“En una época donde cualquiera dice cualquier cosa”, expresa Alejandra Darín, es fundamental “construir el pensamiento propio”. El concepto pertenece a Raúl Scalabrini Ortiz. Pero ella, junto a Pablo Razuk, lo retoman en la obra que por título lleva su nombre. Escrita por Florencia Aroldi y dirigida por Sebastián Berenguer, la pieza, que tiene de protagonista a una histórica figura de la política argentina, propone explorar “los misterios del hombre debajo de las certezas”. Es un recorrido por la historia nacional, pero también, y sobre todo, una invitación “a ponernos en una perspectiva en el universo, para asumir lo que a veces ignoramos como humanos”, detalla la sinopsis de la obra.
Scalabrini Ortiz parte de hechos reales, cuando en 1974 la policía desaloja a Mercedes Comaleras (Alejandra Darín), compañera y madre de los cinco hijos que tuvo con Scalabrini Ortiz (Pablo Razuk), de la casa que compartieron, y donde él pasó su último día de vida. Ese es el desencadenante que luego dará lugar al encuentro de ambos en un mismo espacio/tiempo poético. “Fundamentalmente es una historia de vida y transcendencia, donde conviven la militancia y el amor”, remarca Razuk.
Scalabrini Ortiz fue agrimensor, historiador, filósofo, periodista, escritor y ensayista. Nació el 14 de febrero de 1898 en Corrientes y murió el 30 de mayo de 1959. Sus ensayos hicieron énfasis en la cuestión nacional y el imperialismo. A través de ellos, defendió la causa nacional y buscó combatir los métodos de sometimiento del imperialismo inglés.
Del interés de Razuk por su historia nació el proyecto. Después de haber interpretado por mucho tiempo la obra sobre la vida del Padre Mugica, sintió la necesidad de hablar de otras cosas, o de lo mismo, pero con otro personaje. Así fue como después de mucho investigar apareció en el horizonte la figura de Scalabrini Ortiz. “Tengo que reconocer que no sabía muchas cosas de su historia, pero después de investigar, me empezó a gustar y decidí convocar a Florencia Aroldi para que escribiera sobre él”.
Sin embargo, cuenta, lo que ella le cercó “era un texto mucho más importante y delicado” de lo que había pedido. “Me trajo una obra de teatro muy sensible, donde lo político es un elemento muy importante, pero no es lo fundamental”, detalla Razuk.
También notó que el texto tenía un valor muy grande y que no podía interpretarlo cualquier persona: “lo primero que dije cuando lo leí fue que ‘esto debería ir al Picadero y tendría que actuarlo Alejandra’...”.
“Me dieron la obra y olí como tigre en la selva. Es el tipo de obras que a mí me gusta hacer. Me gusta hablar de lo que habla la obra, de la existencia, el amor, los ideales”, cuenta Darín.
- ¿Cuál dirían que es el tema que atraviesa a Scalabrini Ortiz?
Alejandra Darín: -La obra habla del pensamiento, la resistencia, pero pega un pasito más allá porque también habla de las personas, los encuentros, los vínculos, los amores y de que nos sostenemos unos con otros. La obra es mística en un punto. Scalabrini habla de lo colectivo, lo nacional, de defender, pero, a la vez, en lo que relata manifiesta que no es solamente él, sino que uno se conforma de los otros que ama, que conoce, de cada una de las personas que recuerda. Y eso me parece que tiene una trascendencia más allá del pensamiento nacional. Habla de la existencia.
Pablo Razuk: -El protagonista es Scalabrini, pero lo que tiene de particular (ratificando lo que dice Ale) es que habla del personaje, pero puertas para adentro. Definitivamente lo baja del bronce y vemos una persona absolutamente humana, con sus falencias, sus miedos, su enfermedad y tratando de sobrevivir. Entonces eso nos acerca mucho más, y hace que las cabezas nacionales se acerquen al que está en la butaca.
-Más allá de lo que cada uno sabía de Scalabrini Ortiz, ¿se encontraron con algo que no conocían?
A.D.: -De los personajes que han sido personas, es imposible por lo menos para mí, hacer una historia para atrás en el sentido de decir “¿de donde era que yo conocía…?”. Entonces uno sabe que los conoce y lo poco que los conoce, también. Lo que importa es que cuando uno encara el trabajo empieza una investigación, o un conocimiento y es maravilloso porque reafirma que uno no puede amar lo que no conoce.
- ¿Qué reconstruyeron sobre la figura de Mercedes Comaleras?
P.R.: -Que Mercedes era mucho más que una compañera. Ellos tenían una relación (por lo menos puerta para adentro) de absoluta equidad. Ella era la que ordenaba la casa, pero a la hora de las ideas ella le corregía los escritos. Cuando Scalabrini termina toda la presentación que iba a hacer con Perón sobre la expropiación de los ferrocarriles, él se la da a leer a Mercedes y ella le dice "no, le falta corrección". Y recién después de corregir ese texto, lo entregó. Él encontraba en ella una compañera a la que sentía a la misma altura intelectual. Por lo que uno intuye eran muy compañeros, de un modo como se puede pensar ahora.
- ¿En la obra se ve representada esa equidad?
A.D.: -Sí, igualmente también hasta ahí. Ahora nosotros estamos atravesados (por suerte) por una movida que viene a equilibrar un poco las cosas. Pero nosotros tampoco podemos pretender que el sometimiento de siglos en dos décadas se termine. No lo podemos mirar de la forma en la que lo hacemos ahora. Yo no sé si tuvieron una unión en la que se respetaban los derechos de las mujeres en toda su plenitud, aún hoy no sucede eso. Pero sí, que ella corregía, releía las cosas de Scalabrini y fue la que sostuvo una casa con cinco hijos, y la que mantuvo también económicamente a los diarios. Eso ya la pone en un lugar que yo creo que es mucho más grande del que nosotros sospechamos.
- Scalabrini Ortiz puede verse todos los sábados a las 17:30 en el Teatro Picadero (Pasaje Santos Discépolo 1857).