El 25 de noviembre de 2020, con el país (y el mundo entero) azotados por la pandemia, la muerte de Diego Armando Maradona conmovió a todos. Los últimos años habían agravado sus dolencias físicas y, para la misma época, también se complicó la salud de Pelé. Pero el mensaje de despedida del brasileño hacia su sucesor en el fútbol mundial llegó de inmediato, tan cálido y elocuente como los demás.
Las relaciones entre ellos, deterioradas por varios años en un circo mediático en el que ambos también se movían, fueron más apacibles en ese último tiempo. Acaso, más cercanas a las de aquel día en que un Pelé recién retirado del fútbol recibía a un Diego –figura emergente– en un departamento de Río para ofrecerle sus primeros consejos. Maradona, en cuanto a su aporte futbolístico, fue elevado en el fútbol a una dimensión sin precedentes y hasta podría sonar irreverente recuperar en ese momento la figura de Pelé.
Sin embargo, fue justo allí cuando se nos ocurrió rescatarla. Porque, más allá de rivalidades –deportivas, personales y hasta la cuota de cierto chauvinismo que aflora en algunos– existe un hilo conductor: nos transporta desde la época del 10 brasileño hasta la calidad del fútbol argentino que permanece hasta nuestros días.
Pelé marcó una época del deporte y repasando su década de gloria se comprueba cuán íntimamente estuvo vinculado a la Argentina. Jugó casi 40 partidos en nuestro país, dejando siempre su huella, tanto en encuentros oficiales como en amistosos y hasta en giras por el interior, que hoy serían impensables en una estrella de su dimensión. El Santos de Pelé permanece en la memoria de todos los apasionados por el deporte de los 60 y amanecer de los 70 como una síntesis de la belleza del juego, la evolución técnica y la destreza atlética (...).
La introducción figura luego del prólogo de Marcelo Guerrero, y antes de los 15 capítulos que componen la obra. Las estadísticas de Pelé en Argentina están a cargo de Oscar Barnade.