La emoción no cabe en los ojos y echa a rodar de cara en cara. La asamblea permanente que tanto quería el poeta Alberto Szpunberg, esa voz que acompaña desde hace décadas “anunciando siempre que nunca se callará ni abandonará a quienes gritan sus llagas y sus luchas”, como plantea Judith Said, se congregó literalmente sobre la calle Chacabuco al 800, en Pista Urbana. A un año de la muerte del autor de El che amor, Juan Carlos “Tata” Cedrón rasgaba las cuerdas de su guitarra, musicalizando la espera. Taty Almeida, radiante y hermosa con sus 91 años, llegó primera. Diana Bellessi, Carlos Aldazábal, Liliana Daunes, Juano Villafañe y Laura Haimovichi se sentaron en el escenario improvisado en la vereda, con mesas y sillas. Más de cien personas, entre poetas, compañeros de viejas batallas y amigos celebraron al poeta que reunió una parte notable de su poesía con un gran título: Como sólo la muerte es pasajera (Entropía). Mónica Lacoste tocó las tradicionales tres campanadas y el Tata decidió empezar con una zamba de Atahualpa Yupanqui. “¡Qué lindo Tierra querida, carajo!”, proclamó el músico y cantante y alzó una de sus manos para hacer la V de la victoria peronista.

“Esto no iba a empezar así”, reconoció Lacoste, alma máter de Pista Urbana, anfitriona de una calidez y simpatía poco frecuentes. “Todo lo que hemos vivido nos obliga a salir y a recordar a los seres queridos que se han ido. Siempre hay alguien que tira la piedra y no esconde la mano. ¿Y cuándo recordamos a Szpunberg? Finalmente, esto es una realidad. Tardamos en empezar; hay pocas sillas y una larga lista para agradecer que perdí. Pista está transmitiendo en streaming para que llegue a Victoria y a Sabina, sus queridas hijas (que viven en Barcelona)”, explicó Lacoste. Entre el público estaban Eduardo Jozami, Lila Pastoriza, la actriz Luisa Kuliok, el psicoanalista Abel Langer, la antropóloga Ana González, la música y compositora Liliana Vitale, el poeta Miguel Martínez Naón, la periodista Lilian Garrido y Dorotea Muhr, la viuda del escritor Juan Carlos Onetti, entre otros.

Nada más lindo que sentir los abrazos impresos de Szpunberg de boca en boca; recordarlo leyéndolo, una propuesta que surgió de Lido Iacomini, fundador de Poetas de la Calle. “Estamos en la calle y eso a Alberto le encantaría porque la calle es nuestra”, dijo la periodista y escritora Laura Haimovichi y leyó un artículo sobre Szpunberg que publicó en la revista digital Socompa: “Para el músico Marcelo Moguilevsky, el poeta era el tío Pichi. ‘Así le decíamos en familia, él es alguien muy hermoso para mi corazón. Fue mi tío político durante muchísimos años. Lo pienso y se me llena la garganta de luz. Algunos lo disfrutaron como el poeta enorme que unió el amor por un sueño de país al que dedicó toda su vida, un tipo de izquierda sensible como pocos’. El compositor, cantante y multi instrumentista lo evoca ‘vestido con la misma sencillez con la que hablaba, era de esos tipos que te hacen sentir cercanía de un modo inmediato”.

Juano Villafañe se puso de pie “para respetar el estado asambleario” y recordó al “hombre entrañable, íntegro, que sintió siempre que la vida era la poesía y que la poesía era la vida, desde las mejores tradiciones de la ruptura y de las vanguardias, de la gran lírica nacional que él supo representar en su poesía”. Villafañe volvió a sentarse y leyó un poema de El libro de Judith, publicado por El Suri Porfiado. Liliana Daunes confesó que estaba en “desventaja” porque no conoció en persona a Alberto y leyó dos poemas: “Reb Feter Meier refuta al Gramático”, de La academia de Piatock (Alción), y “Hablan los nombres de guerra”, de Su fuego en la tibieza. Daunes nunca promete lo que no puede; su lectura fue impresionante y se llevó los aplausos más intensos de la tarde. “Estamos en una asamblea permanente, eso quería Alberto”, subrayó Carlos Aldazábal. “Para muchos poetas jóvenes de mi generación, llamada de los '90, fue como un faro; con Emiliano Bustos, Julián Axat y Demetrio Iramain fuimos amigos de Alberto. Fue uno de mis maestros, yo lo quise muchísimo; nos dejó su poesía y su bondad. A veces es difícil encontrar la coherencia entre la obra y la vida; en él fue posible”, agregó Aldazábal y leyó un soneto del libro La tarde, sólo es la tarde.

Diana Bellessi, que lo define como “un gran poeta, un lenguaraz de la historia argentina como pocas veces se ha visto, un observador de la vida cotidiana verso tras verso, un comentador de los grandes de la poesía y de la filosofía, y sobre todo, un lírico sin igual”, eligió “Marquitos”, de El che amor, el primer poema que leyó de Szpunberg en la década del '60. Lacoste propuso cambiar la fecha y en 2022 recordarlo el 28 de septiembre, el día del nacimiento. Se votó en asamblea y se aprobó la propuesta. “Los poetas, si los dejamos, nos ponen al borde del precipicio y cuando estamos por caer siempre nos rescatan”, afirmó Lacoste. El Tata tomó la palabra y aclaró que él le dice “Albertito”. Y contó una anécdota desopilante de mediados de los años '60. “Un día apareció Mercedes Sosa con (Fabián) Matus y los pelos parados en El Hormiguero, y había unos fachos de Tacuara que empezaron a agredir a la Negra Sosa y la empezamos a defender”. Entre los defensores de la cantante estaban los escritores Ricardo Piglia y Germán Rozenmacher, además del Tata y Szpunberg. Terminaron todos presos, junto a Osvaldo, hermano del Tata, y su padre. Al final los salvó La Bimba, que tenía experiencia en sacar gente de la cárcel.

“Lo voy a decir parada porque a pesar de los bastones y las sillas de ruedas las locas seguimos de pie”, afirmó Taty Almeida y le habló a Szpunberg: “Aunque no te gusten los homenajes, vamos a seguir homenajeándote años tras año”. Abel Langer leyó “Una carta para despedir a Alberto”, que le envió el bandoneonista César Stroscio desde París. “Querido Alberto, hermano, compañero del alma, tantas cosas nos quedaron para charlar”, confiesa Stroscio, que compuso junto al Tata la música del vals “De los dos”, con letra de Szpunberg. “Siempre nos quedarán montones de cosas por charlar. Pero ya lo dijiste, como sólo la muerte es pasajera, tenemos toda la muerte por delante para seguir charlando”.