En marzo de 2020, cuando apenas iniciábamos las actividades culturales y escolares en todo el territorio del país, nos encontramos ante una pandemia mundial que resultaba una situación inédita en tiempos modernos y que modificó de manera radical nuestras vidas.
Lejos de paralizarnos, en los talleres literarios Monstruos y Maravillas, de Rosario, y Flores Diversas, de San Nicolás, inmediatamente accionamos y transformamos los encuentros presenciales en lo que después todo el mundo llamó, virtuales.
Nosotros fuimos de los primeros en hacerlo, y recurrimos a la plataforma Skype, que era la más utilizada para estar en contacto con familiares y amigos del exterior. Luego se popularizaron Meet y Zoom, y también nos acoplamos a ellos.
Estaba clarísimo para nosotros que los encuentros de taller iban a continuar pese a todo.
No hubo vacilación, ni excusas: leer, escribir, reflexionar, detenernos en determinadas palabras, analizar construcciones léxicas, explorar la obra de autores que se les escapan al circuito comercial, analizar, corregir las producciones en grupo, brindar, celebrar, reír a la distancia, desde una pantalla, no se detuvo en ningún momento, porque para nosotros escribir no es un pasatiempo, no es un simple amateurismo, una instancia catártica, terapéutica, sino una verdadera tarea cultural con la que estamos comprometidos.
La virtualidad hizo que se abrieran las fronteras de ambos talleres y así sumamos escritores de Córdoba, Paraná, Colón, Choele Choel, Villa Constitución, General Lagos y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, amén, obviamente, de los miembros de las dos sedes de las respectivas ciudades de Rosario y San Nicolás, lo que nos dio una cierta impronta federal.
El pasado mes de julio de 2021, el Ministerio de Cultura de la Nación lanzó el programa Gestionar Futuro y convocó a gestores culturales que ejercemos diferentes roles institucionales, coordinando proyectos o dispositivos comunitarios o autogestivos, con la intención de reactivar y acompañar la vida cultural en el territorio.
Allí vimos una gran oportunidad. Sentimos que el quehacer cultural del interior del país tenía la posibilidad de ser visibilizado. Sobre todo, el quehacer literario que va a contrapelo de la espectacularidad, de las vociferaciones, de los fenómenos de mercado. Porque la lectura y la escritura son actividades que le exigen al sujeto-lector y al sujeto-escritor, pausarse, enfocarse en su voz interior, involucrarse con la realidad política y social desde un lugar reflexivo, analítico y productivo en términos de ideas, de perspectivas, de emociones, de dolor y de esperanza a través del lenguaje.
La iniciativa del Ministerio de Cultura de la Nación consistía en brindar apoyo económico a proyectos asociativos que impulsaran la reactivación productiva y fortalecieran el entramado cultural en cada región del país. Y supimos, entonces, que la convocatoria era una gran oportunidad para la edición de un libro con trabajos de los escritores de ambos talleres literarios, con sus fronteras expandidas, por lo que el nombre de nuestro proyecto (y título del libro) fue “Monstruos y Flores. Antología Federal de Minificción”.
Los comités evaluadores del programa Gestionar Futuro analizaron los factores de ponderación de las 3.000 postulaciones y quedaron seleccionadas 225, entre las cuales se encuentra la nuestra. Los factores que nos permitieron que sea elegida son, entre otros, el impacto previsto con la ejecución del proyecto en la región, los antecedentes y trayectorias de las personas y organizaciones que integramos el proyecto y la calidad de la propuesta, así como la perspectiva de género, la participación de mujeres e integrantes del colectivo LGBTIQ+ y el impacto, la llegada a nuevos públicos a través de textos de minificción, un género que también levanta las banderas de la diversidad y del antiestatus quo dentro del establishment literario.
Los vínculos del género elegido con las ponderaciones que evaluó el comité son múltiples. En principio, porque la minificción es el género literario de mayor potencialidad en este comienzo de siglo, con mucha teorización reciente y en desarrollo. Además, porque resulta muy atractivo a gente que no frecuenta la literatura, ya que se gesta desde una matriz democratizadora, porque los textos breves de Arreola, Monterroso, Torri, Denevi, Anderson Imbert, circulan por las redes abriendo los brazos tanto a los lectores consumados como a los lectores noveles. La potencialidad del género también se ve reflejada en las Jornadas de Minificción que se llevan a cabo en la Feria del Libro de Buenos Aires, donde la dinámica no sólo apunta a escuchar a los autores de minificción como Raúl Brasca, Luisa Valenzuela, Ana María Shua, sino que también el público se convierte en autor a partir de consignas de escrituras que no pueden superar los 140 caracteres y el texto ganador es publicado en twitter, por ejemplo.
También fue clave para nosotros saber que la minificción capta la atención de ese otro público que demanda la convocatoria de Gestionar Futuro, un público que no se siente intimidado por los grandes volúmenes de discurso y que se atreve a leer ese formato breve en cuanto a volumen de discurso escrito pero que, sin embargo, sigue resonando en la memoria del lector, mucho tiempo después de haberlo leído. Entendiendo la lectura como proceso, la instancia de post-lectura supera con creces al momento de lectura propiamente dicho. Porque la minificción aparenta cierta docilidad en su formato breve pero encubre, en su fragmentación y en su discurso elíptico, un desafío que atrae y mantiene activo al lector.
Reconocer a estos nuevos lectores hace evidente que es necesario ampliar el canon de géneros literarios dominantes. Para ello nos hemos propuesto llegar a bibliotecas escolares y populares de las ciudades involucradas en el proyecto, con una oferta de lectura de textos que tienen como fundante, aquella famosa minificción de Augusto Monterroso, “El dinosaurio”, por nombrar sólo una que, además, es considerada emblema.
El libro “Monstruos y Flores. Antología Federal de Minificción” reúne a 28 autores. El título metaforiza la diversidad y los textos apuntan a la construcción de nuevas significaciones, a reconocer la otredad, a valorar la diversidad de género, de autopercepción, de ideologías, a semantizar objetos simbólicos y a deconstruir estereotipos sociales y literarios.
Finalmente, corresponde nombrar a los 28 autores antologados: Liliana Abregú, Aranza Astorquia, Marcela Atienza, Beatriz Bustamante, Concepción Cairo, Antonio Capriotti, Blanca Lía Ciffo, Teresa Isabel Cifuentes, Javier Colque, Patricia Delaloye, Cristina Di Bernardo, Luis Garavaglia, María Rosa Gianello, Patricia Gómez Abarzúa, Germán Gómez, María Laura González, Berenice Guitard, Daniel Juaniski, Diana Lita, María Victoria Marín, Silvia Mathieu, Andrea Mattaloni, María del Carmen Méndez, Mercedes Ozcariz, María Cecilia Rivarola y Graciela Sosa. También se incluyen textos de los escritores Jorge Guzmán y Alberto Logiudici, que nos han dejado una valiosa producción escrita y a quienes les hacemos un homenaje in memoriam.
Pero el proyecto no se agota en el libro sino que el compromiso de los autores es echar a andar la minificción con el propósito de despertar nuevos lectores, para lo cual van a desplegar un amplio abanico de actividades de promoción de la lectura e impulsarán experiencias de escritura en bares, sindicatos, plazas, aulas magnas, salones de clases, corredores, pasillos, ferias y kermeses… porque “la minificción es el antivirus de la literatura”, según el título de la ponencia de Lauro Zavala allá por el 2004 en las Jornadas de Minificción en la ciudad de México. La metáfora impacta notablemente en el mes de noviembre de 2021. Como se ve, los poderes de la minificción son ilimitados.