El juicio por la muerte a golpes por parte de una turba enardecida de Juan Carlos “Canini” González, señalado por la misma turba como autor del crimen de la joven Katherine Moscoso, ocurrido en Monte Hermoso en mayo de 2015, arroja escenas espeluznantes. Ayer, declaró como testigo un oficial de la Bonaerense que intervino intentando defender al agredido y aseguró que también fue golpeado por los vecinos. El policía recordó que los atacantes ahora juzgados gritaban “matémoslo, vamos a violarlo”.
El oficial Daniel Pérez (40), quien se desempeñaba en la Delegación de Investigaciones (DDI) Bahía Blanca al momento del hecho, declaró ayer como testigo del juicio que se realiza a nueve imputados por el crimen de Canini González.
El debate está a cargo del Tribunal Oral Criminal 1 de Bahía Blanca, integrado por los jueces Onildo Stemphelet, Ricardo Gutiérrez y Hugo de Rosa, y comenzó pasadas las 10.30 en los Tribunales locales.
Por el homicidio de “Canini” están acusados Gustavo Banegas (34), Carlos Alaiz (35), Emiliano Gómez (24), Marcos Rodríguez (28), Héctor Avila (24), Ignacio Palacios (26), Walter Gómez (58), Pablo Ripoll (21) y Jorge Pasiucco (35).
“El día de la muerte de Canini sucedió que a la tarde aparece el cuerpo de la menor en unos médanos, cerca de un barrio en construcción y, ante ello, junto con un grupo de policías nos acercamos al lugar donde había un grupo de gente e intentamos hacer un cordón policial”, recordó el policía.
Agregó que “se escuchó a un grupo de personas que decían ‘matemos al viejo, matemos al viejo’”, y al buscar de dónde provenían los gritos se dieron cuenta de que a unos 300 metros del lugar vivía González y con un compañero acudieron al lugar con la intención de sacar al hombre de su casa. “Fui con un compañero y un chofer que tuvo que rodear todo el barrio y pasamos por el medio de la gente que gritaba ‘matemos al viejo’”, relató el testigo.
Según Pérez, poco después y a bordo de un Toyota, llegó González a su casa junto a su hermano y fue atacado por un numeroso grupo de gente, entre ellos Banegas, relacionado con la familia Moscoso.
“Era tal el nivel de agresión de esta gente que abrieron la puerta del auto (...) intentamos defenderlo de espalda a la gente que lo agredía, intentando levantarlo del piso al que había caído, pero también nos golpearon”, afirmó.
Y agregó: “Intentaron bajarle los pantalones, mientras que él balbuceaba que no se podía levantar, le sangraba la boca y estaba como entregado”.
Pérez dijo que el hombre recibió “patadas, golpes de puño y todo tipo de agresión” y que los atacantes “tampoco dejaron ingresar a la ambulancia y golpearon al chofer y a la enfermera que bajó con la camilla”, hasta que lograron trasladar a González al hospital.
Por su parte, el hermano de la víctima, Rubén González, sostuvo sobre los agresores de Canini que “algunos actuaron por la emoción del momento y otros fueron direccionados”.
“A alguien le convenía callarlo a mi hermano, fue todo direccionado a eso, inclusive lo siguieron algunos hasta el hospital para asegurarse que esté muerto”, dijo el hombre a la prensa poco antes de comenzar el juicio oral.
De acuerdo a la investigación del fiscal Mauricio del Cero, los hechos ocurrieron el 23 de mayo de 2015 a las 21.30 en la calle Puerto Madryn, entre Formosa y Chaco de Monte Hermoso, cuando Banegas, junto a otras ocho personas más, incitaba a la violencia colectiva al grito de “ahora sí, hay que quemar todo” a decenas de personas que se encontraban detrás de él.
Posteriormente, este grupo atacó a Canini, impidió su atención médica y le provocó la muerte a raíz de múltiples traumatismos.
En tanto, por el homicidio de Katherine (18), estuvo presa su amiga Daiana Sánchez (25), ante la sospecha de que la atacó a golpes por celos y recibió la colaboración de González para llevar el cuerpo hasta un médano.
Sin embargo, la joven fue excarcelada y nunca se terminó de resolver su situación procesal porque los estudios psicológicos y psiquiátricos determinaron que Sánchez presenta “una discapacidad intelectual de grado leve/moderado” y que “carece de la capacidad para elaborar una adecuada ponderación axiológica de su accionar”, a raíz de lo cual no podría ser juzgada por el hecho.