones históricas, exigiendo como consigna principal, la Ley Integral Trans. Desde 1992, nuestras compañeras, compañeros y compañeres (sí, compañeres), han y hemos tenido que disputar el lugar que nos corresponde dentro de nuestra propia comunidad. El movimiento travesti-trans* ha tenido que luchar por un espacio dentro de la marcha LGTBIQ con reclamos como la Ley de Identidad de Género y la eliminación de los edictos policiales. Hoy, hay una presencia mucho más clara de nuestras identidades travestis/trans*/no binaries. Sin embargo, este fin de semana faltó Tehuel.
Tehuel de la Torre, ese chico trans que salió de su casa el 11 de marzo de este año en búsqueda de trabajo y no regresó. Van 8 meses de su desaparición sin novedades sobre su paradero. Si la memoria es una consigna en un país con nuestra historia, donde seguimos recordando a lxs 30000 desaparecidxs de la última Dictadura Militar, el pinkwashing que se hace desde el Estado sobre nuestras identidades, para variar, decidió ignorar su propia inoperancia.
De más está decir que los activismos y militancias autogestivos, organizados, independientes, no dejamos jamás de levantar la bandera por Tehuel. Que el árbol no nos tape la fiesta, pero que la fiesta no nos tape el bosque: las masculinidades trans y/o no binaries somos constantemente invisibilizadas dentro de nuestras mismas comunidades. Me consta que somos objetos de discriminación dentro de la comunidad cis-gay hacia quienes nos identificamos como chabones trans pero, además, putos, trolos, maricas, bisexuales, pansexuales, no binaries.
Tehuel se ha convertido un símbolo de mucho de lo que nos falta y denunciamos: el cumplimiento efectivo de la Ley de Identidad de Género y del Cupo Laboral trans, la necesidad de una Ley Integral Trans y de una Ley de Reparación hacia las compañeras/os/es que fueron víctimas de tantas formas de violencia explícita o implícita.
Mientras que nuestros reclamos se visten con banderas de colores con el logo del Gobierno de la Ciudad, nosotras, nosotros y nosotres seguimos pidiendo la aparición con vida de nuestro compañero. No olvidamos a Tehuel pero tampoco las violencias silenciadas que vivimos todos los días: los DNIs que no terminan de coincidir con nuestras identidades, el cisexismo que atraviesa todas las instituciones, ¿qué orgullo festejamos cuando nos falta Tehuel, cuando las compañeras siguen apareciendo asesinadas por la policía o cuando ya no nos buscan más? ¿Qué orgullo quiere festejar el Estado, si nos falta Lucho Ávila, muerto en la cárcel? Que el Estado haga caso omiso de la memoria de nuestros compañeros es callar nuestras vidas dos veces.
Seguimos siendo nosotras/os/es quienes armamos redes de contención, cuidado y resistencia, quienes corremos ante las urgencias, quienes aprendimos que lo puto no quita lo facho y que es aquella construcción cotidiana que no sin esfuerzo es nuestro verdadero orgullo.
Una de las banderas que se leían entre el mar de glitter decía: “La juventud trans está en peligro”, y llevaba ilustraciones de los rostros de Santiago y Tehuel realizadas por el artista Alejandro Jota. El Frente Docente Disidente, la Asamblea por la Salud Integral trans, Sueño de Mariposas, entre otras organizaciones, invitaban a la Concentración, ceremonia plurinacional, talleres y movilización “para reivindicar el goce mientras gritamos: ¡CON TERRI-IDENTI-CIDIO NO HAY ORGULLO!” frente al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, continuando con la línea de la columna Orgullo en Lucha de ediciones anteriores.
Estamos en un año de elecciones, la derecha avanza amenazando con lo poco que conseguimos. Sí, conseguimos, porque que los gobiernos reconozcan nuestras luchas y les otorguen marco normativo, no quiere decir que haya sido mérito de ellos; porque salir en noviembre a recordar los disturbios de Stonewall de 1969 sigue siendo el punto de partida y también el punto de llegada para todo aquello que nos falta, como nos falta Tehuel, como nos falta un Santiago Cancinos (chico trans salteño desaparecido hace 4 años cuyos restos aparecieron también este año). Que los camiones fiesteros no sean para celebrar solo que podemos existir, abogamos por una arte comprometido que nos invite a ser y a resistir, a recordar y a seguir luchando. Apostamos por expresiones artísticas que hablen de nosotras/os/es desde nuestra propia identidad. Que los Estados y Gobiernos no nos expropien, con dinámicas extractivistas, con soluciones que actúan como tapón para los primeros días de noviembre.
Seguimos resistiendo todos los días porque existimos y aprendimos a celebrarnos. Que el fuego de la fiesta no nos queme el bosque, sino que arda fuerte y alto quemando el heterocisexismo para que no haya más Tehueles, Santiagos ni Luchos.