"Buenos Aires es increíble, te va a encantar todo lo que hay: los museos, la ropa, el diseño…", le dijo un primo que había vivido tres años en tierras porteñas. Y Macha Kiddo no lo dudó demasiado. A los pocos días compró un pasaje en avión con destino a Argentina y se largó a la aventura. "Tenía 20 años y le dije a mi mamá: 'Me voy a vivir a Buenos Aires y a estudiar diseño de indumentaria a la UBA'", recuerda la artista costarricense.
La primera escena que vivenció en su nuevo barrio, La Boca, fue determinante. "¡Había un taller de percusión gigante dentro de la casa donde vivía! Ahí formé mi primera banda", cuenta Macha. Trece años después, la cantante, rapera y compositora radicada en Buenos Aires acaba de publicar su primer disco, Lesbihonest (Kin Kon Records, 2021), un combo de canciones con aires de soul, reggaetón, pop y hip hop.
Pero sobre todo, un disco picante, provocador y divertido; con buen groove, un sonido lowficero y el condimento justo para distender, gozar y menear el cuerpo. "Mi encuentro con la música es a partir de lo lúdico y lo divertido. Y me interesa encontrar el disfrute en el humor; me gusta esa ligereza", dice en relación a este disco, que le llevó tres años de trabajo, constancia y paciencia.
En esa aparente ligereza, Macha despliega versos filosos que se dirigen hacia un lugar muy claro: la fortaleza de la mujer, el derecho a decidir, la libertad en la sexualidad y el placer. Temas como Víbora, La peor y Besos dan cuenta de su desfachatez y picardía. "Nos quieren calladitas, pero nosotres seguimos acá requete loquitas", lanza en Eye Kontak.
"Una se siente interpelada por todo lo que sucede y a partir de ahí escribe. Yo tengo 13 años de vivir en Buenos Aires, con lo que implica eso, que ha sido para mí un despertar muy grande", sostiene. "Las personas que me acompañan, mis amigues, la sexualidad, la manada. Todo eso me lleva a escribir desde otro lugar."
► Amigues y reggaetón
Con la producción artística del beatmaker porteño Relo, el disco cuenta con colaboraciones de la uruguaya Miel (Antídoto), de Morita Vargas (Melcocha) y las Perotá Chingó, Lola Membrillo (Calle Victoria) y Julia Ortiz (Crush). "Las personas que están como invitadas siempre me dieron un empujoncito bonito hacia la música y creyeron en mí", resalta Macha.
"Lola y Julia me invitaron a tocar en Costa Rica y eso fue muy importante para mí. Hicieron una fecha grande en Jaulares, en la montaña, y había miles de personas. A Miel la conocí haciendo freestyle y a Morita la descubrí en vivo y me voló la cabeza. Entonces, estas colaboraciones son buenos augurios para seguir adelante, porque siempre tiran buena vibra."
Antes de la salida del disco, Macha había lanzado dos canciones sueltas, Palpitaciones y Albaricoque, un reggaetón explosivo con todos los condimentos del género. Si bien el lenguaje del hip hop está muy presente en su música, el reggaetón llegó primero a su imaginario musical y afectivo.
"Cuando yo era chica, como a los doce años, Panamá estaba reventándose con el reggaetón. Me siento más fascinada por eso", revela. "En mi niñez era algo que me hacía mover. En cambio, el hip hop entra en mi vida casi cuando llegué acá. Yo trabajaba en un bar en San Telmo y tenía una compa chilena que me empezó a enseñar mucho hip hop de su país", cuenta ella, que también flasheó con raperas como La Mala Rodríguez y Sara Hebe.
¿Te sentís identificada con la música urbana o lo tuyo va por otro lado?
--La idea de música urbana empieza a deshacer un montón de cosas más puntuales. Y siento que esa etiqueta no abarca todo lo que quiero y lo que estoy haciendo. No sé si este disco es urbano, lo siento más lowficero, más suavezón, tiene algo hiphopero en la lírica pero hay otra búsqueda. ¿Qué es lo urbano? Siento que de alguna manera invisibiliza un montón de cosas, como al reggaetón, que viene de hace muchísimo tiempo. Está bueno identificar la raíz de algunos estilos y que eso no se pierda.
Vos le das una vuelta de tuerca al reggaetón, lo llevás a tu terreno…
--Albaricoque salió bromeando con mi primo. Está bueno entender al reggaetón como algo divertido y de repente meter el consejito o lo que te molesta. No se puede hacer reggaetón sin la sustancia que te taladre un toque el cerebro. El reggaetón de por sí tiene vínculo con la salsa y yo escuché mucha salsa cuando era chica. La salsa de la vieja escuela tiene letras increíbles, era bastante más política. Y después está la salsa romántica, que es terrible. Pero la vieja salsa, la de Rubén Blades, tenía una postura bastante política. Y el reggaetón de la vieja escuela viene de la mano de eso y es fabuloso, como Tego Calderón. El desafío es decir cosas más profundas con el reggaetón.