Desde Santiago
A una semana de las elecciones presidenciales en Chile, programadas para el domingo 21 de noviembre junto a las parlamentarias y de consejeros regionales, sólo hay una certeza: habrá segunda vuelta, el 19 de diciembre. El ambiente está enrarecido, sobre todo tras la inesperada “tregua” entre los candidatos tras confirmarse el viernes de la semana pasada el contagio por Covid-19 variante Delta de Gabriel Boric, de la coalición Apruebo Dignidad (Frente Amplio y Partido Comunista). Algo que obligó a suspender actividades y mantener aislamiento preventivo. Apenas tres días antes habían participado de un debate, organizado por la Universidad de Chile, sin mascarilla. Incluso el medio web Interferencia reveló que Boric participó en el debate ya con síntomas asociado al virus, algo que fue desmentido por el propio candidato y el Hospital Clinico de la U. de Chile, a lo que el medio replicó posteando parte de la ficha de Epivigila, el sistema de vigilancia y monitoreo oficial para Covid, que indica que la primera consulta por los síntomas del virus había sido hecha el 31 de octubre. Una denuncia que, quizá por involucrar la duda sobre si consultar síntomas no necesariamente involucra virus, la privacidad de las fichas médicas y sobre todo el avance del proceso eleccionario, fue desinflándose.
Exámen empresarial
El jueves 11 de noviembre, los presidenciables participaron en la ENADE 2021, tradicional encuentro empresarial, interpretado como el “examen” que los auténticos dueños de Chile hacen a los aspirantes a La Moneda. Predeciblemente el oficialista Sebastián Sichel (Chile Podemos) y el ultraderechista José Antonio Kast (Partido Republicano) simplemente repitieron su discurso a favor del libre mercado y que el Estado no intervenga demasiado. Los que tuvieron que, de alguna manera, suavizar sus ideas, fueron los opositores, partiendo por Boric quien señaló que su coalición quiere “un gobierno dialogante, que construya bases sociales sólidas para que crezcan mejores y más empresas, y también formar una institucionalidad estatal moderna, edificente, que no trabe el desarrollo sino lo potencie”. Marco Enriquez-Ominami (Partido Progresista de Chile) les aseguró a los anfitriones tener “experiencia, rebeldía y ganas” para lograr acuerdos pero también hay que declararle “paz” a la naturaleza, profesores, mujeres y también a los propios empresarios. A su vez Yasna Provoste (Democracia Cristiana) que señaló que sólo con la “paz social” habría crecimiento económico y que los cambios deben ser “responsables” y “financiados”. Esta última, representa a la coalición Unidad Constituyente, que incluye a los partidos de la antigua Concertación (Socialistas, Demócratas, Radicales) que gobernó Chile por dos décadas tras recuperar la democracia en 1990 y que no ha logrado conquistar al electorado aparentemente. Los únicos ausentes fueron Eduardo Artés de la coalición ultraizquierdista Unión Patriótica y el economista Franco Parisi (Partido de la Gente), un candidato de perfil libertario cercano a Javier Milei, que ha hecho toda su campaña desde EE.UU. y que acaba de revelar que padece de Covid-19. Un dato de vital importancia: se reveló en septiembre que cuenta con orden de arraigo por no pagar pensión alimenticia, lo que implicaría ser detenido al llegar al país.
La incertidumbre de las encuestas
Ni siquiera las encuestas parecen ser indicadores confiables: los dos favoritos que indicaban para las primarias de julio pasado perdieron, tanto en la derecha con Joaquín Lavín y la izquierda con el Daniel Jadue. Además, recientemente se han revelado graves fallas metodológicas en la Cadem o Casen, favoritas de los medios de comunicación y los propios candidatos, cuyos ex trabajadores revelaron que muchas veces son llenadas por los propios encuestadores o derechamente están teledirigidas para favorecer a ciertos candidatos, evidentemente ligados a la elite empresarial.
Quizá explicaría, en parte, la estrepitosa caída en números del “independiente” y ex ministro de Sebastián Piñera (en pleno proceso de destitución en el Congreso que el lunes se revisa en el Senado), Sebastián Sichel, vencedor de Lavín que contaba con el apoyo del propio presidente y los partidos del oficialismo (UDI, RN y Evópoli). Envalentonado con su triunfo, comenzó a cometer torpezas estratétigas como no querer aliarse demasiado con políticos de ese sector e incluso amenazarlos con no apoyar a los postulantes a diputados o senadores si es que ellos aprobaban el cuarto retiro de las administradoras de fondos de pensiones (AFP), que aún está discutiéndose en el Congreso. Los retiros de este dinero, que los chilenos desde 1980 están obligados a imponer —a excepción de las fuerzas armadas— en empresas que las invierten en el extranjero, llenándose de lucrativas ganancias ha sido uno de las formas en que los trabajadores han podido soportar la crisis provocada por la Covid-19 y la escasa ayuda social del gobierno de Piñera. Y Sichel se tomó la defensa de las AFP como algo personal.
En menos de dos meses fue sobrepasado en los sondeos por Kast del Partido Republicano y la coalición conservadora Frente Social Cristiano, candidato que, en la tradición ultraderechista de Jair Bolsonaro y Donald Trump, tiene un discurso populista en contra de los migrantes, a favor de empequeñecer el estado y defensor de la dictadura de Pinochet, entre otras salvajadas. Así en las últimas encuestas, al viernes 5 de noviembre, Kast aparece liderando las preferencias. En Pulso Ciudadano Electoral de Activa Research marca 21,7por ciento versus 17,7 de Boric; en Cadem la diferencia es de 25 frente a 19, en Panel Ciudadano-UDD es 25 y 22 y en Feedback es 36 y 30. Solo en esta última Sichel ocupa un tercer lugar (11 por ciento), quedando en el resto entre cuarta y quinta opción, siempre abajo de Provoste. Sólo en Criteria, Boric y Kast empatarían con un 25 por ciento, seguido por Provoste (10). Por ley los resultados de las encuestas ya no se pueden difundir públicamente, sólo privadamente.
El último round
El próximo lunes será el último debate televisivo y ya hay nervios por parte de todos los candidatos. El equipo de Boric está atento a una vieja denuncia de acoso sexual que ha reflotado en internet, en su época de líder estudiantil lo que chocaría con su relato de candidato feminista. Pero también por una polémica declaración de su aliado el PC —que no contó con el apoyo de toda su militancia— donde se apoyaba la reelección de Daniel Ortega en Nicaragua. Un flanco que posiblemente será aprovechado por sus contendores de la misma forma que las protestas en Cuba fueron usadas para presionar a Jadue cuando competía en las primarias. “En nuestro gobierno el compromiso con la democracia y los derechos humanos será total, sin respaldos de ningún tipo a dictaduras y autocracias, moleste a quien moleste”, salió a defenderse Boric.
Por otro lado Kast, se ha cuidado mucho en sus intervenciones. Al interior de su comando reconocen que hay mucho de sorpresa y desconfianza ante su boom en las encuestas. Quizá porque la idea inicial de su candidatura era posicionar a su partido y ojalá tener diputados en el Congreso. Eso explica también su programa donde, entre promesas de zanjas para impedir que extranjeros ingresen al país o el cierre del Instituto Nacional de Derechos Humanos, hay un descuido en lo económico ya que al prometer rebajar la recaudación tributaria, al aterrizarlo quebraría al Fisco y duplicaría la deuda pública. Estos son temas que muy posiblemente dominarán la agenda de la próxima semana y la segunda vuelta.