El Registro de Trabajadores de la Economía Popular (Renatep) publicó su primer informe especial, enfocado en los trabajos de cuidado comunitario. Agentes de salud y de género, trabajadoras de comedores, de jardines y bachilleratos populares, cuidadores de enfermos y adultos mayores son parte de esta rama de actividad con un gran peso dentro la economía popular. De hecho, es la segunda en cantidad de inscriptos en el registro, después de los trabajadores de oficios. ¿Qué muestra el informe? Que en la rama del trabajo sociocomunitario, el 63 por ciento son mujeres. Además, son jóvenes con un promedio de edad de 33 años, y se dedican fundamentalmente -en 6 de cada diez casos- a sostener comedores y merenderos.
El informe indaga sobre el reconocimiento de estos trabajos. A pesar de que el Estado ha valorado a sus trabajadoras, que aseguran la llegada de la asistencia alimentaria a los barrios, 38 de cada cien cocineras de comedores y merenderos trabajan sin plan Potenciar, es decir que todavía existe un porcentaje alto que no tiene ninguna retribución.
Meterse en tema es interesante porque sobre la economía popular hay pocos datos ciertos: casi todo lo que se opina está basado en suposiciones y prejuicios. El discurso dominante es que los trabajos de la economía popular no aportan nada, que sus integrantes viven de planes, que las tareas que realizan son inexistentes, o que quien cobra un plan de empleo pierde el interés por trabajar.
Y existe una razón para que estos prejuicios no hayan sido derribados: sobre la economía popular faltan datos. A diferencia de los trabajadores registrados -de quienes se sabe en qué trabajan, cuánto ganan, cuántos son, en qué actividades están distribuidos- el sistema de estadísticas refleja de manera borrosa a los trabajadores de la economía informal. Esto ocurre porque no hay un empleador que los declare, pero también por fallas del propio Estado, que podría mejorar su conocimiento sobre el sector -por ejemplo, al realizar la Encuesta Permanente de Hogares-.
Con el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular se va avanzando en ese conocimiento. El Renatep tiene 3 millones de inscriptos, sobre un total que la Dirección de Economía Social estima en más de 6 millones de personas, tantos como los trabajadores del sector privado.
Ese volumen genera una pregunta: ¿sería viable la sociedad si esos millones dejasen de hacer lo que están haciendo para ganarse la vida?. Y en el caso particular de los trabajos sociocomunitarios, si dejaran lo que hacen para sostener las vidas de otros.
Debates y desigualdad
De los trabajadores inscriptos en el Renatep, uno de cada cuatro pertenecen a la rama de trabajos sociocomunitarios. Son el 26% del total, según el informe, que tomó un corte de 2.830.000 inscriptos .
La titular del Registro, Sonia Lombardo, explica por qué en la economía popular es preponderante la rama sociocomunitaria. “Ahí se ven las estrategias colectivas que se dan los barrios para atender las necesidades sociales”. El peso de las trabajadoras de comedores dentro la economía popular está vinculado a la pandemia, que pegó sobre la crisis que dejó el macrismo -vale recordar que en enero de 2020 debió ser implementado el Plan Alimentario Nacional y, como parte de él, la Tarjeta Alimentar-.
Pero la rama no tiene que ver sólo con la crisis: Carolina Brandarìz, directora de Cuidados Integrales, agrega que “en otros momentos estos trabajos se han reconfigurado permitiendo, por ejemplo, avanzar en la terminalidad de la escuela media, en esquemas de cogestión con el estado, con promotoras de género o de salud. La particularidad de los trabajos sociocomunitarios que realizan nuestras compañeras en los barrios populares es que significan la posibilidad del acceso al derecho a ser cuidado. Son dos caras de la misma moneda”.
La presentación del informe se realizó en el comedor Maná del Cielo, de la Villa 21, donde se reunieron trabajadoras, militantes y funcionarios. Allí hablaron Pablo Chena, director de Economía Social, y las referentas Dina Sanchez, (Frente Popular Darío Santillán) y Norma Morales (de Somos Barrios de Pie), entre otros.
Temas de las intervenciones: ¿cuál es la discusión de fondo sobre los planes de empleo?
Dijo Chena: “Los que estigmatizan que el trabajo sea pagado con plan social, o con un salario social complementario, en principio los neoliberales, los liberales más fanáticos, tienen un discurso que supone que la sociedad no existe, que existen sólo los mercados. Margaret Thatcher lo planteó en esos términos: ‘La sociedad no existe, sólo hay individuos, hombres y mujeres’, dijo en los ‘80. Quedó como frase insignia, porque lo que dice es que sólo existe el individuo que trabaja para el mercado. No trabaja para una comunidad, porque el cuerpo social no existe. Por lo tanto, cuando el cuerpo social está dañado, trabajar para repararlo -para la mirada neoliberal- no existe. Aunque el trabajo sea visible -y lo es, sólo hay que correr las cortinas y mirar por la ventana para verlo-, no reconocen que ese esfuerzo es trabajo, porque no reconocen, justamente, que exista la comunidad, la sociedad. Entonces, la primera discusión importante y que divide aguas respecto a las reivindicaciones es que el trabajo comunitario existe porque existe la comunidad. Es muy importante el tejido comunitario, no existe sólo el individuo y su libertad”.
“Se supone así que el mercado es el único que asigna los ingresos al trabajo. El trabajo comunitario, en cambio, condiciona al mercado, le dice al mercado ‘vos no imponés los valores en la comunidad”. Hay un cuerpo social que lo hace; o por lo menos, que disputa esos valores”.
Norma Morales habló sobre la desigualdad de género al interior de los propios movimientos sociales: “Tenemos compañeros en unidades productivas que hoy están haciendo refacciones a través de las cooperativas, haciendo veredas, poniendo cloacas, y esos compañeros cobran mucho más que nosotras. Y sin embargo nosotras somos las primeras en abrir los centros comunitarios y somos las últimas en cerrarlos”.
Dina Sánchez criticó la idea de reconversiòn de los planes sociales en trabajo: “Venimos trabajando hace muchos años, nos rompemos el lomo y en pandemia hemos trabajado tres veces más de lo que venìamos trabajando. Hemos mantenido todos nuestros espacios abiertos de lunes a lunes, muchas de nuestras compañeras hoy no están porque se contagiaron y perdieron la vida ¿De qué reconversión de los planes en trabajo nos hablan? Ya los reconvertimos, hace mucho”.
Los datos que completan el informe hacen al despliegue territorial de los trabajos sociocomunitarios: la provincia de Buenos Aires es la de más inscriptos, el 46 por ciento del total, pero si se compara la relación entre trabajadores y población total de cada provincia, hay mayor peso de los trabajos sociocomunitarios es en Chaco, Salta, San Juan, Jujuy y recién después Buenos Aires.
Otra característica de los trabajos sociocomunitarios son la realización colectiva de las tareas. Dentro de la economía popular, es la rama con más organización. Pese a esto, el principal lugar de trabajo sigue siendo, como en todo el sector, un hogar particular.
En cuanto a los ingresos provenientes del Estado, el dato del 38 por ciento sin plan Potenciar se completa con el porcentaje de las trabajadoras sociocomunitarias que perciben AUH: son sólo 26 de cada 100.