El repudio generalizado al fallo del 2x1 para genocidas de la Corte Suprema de Justicia sorprendió a propios y a extraños. Como ocurre con un traspié, la maniobra discursiva fallida de la Alianza Cambiemos se volvió la novedad dado que son –a priori– quienes mejor gestionan la simulación, la distracción y el cinismo en tiempos de la posverdad.
A pesar de su eficacia para alterar consensos sociales sobre los fondos buitres, el “Fútbol para todos” y la inversión en ciencia y tecnología, la operación de impunidad cívico-militar, hasta el momento, ha sido un muro difícil de demoler en estos primeros 18 meses de gobierno macrista. Pero lo menos sólido fue la impostura de oponerse al fallo supremo, tras los resultados de estudios de opinión y la evidente atmósfera indignada. ¿En qué resbaló el relato macrista?
En primer lugar, la sorpresa de la amplitud del repudio radicó en creer que el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia es solo un eslogan que convoca términos sueltos. Se piensa así que la protesta proviene de un sector de la grieta y que no convoca un valor que caló hondo en la identidad nacional. La manifestación no fue un microclima progresista, ni tampoco una resistencia con aguante, o un cambio de época que la oligarquía puede borrar de un plumazo. Son las políticas de memoria que se han configurado como un punto nodal en un marco de disputa por el sentido de las políticas de reconstrucción del pasado y/o entendimiento de los comportamientos sociales.
En segundo lugar, se evidenció la crisis en la lectura del contexto por parte del Gobierno. La decisión del tribunal supremo no contempló un detalle: el aniversario número 40 del nacimiento de Madres de Plaza de Mayo. Este acontecimiento –notable y singular– volvió a movilizar conciencias, historización e ideologización de lo público que se enlaza con las luchas impulsadas por mujeres sin miedo. De modo que el error de la lectura del contexto se instituye, primordialmente, en el objetivo de desideologizar. Esa falla nace en la enunciación que se vuelve práctica: la derecha de nueva configuración que propone Cambiemos (al menos desde la máscara) es profundamente ideológica y no tiene modo de ocultarlo –aunque se lo niegue de un modo infantil–. De hecho, no puede trasponerse a otros aspectos y resulta netamente decisiva en ciertas disputas. Esa desideologizaciòn forzosa se estampa con la idea del contexto y su lectura banalizada, despreocupada y hasta desfachatada. En ese mecanismo pretendidamente desacartonado, los errores son perdonables, el consenso se recompone con un hashtag en defensa de la democracia #1A y el amparo de los medios hegemónicos conviene porque subraya la táctica de “la pesada herencia” en términos económicos e institucionales.
Sin embargo, la verdadera pesada herencia para el macrismo resulta ser las políticas de memoria, que fueron demandadas por los organismos defensores de derechos humanos desde el inicio de la democracia, con altibajos, y profundizadas a partir del 25 de mayo de 2003. Esas políticas de memoria y las consecuentes experiencias de politización ciudadana son, justamente, aquellas que el macrismo no puede enunciar como pesada herencia, pero que verdaderamente instaura lo más grave para sus intereses.
En efecto, lo que nos deja la marcha de los pañuelos es una ruptura que no simboliza un fin de la historia, ni siquiera una batalla ganada. Es una señal que no se debe desconocer. El intento de imponer la figura de abuelos buenitos –ya enunciada por Elisa Carrió en el sillón de Susana Giménez– no ingresa en el discurso social. La lectura del contexto por parte del macrismo ingresó en un período de crisis, quizás el discurso de María Eugenia Vidal haya sido el mejor adaptado al enfatizar que no son iguales los delitos de lesa humanidad a otros.
Los genocidas tienen que estar en la cárcel y no existe instancia de negociación ante el olvido y el perdón que algunos pregonan. Estos enunciados, que incluyen empoderamiento y militancia, se aprecian como un síntoma de victoria en el campo discursivo-político. Si bien los circuitos de discusión y debate son dominados específicamente por Cambiemos y tampoco serán abandonados por la presión corporativa que legitima ese proyecto político, es posible advertir que el campo semántico de la memoria sobre el pasado reciente les resulta ajeno y hasta inquietante, obligándolos a cierto paso en falso y hasta contradicciones notorias que merecen ser atendidas por las perspectivas nacionales y populares.
* Doctor en Comunicación (FPyCS - UNLP).
** Licenciada en Comunicación Social (UNLaM).