El debate económico antes de las elecciones se concentró en la cuestión cambiaria. El Gobierno rechaza que pueda ocurrir una devaluación después de los comicios, pero internamente se discute cómo relanzar la gestión, cómo achicar la brecha con los dólares financieros y cómo continuar la batalla contra la inflación. Son objetivos prioritarios a alcanzar, entre otras razones, para neutralizar las presiones por un salto del dólar. Y todo ello en acuerdo con el FMI.
La respuesta que entregue el Frente de Todos a partir del lunes será clave en ambos planos: mantener el dólar bajo control y llegar a un buen acuerdo con el Fondo Monetario, que no comprometa el crecimiento económico con inclusión social y garantice la continuidad de la ampliación de derechos sociales. El primero que se menciona es el fin de la indigencia.
La ratificación de la unidad en el Frente de Todos es condición básica para encarar los dos años que restan de gestión, en los cuales el oficialismo deberá dar respuesta a múltiples demandas y grandes desafíos para sostenerse en el poder.
Mientras tanto, Juntos por el Cambio está en otra frecuencia.
En la previa a la asistencia a las urnas, economistas y candidatos de ese espacio se pronunciaron abiertamente a favor de una devaluación.
“Argentina necesita un dólar muy alto”, planteó Ricardo López Murphy, mientras la cotización del dólar paralelo avanzaba hacia los 200 pesos. “A lo largo del año el tipo de cambio se atrasó significativamente, pagando intereses mucho más altos que una devaluación. Hemos perdido reservas y ganado deuda”, cuestionó el ex ministro de Economía de la Alianza.
“Después de las elecciones –vaticinó- el gobierno deberá corregir el dólar que está interviniendo para devolver el vigor al sistema privado creador de riqueza. Esto es insostenible. Eso va a pasar. Lo que fue electoralista e innecesario fue atrasar los precios públicos y el valor del dólar”, completó López Murphy.
Es decir, el candidato porteño evaluó que se necesita una corrección cambiaria y pidió aumentar las tarifas de servicios públicos. Es lo mismo que hizo Alfonso Prat Gay al inicio del gobierno de Mauricio Macri: devaluación y aumentos de tarifas de luz y gas, desatando una fuerte escalada inflacionaria, la caída de la economía y el aumento de la pobreza.
Sin embargo, López Murphy estimó que una crisis como esa, con tanto impacto sobre las mayorías populares, sería mejor que la situación actual.
“La gente sufre más con la crisis que tenemos. No es que es gratis este camino. La licuación (de salarios) la genera el terrible descalabro de este sistema que se está comiendo las reservas del Banco Central”, comparó.
En la misma línea, Martín Tetaz se manifestó preocupado por el “atraso cambiario” y pidió corregirlo en 2022. El también candidato porteño dijo que el primer proyecto que presentará Juntos por el Cambio el 10 de diciembre será “reformar la carta orgánica del Banco Central para que el Poder Ejecutivo no tenga incidencia sobre el directorio ni en el nombramiento del presidente, y que tampoco tenga posibilidad alguna de financiamiento”.
En el gobierno de Macri, por el contrario, el Poder Ejecutivo echó a tres presidentes del Banco Central: Alejandro Vanoli al comienzo de la gestión y luego a Federico Sturzenegger y Luis Caputo, por pedido del FMI.
La supuesta independencia del Banco Central que pregona la ortodoxia, por otra parte, siempre es para entregar el control de la autoridad monetaria a economistas neoliberales, que aplican políticas de desregulación financiera y cambiaria, generan burbujas especulativas, endeudan al país y hacen ganar fortunas a bancos y financistas internacionales, como reconoció Macri en sus confesiones involuntarias sobre el destino del crédito del FMI.
Pero el debate sobre si hay atraso cambiario o no está instalado entre los agentes económicos. El valor actual del dólar equivale a los 45 pesos en que se encontraba antes de las PASO de 2019. Después de esa elección Macri dejó que llegara a 60 pesos y, en esa coyuntura, Alberto Fernández estimó que estaba bien. Desde ese nivel, ahora el tipo de cambio representa los 45 pesos previos.
“No hay mucho margen para retrasarlo más. Se necesita presentar un programa económico que regenere las expectativas y asegure el crecimiento, para achicar la brecha cambiaria y disminuir el nivel de dolarización. Se puede hacer si hay unidad política. Es un requisito fundamental para llegar a un buen acuerdo con el FMI, que toda la fuerza acompañe. Si no cambian las expectativas, toda emisión alimenta la brecha cambiaria”, analiza uno de los economistas del oficialismo.
En su último informe antes de las elecciones, el economista Emmanuel Álvarez Agis apunta en la misma dirección: “La estrategia de apreciación real está llegando a un límite y aunque el Gobierno buscará evitar un salto discreto del dólar por su efecto inflacionario y recesivo, se espera que como mínimo se acelere el ritmo de variación mensual del tipo de cambio oficial”.
“En lo que va de 2021 –sigue- el tipo de cambio oficial aumentó 20 por ciento; las tarifas, 23; los salarios alrededor de 44, y los precios internacionales subieron 20 por ciento en dólares. El IPC acumula un incremento en los primeros diez meses del año de 41,2 por ciento. Es decir, este año se utilizó al tipo de cambio y a las tarifas para contrarrestar parcialmente el efecto del salto en los precios internacionales y de una recuperación del salario”.
Si bien Álvarez Agis aclara que “el nivel de tipo de cambio actual se encuentra por encima del promedio de los últimos años y no hay un problema de competitividad”, advierte que “la dinámica preocupa por la velocidad de la caída”.
El gabinete económico confía en que logrará imponer su hoja de ruta hasta alcanzar un acuerdo con el FMI que despeje factores de incertidumbre y encaminará la economía por un sendero de crecimiento y reparación de los daños causados por el macrismo y la pandemia.
Juntos por el Cambio se inclina por otra receta: una devaluación inmediata, que “sincere la economía”, el aumento de las tarifas y un severo ajuste fiscal.